Foto: Venezuela News.


Tomado de Cubadebate

La República de Cuba expresa grave preocupación por la escalada de violencia entre Israel y Palestina, que es consecuencia de 75 años de permanente violación de los derechos inalienables del pueblo palestino y de la política agresiva y expansionista de Israel.

Cuba demanda una solución amplia, justa y duradera al conflicto israelí-palestino, sobre la base de la creación de dos Estados, que permita al pueblo palestino ejercer su derecho a la libre determinación y a disponer de un Estado independiente y soberano dentro de las fronteras anteriores a 1967, con Jerusalén Oriental como su capital.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debe cumplir su mandato y poner fin a la impunidad de Israel, la potencia ocupante, de la que Estados Unidos ha sido cómplice históricamente, al obstruir de manera reiterada la acción del órgano, socavando la paz, la seguridad y la estabilidad en el Oriente Medio.

Cuba llama a la paz y a la búsqueda de una solución por la vía de la negociación que evite una mayor escalada de un conflicto que ya ha costado la vida de decenas de miles de personas.

(Con información de Cubaminrex)

 

Israel declara el estado de guerra y bombardea Gaza luego de un ataque sorpresa de Hamás

Cubadebate

Israel ha declarado en la mañana del sábado el estado de guerra y ha comenzado a bombardear Gaza en una operación militar contundente denominada “espadas de hierro”. Las tropas actúan como represalia, después de que Hamás haya lanzado cerca de 5.000 cohetes, según Hamás, y más de 2.000 según Israel, durante la noche. También se han producido incursiones de milicianos palestinos por tierra, mar y aire en territorio israelí.

Imágenes difundidas por Hamás han mostrado la entrada de milicianos en parapente, el ataque a puestos militares fronterizos y la toma de instalaciones en las que se pueden ver supuestos soldados israelíes abatidos.

Se han confirmado ataques de milicias palestinas en al menos siete puntos del sur de Israel: Kfar Aza, Sderot, Sufa, Nahal Oz, Magen, Be'eri y la base militar de Re'im. Fuentes militares israelíes citadas por The New York Times confirman la toma de prisioneros, aunque no han dado más detalles.

Hamás ha anunciado que los prisioneros capturados por sus milicianos se usarán como moneda de cambio para exigir la liberación de prisioneros palestinos en cárceles israelíes. Una situación que se ha dado en el pasado, pero que en esta ocasión podría implicar la toma de población civil, algo más extraño en las acciones armadas palestinas.

“El Ejército israelí declara el estado de alerta de guerra”, informaba un portavoz militar en un comunicado a los medios de comunicación durante la mañana del sábado. Desde entonces, las alarmas se han activado en las principales ciudades del país, incluidas Tel Aviv y Jerusalén –donde también han impactado los cohetes palestinos–, y las bombas israelíes no han dejado de caer sobre Gaza, enclave palestino bloqueado desde 2007, cuando el movimiento político Hamás ganó las elecciones.

Mientras los cohetes desatan el caos y la devastación, las brigadas de Al Qasam, vinculadas a Hamás, han conseguido entrar en la ciudad de Sderot donde se han enfrentado a soldados israelíes. Los milicianos han logrado adentrarse en el interior de la cárcel israelí de Ashkelón y han liberado a decenas de presos políticos palestinos.

(Tomado de Público)

 

 

Fuego y muerte en Gaza: Todas las claves para entender el conflicto entre Palestina e Israel

Pascual Serrano

Venezuela News

Palestina Israel conflicto

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De nuevo las bombas y la muerte ocupan la actualidad palestino-israelí. Con un desequilibrio enorme entre las partes, en esta guerra casi nunca se explican sus orígenes. Detrás de motivos geopolíticos, religiosos y étnicos, encontramos una historia de ‘apartheid’ que se inicia en la Primera Guerra Mundial y continúa en el siglo XXI en las redes.

