En su mayoría mujeres jubiladas, participantes de los talleres de bailoterapia encuentran en esa iniciativa del Centro Loyola Reina bienestar físico y emocional. Foto: Tomada del perfil de Facebook del Centro Loyola Reina


El segundo taller de bailoterapia, iniciativa del Centro Loyola Reina, en La Habana, reunió a una treintena de mujeres mayores de 60 años.

IPS Cuba

La Habana, 1 nov.- “Cada vez más jóvenes, felices y vitales” se sienten las hermanas Felicia y Magalys Gómez, así como Cira Rodríguez, todas mayores de 60 años, al participar en los talleres de bailoterapia organizados en el Centro Loyola Reina, de esta capital, durante la Jornada del Adulto Mayor.

Luego de disfrutar junto a su madre octogenaria la primera edición, en julio pasado, las hermanas no dudaron en repetir la bailoterapia, los días 23, 25 y 30 de octubre. Las sesiones formaron parte de las actividades organizadas por el Proyecto Otoño, de la referida institución cristiana, que se enfoca en la calidad de vida de personas ancianas.

Los talleres, impartidos siempre por la bailarina y coreógrafa Ana Rosa Meneses, tienen como objetivos lograr la socialización de sus participantes, ejercitar la memoria y la coordinación mediante el baile, potenciar la coordinación motora y sensorial, mejorar la autoestima y “fortalecer el cuerpo como fuente esencial de salud”, explica la maestra.

Para la directora de la