Hace años que el conflicto palestino-israelí se presenta como una secuencia de partes de guerra en el que no se sabe cuándo empezó todo, por qué ni qué mueve a la confrontación de las dos partes. Son preguntas básicas y lógicas que surgen a quienes desean comprender mínimamente el conflicto palestino-israelí y a las que no se encontrará respuesta en los medios de comunicación a pesar de que todos los días hay noticias sobre la región. Intentémoslo nosotros.

Primera Guerra Mundial

La Palestina histórica (27.009 km2) estuvo dominada por el Imperio otomano desde 1516 hasta 1917. Tras la Primera Guerra Mundial fue sometida a la autoridad británica, que promovió el llamado Mandato Británico como figura colonial de 1922 a 1947. Con la creación del Estado de Israel en 1948, el peculiar nacionalismo exclusivista judío, el sionismo, puso en marcha un largo proceso de transformación de un territorio árabe palestino en un espacio dominado por los judíos.

Aparentemente, el conflicto palestino-israelí podría parecer otro conflicto étnico sin más, en el que dos pueblos se disputan un mismo territorio. Sin embargo, aunque los palestinos sí mantienen una homogeneidad étnica, al ser todos árabes, entre los israelíes podemos encontrar hebreos, árabes (los llamados orientales), europeos (askenazis), sefardíes (descendientes de los judíos expulsados de España en 1492), etíopes, bereberes, tailandeses, indostanos, uzbekos, kurdos e incluso otras etnias diferentes. Muchas de éstas afirman descender de las famosas diez tribus perdidas de Israel por efecto de la conquista asiria en el siglo VIII antes de la era cristiana.

Por otro lado, mientras los sionistas defienden la existencia un territorio exclusivo para judíos, los israelíes no sionistas y la gran mayoría de los palestinos hablan de convivencia en común. Esta combinación hace que sea difícil considerar simplemente el conflicto palestino-israelí como un conflicto territorial de carácter étnico.

También podría parecer un conflicto religioso, en el que los seguidores de dos religiones contrapuestas luchan por controlar los lugares sagrados que ambas tienen en común. Tanto hebreos como árabes afirman proceder del mítico Abraham, a cuyos descendientes tanto el Yahvé de la religión judía como el Alá de la musulmana (el mismo Dios bíblico en realidad) les prometió la antigua tierra de Canaán (Palestina, parte de Jordania y el sur de Líbano y de Siria) en los tiempos en los que como tribus beduinas abandonaron el nomadismo. El sionismo trata de legitimarse considerando que Dios otorgó la Tierra Prometida al pueblo judío, argumento que impide cualquier posibilidad de debate al respecto, pues se considera un dogma religioso. En cambio, los palestinos no fundamentan su derecho a permanecer en Palestina en base a criterios religiosos, sino históricos y jurídicos, ya que esa tierra les pertenece en propiedad y la legalidad internacional lo ha confirmado.

El conflicto palestino-israelí también podría parecer un típico conflicto colonial, en el que se trata de controlar una zona periférica rica en recursos naturales, como es Oriente Medio, implementando para ello políticas de terror contra la población autóctona para obligarla a someterse. Esto estaría en consonancia con la tendencia de la propia definición que la izquierda no sionista israelí hace del conflicto, al autodenominarse muchas veces, movimiento anticolonialista. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el valor de Palestina no es tanto económico como simbólico y debe su importancia estratégica más bien a los recursos naturales, en especial el petróleo, de los países vecinos.

Geopolítica

El origen de la versión geopolítica del conflicto hay que buscarlo en la política colonialista del Reino Unido tras la Primera Guerra Mundial, cuando Palestina quedó bajo el Mandato Británico, así como del de Estados Unidos, después como potencia hegemónica tras la Segunda Guerra Mundial, ante la importancia de Oriente Medio en cuanto a proveedor de petróleo y consumidor de armamento. De hecho, actualmente, la ayuda militar anual de Estados Unidos a Israel se establece desde un acuerdo con el Gobierno Obama en 2016 para 10 años a razón de 3.800 millones de dólares cada año. Si a esto le añadimos todas las donaciones de carácter privado que los judíos sionistas norteamericanos entregan a Israel, obtenemos la clave para entender el poderío económico y militar israelí en la zona.

Pero lo que es un conflicto con un contexto geopolítico mundial con dimensiones étnicas y religiosas ha terminado por convertirse en algo más crudo y pragmático: un sistema de apartheid, en el que una comunidad originaria de Europa u occidentalizada, con mayores recursos económicos, técnicos y militares, mantiene políticas de segregación sobre otra comunidad étnicamente distinguible que es además la población autóctona del territorio en cuestión.

La legitimación para llevar a cabo las políticas segregacionistas israelíes se fundamenta en la propia persecución secular del pueblo judío, que necesita un “hogar nacional” para escapar a la misma, sin tener en cuenta que para solucionar el llamado “problema judío” se ha creado otro problema que está afectando a las relaciones del mundo árabe con Occidente. Este supuesto rechazo secular ha generado un complejo paranoico en los judíos, reafirmado por el terrible Holocausto perpetrado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Desde ese punto de vista muy propio del sionismo, el judío se contempla a sí mismo como una eterna víctima sin un lugar en un mundo antisemita por definición, de forma que la única posibilidad de supervivencia del pueblo judío radica en la conquista de un territorio seguro, y qué mejor para ello que la legendaria Tierra Prometida que su dios tribal les regaló en sus relatos míticos. Así, la ocupación de Palestina se define como una guerra de supervivencia del tipo “o ellos o nosotros” que justifica la limpieza étnica que está perpetrando Israel. Este razonamiento se convierte en fundamentalista desde el momento en que se tacha de antisemita todo lo que sea antisionista, y se elimina así cualquier posibilidad de debate sobre el papel de Israel en el conflicto. Esto le permite, sin complejos, calificar a los palestinos de terroristas y de esta forma legitimar todas las violaciones de los derechos humanos.

Limpieza étnica

Se puede decir que la discriminación institucional israelí comenzó poco antes de la propia fundación del Estado de Israel en 1948, concretamente en noviembre de 1947, cuando la ONU aprobó la repartición. Desde ese mismo año los palestinos están padeciendo una auténtica limpieza étnica. La expulsión ha sido sistemática, planificada y ejecutada, vulnerando los más mínimos derechos de las personas. Será a partir de 1967 cuando la segregación mostrará su cara más dura, convirtiéndose realmente en un sistema de apartheid en el que la sociedad palestina bajo la ocupación vive una erosión de las libertades, una fuerte represión, toques de queda indiscriminados, castigos colectivos y expropiación de tierras. Se añade con la ocupación una tercera dimensión del conflicto, la del apartheid sobre los habitantes de los Territorios Ocupados, sumada a los dos problemas previos generados por la creación del Estado de Israel: los millones de refugiados palestinos que todavía esperan retornar a sus casas y la discriminación antidemocrática de los árabes-israelíes.

La llamada “única democracia de Oriente Medio” niega desde 1967 el derecho a una nacionalidad a más de 4,8 millones de personas que viven en los Territorios Ocupados (casi la mitad en lugares cerrados), y con ello pierden todo derecho a exigir derechos, a la vez que otros casi 6 millones de personas han sido condenadas al exilio y viven en su mayoría en campos de refugiados en Jordania, el Líbano y Siria. En los Territorios Ocupados las normas que rigen son más de 2.000 ordenanzas militares que regulan todos los aspectos y subordinan por completo la vida de millones de árabes-palestinos a los miles de colonos judíos que se han instalado allí. Las colonias sionistas actuales están directa e indirectamente subvencionadas por el Gobierno israelí por medio de ventajas fiscales, subvenciones a la industria y al consumo y construcción de infraestructuras. En los años noventa se construyeron 400 kilómetros de carreteras de circunvalación exclusivas para los colonos, que además de ser motivo para la expropiación de tierras, actúan como enormes barreras entre las diversas poblaciones palestinas, dejándolas aisladas entre sí y creando una geografía fragmentada en pequeños cantones.

De este modo, la sociedad palestina se ha fragmentado en palestinos refugiados (5,4 millones dispersos por varios países). Asimismo, se olvida el hecho básico de que la política de seguridad israelí, mediante la cual se justifican todas las violaciones de los derechos humanos, se trata, en realidad, de una política ofensiva que está encaminada a la limpieza étnica y que tiene como consecuencia precisamente la pérdida de la seguridad de los ciudadanos israelíes.

Grandes potencias occidentales

No podemos terminar esta exposición sin destacar la complicidad de las grandes potencias occidentales en la tragedia palestina.

El apoyo internacional directo o indirecto al proceso colonial de los asentamientos sionistas en Palestina sigue tan presente hoy como lo fue ayer según el relato anteriormente señalado. Si el imperialismo británico alumbró la injusta promesa de la partición de Palestina para construir el Estado de Israel en este territorio, hoy en día, los atropellos siguen siendo constantes: desprecio a las resoluciones de la ONU respecto a las fronteras entre las dos naciones, impunidad de Israel ante los crímenes investigados por la Corte Penal Internacional, incumplimiento de diferentes acuerdos o compromisos de paz, indiferencia ante las políticas de nuevas ocupaciones y expulsiones de poblaciones palestinas por parte de Israel y, siempre, el apoyo financiero, comercial y militar a Israel por parte de Estados Unidos y la Unión Europea.

La reacción de los gobernantes europeos, como la ministra de Asuntos Exteriores española, ante cada crisis militar de bombas israelíes y cientos de muertos palestinos contra cohetes inútiles y algún israelí herido es insultante.

Y si hasta hoy la criminal equidistancia de los medios de comunicación occidentales entre víctimas y verdugos era la tónica, ahora se adapta a los nuevos tiempos y también se tiene en las empresas que dominan las redes sociales.

La complicidad entre Israel y las empresas de redes sociales para regular y censurar el contenido y las cuentas palestinas está bien documentada. Tras una visita de una delegación de Facebook en 2016, el ministro de justicia de Israel en ese momento declaró que Facebook, Google y YouTube estaban “cumpliendo con hasta el 95% de las solicitudes israelíes para eliminar contenido”, casi todos palestinos.

Y así es como se observa la línea cronológica del colonialismo y el apartheid contra los palestinos que va desde la Primera Guerra Mundial a los tiempos de las redes sociales.

 

Conozca datos claves para entender el conflicto entre Palestina e Israel

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Conflicto Palestina Israel claves

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Tras la escalada del conflicto entre Palestina e Israel, es pertinente resaltar datos históricos claves que tienes que saber.

El inicio del conflicto: Siglo XX

Alentado por el antisemitismo que sufrían los judíos en Europa, a inicios del siglo XX tomó fuerza el movimiento sionista. Este que buscaba establecer un Estado para los judíos.

La región de Palestina, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, considerada sagrada para musulmanes, judíos y católicos, pertenecía por aquellos años al Imperio Otomano y estaba ocupada mayormente por árabes y otras comunidades musulmanas. Pero una fuerte inmigración judía, fomentada por las aspiraciones sionistas y promovidas por occidente, comenzaba a generar resistencia entre las comunidades.

Tras la desintegración del Imperio Otomano en la I Guerra Mundial, Reino Unido recibió un mandato de la Liga de Naciones para administrar el territorio de Palestina.

Pero antes y durante la guerra, los británicos hicieron varias promesas a los árabes y a los judíos que luego no cumplieron. Entre otros motivos, porque ya se habían dividido Oriente Medio con Francia.

Esto provocó un clima de tensión entre nacionalistas árabes y sionistas que desencadenó en enfrentamientos entre grupos paramilitares judíos y bandas árabes.

Tras la II Guerra Mundial y el Holocausto, aumentó la presión por establecer un Estado judío. El plan original contemplaba la partición del territorio controlado por la potencia europea entre judíos y palestinos.

Después de la fundación de Israel el 14 de mayo de 1948, la tensión pasó de ser tema local a asunto regional.

Al día siguiente, Egipto, Jordania, Siria e Irak invadieron este territorio. Fue la primera guerra árabe-israelí, también conocida por los judíos como guerra de la independencia o de la liberación. Tras el conflicto, el territorio inicialmente previsto por las Naciones Unidas para un Estado árabe se redujo a la mitad.

Inicio de la Nakba

Para los palestinos, comenzó la Nakba, la llamada “destrucción” o “catástrofe”: el inicio de la tragedia nacional. 750 mil palestinos huyeron a países vecinos o fueron expulsados por tropas judías.

En 1956, una crisis por el Canal de Suez enfrentaría a Israel con Egipto, que no sería definida en el terreno de combate sino por la presión internacional sobre Israel, Francia e Inglaterra.

Los combates sí tendrían la última palabra en 1967 en la Guerra de los Seis Días. Lo que ocurrió entre el 5 el 10 de junio tuvo consecuencias profundas y duraderas a distintos niveles. Fue una victoria aplastante de Israel frente a una coalición árabe. Israel capturó la Franja de Gaza y la península del Sinaí a Egipto, Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental a Jordania y los Altos del Golán a Siria. Medio millón de palestinos huyeron.

El último conflicto árabe-israelí sería la guerra de Yom Kipur en 1973, que enfrentó a Egipto y Siria contra Israel y le permitió a El Cairo recuperar el Sinaí, entregado completamente por Israel en 1982, pero no Gaza.

Seis años después, Egipto se convierte en el primer país árabe en firmar la paz con Israel, un ejemplo solo seguido por Jordania.

¿Por qué se fundó Israel en Medio Oriente?

La tradición judía resalta que la zona en la que se asienta Israel es la Tierra Prometida por Dios al primer patriarca, Abraham, y a sus descendientes.

La zona quedó invadida en la Antigüedad por asirios, babilonios, persas, macedonios y romanos. Roma apareció como el imperio que le puso a la región el nombre de Palestina y que, siete décadas después de Cristo, expulsó a los judíos tras combatir a los movimientos nacionalistas que perseguían la independencia.

Con el surgimiento del islam, en el siglo VII después de Cristo, Palestina quedó ocupada por los árabes y luego conquistada por los cruzados europeos. En 1516 se estableció la dominación turca que duraría hasta la Primera Guerra Mundial, cuando se impuso el mandato británico.

El Comité Especial de las Naciones Unidas sobre Palestina (UNSCOP) aseguró en su informe a la Asamblea General del 3 de septiembre de 1947 que los motivos para que un Estado judío se estableciera en Medio Oriente se centraban en “argumentos basados en fuentes bíblicas e históricas”, la Declaración de Balfour de 1917 en la que el gobierno británico se declara a favor de un “hogar nacional” para judíos en Palestina y en el Mandato británico sobre Palestina.

Allí se reconoció la conexión histórica del pueblo judío con Palestina y las bases para reconstituir el Hogar Nacional Judío en dicha región.

Tras el Holocausto nazi contra millones de judíos en Europa antes y durante la Segunda Guerra Mundial, creció la presión internacional para el reconocimiento de un Estado judío.

La ONU como fuente de un problema

Al no poder resolver la polarización entre el nacionalismo árabe y el sionismo, el gobierno británico llevó el problema a la ONU.

El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General aprobó un plan para la partición de Palestina. Recomendaba la creación de un Estado árabe independiente y uno judío y un régimen especial para la ciudad de Jerusalén.

El plan quedó aceptado por los israelíes pero no por los árabes, que lo veían como una pérdida de su territorio. Por eso nunca se implementó.

Un día antes de que terminara el Mandato británico de Palestina, el 14 de mayo de 1948, la Agencia Judía para Israel, representante de los judíos durante el Mandato, declaró la independencia del Estado de Israel.

Al día siguiente Israel pidió ser miembro de Naciones Unidas, estatus que finalmente logró un año después.

¿Por qué hay dos territorios palestinos?

El Comité Especial de las Naciones Unidas sobre Palestina (UNSCOP), en su informe a la Asamblea General en 1947, recomendó que el Estado árabe incluyera “Galilea Occidental, la región montañosa de Samaria y Judea, con la exclusión de la ciudad de Jerusalén, y la llanura costera de Isdud hasta la frontera egipcia”.

Pero la división del territorio quedó definida por la Línea de Armisticio de 1949, establecida tras la creación de Israel y la primera guerra árabe-israelí.

Los dos territorios palestinos son Cisjordania, que incluye Jerusalén Oriental, y la Franja de Gaza, que se encuentran a unos 45 km de distancia. Cuentan con un área de 5.970 km2 y 365 km2, respectivamente.

Cisjordania se encuentra entre Jerusalén, reclamada como capital tanto por palestinos como por israelíes, y Jordania hacia el este, mientras que Gaza es una franja de 41 km de largo y entre 6 y 12 km de ancho.

Gaza tiene una frontera de 51 km con Israel, 7 km con Egipto y 40 km de costa sobre el Mar Mediterráneo.

Originalmente ocupada por israelíes que aún mantienen el control de su frontera sur, la Franja de Gaza quedó capturada por Israel en 1967. Recién la desocupó en 2005. Sin embargo, los colonos mantienen un bloqueo por aire, mar y tierra que restringe el movimiento de bienes, servicios y gente.

Actualmente la Franja de Gaza está dirigida por Hamás, el principal grupo islámico palestino que nunca reconoció los acuerdos firmados entre otras facciones palestinas e Israel. La agrupación política y militar revalidó en elecciones el liderazgo en la zona asediada.

Cisjordania, en cambio, está regida por la Autoridad Nacional Palestina, el gobierno palestino reconocido internacionalmente cuya principal facción, Fatah, no es islámica sino secular.

Nunca hubo paz

Tras la creación del Estado de Israel y el desplazamiento de miles de personas que perdieron sus hogares, el movimiento nacionalista palestino se reagrupó en Cisjordania y Gaza, controlados respectivamente por Jordania y Egipto. También en los campos de refugiados creados en otros Estados árabes.

Poco antes de la guerra de 1967, organizaciones palestinas como Fatah, liderada por Yasser Arafat, conformaron la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Formaron operaciones de respuesta contra Israel; primero desde Jordania y luego desde Líbano.

Tras años de conflictos, la OLP e Israel firmarían en 1993 los acuerdos de paz de Oslo, en los que la organización palestina renunció a “la violencia y el terrorismo” y reconoció el “derecho” de Israel “a existir en paz y seguridad”. Este reconocimiento, la organización islámica palestina Hamás nunca lo aceptó, y también fue saboteado desde Israel. 

Tras los acuerdos firmados en la capital noruega quedó formada la Autoridad Nacional Palestina, que representa a los palestinos ante los foros internacionales. Su presidente es elegido por voto directo y él a su vez escoge un primer ministro y a los miembros de su gabinete. Sus autoridades civiles y de seguridad controlan zonas urbanas mientras que solo sus representantes civiles, y no de seguridad, controlan zonas rurales.

Jerusalén Oriental, considerada la capital histórica por parte de los palestinos, no está incluida en este acuerdo. Jerusalén es uno de los puntos más conflictivos entre ambas partes.

Principales puntos de conflicto entre palestinos y el sionismo

La demora para el establecimiento de un Estado palestino independiente, la construcción de asentamientos de colonos judíos en Cisjordania y la barrera de seguridad en torno a ese territorio, condenada por la Corte Internacional de Justicia de La Haya, complican el avance de un proceso de paz.

Pero estos no son los únicos obstáculos, tal como quedó claro en el fracaso de las últimas conversaciones de paz entre ambos grupos que tuvieron lugar en Camp David, Estados Unidos, en el año 2000. En ese entonces, un Bill Clinton de salida no logró  acuerdos entre Arafat y el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak.

Las diferencias que parecen irreconciliables son las siguientes:

  • Jerusalén: Israel reclama soberanía sobre la ciudad sagrada para judíos, musulmanes y cristianos. Asegura que es su capital tras tomar Jerusalén Oriental en 1967. Eso no es reconocido internacionalmente. Los palestinos quieren que Jerusalén Oriental sea su capital.
  • Fronteras y terreno: Los palestinos demandan que su futuro Estado se conforme de acuerdo a los límites previos al 4 de junio de 1967. Antes del comienzo de la Guerra de los Seis Días, algo que Israel rechaza.
  • Asentamientos: Son viviendas ilegales, de acuerdo al derecho internacional, construidas por el gobierno israelí en territorios ocupados por Israel tras la guerra de 1967. En Cisjordania y Jerusalén Oriental, pertenecientes a Palestina, hay más de medio millón de colonos judíos.
  • Refugiados palestinos: La OLP dice que son 10,6 millones, de los cuales casi la mitad están registrados en la ONU. Los palestinos sostienen que los refugiados tienen el derecho de regreso a lo que hoy es Israel, pero para Israel abrir la puerta destruiría su identidad como Estado judío.

Las narices de Estados Unidos

Primero hay que considerar la existencia de un importante y poderoso lobby pro-Israel en Estados Unidos. La opinión pública suele ser favorable a la postura israelí, promovido principalmente por el gobierno para generar una sensación de apoyo unánime.

Además, ambas naciones son aliadas militares. Israel es uno de los mayores receptores de ayuda estadounidense y la mayoría llega en subvenciones para la compra de armamento.

No obstante, en diciembre de 2016, bajo la presidencia de Barack Obama se dio un paso inusual en la política de Estados Unidos hacia Israel: no vetar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que condena la política de asentamientos de Israel.

Trump y su leña al fuego

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca dio nuevos bríos a la relación entre Estados Unidos e Israel. Esto se plasmó con el traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, convirtiendo a Estados Unidos en el primer país del mundo en reconocer a esa ciudad como capital de Israel.

En sus últimos meses de presidencia, Trump logró que cuatro ricos países árabes normalizaran sus relaciones con Israel.

Por su parte, el sucesor de Trump, Joe Biden, asumió el poder con la intención de evadir el riesgoso conflicto israelí-palestino. Sin embargo, continúa apoyando el reconocimiento de Israel, pero optó por una diplomacia más cautelosa.

Por su parte, los palestinos no tienen el apoyo abierto de una potencia. En la región, Egipto dejó de apoyar a Hamás, tras la deposición por parte del ejército del presidente islamista Mohamed Morsi, de los Hermanos Musulmanes, históricamente asociados con el grupo palestinos. Mientras tanto, Siria e Irán y el grupo libanés Hezbolá son sus principales apoyos.

No hay escenario de paz 

Para concretar una paz real en la zona, los colonos tendrían que apoyar un Estado soberano para los palestinos que incluya a Hamás. Además, levantar el bloqueo a Gaza y las restricciones de movimiento en Cisjordania y Jerusalén Oriental.

Además, se tendrían que alcanzar acuerdos razonables en materia de fronteras, asentamientos judíos y retorno de refugiados.

Sin embargo, desde 1948, año de la creación del Estado sionista de Israel, muchas cosas  cambiaron. En especial, la formación de los territorios en disputa tras las guerras entre árabes e israelíes.

Mientras que Israel ya da esto por hecho, los palestinos insisten en que las fronteras a negociar deberían ser aquellas que existían antes de la guerra de 1967.

Además, en el terreno bélico los colonos son cada vez más rapaces en la Franja de Gaza, existe una masacre silenciosa en Cisjordania con la continua construcción de asentamientos judíos que reduce el territorio palestino en esas zonas autónomas.

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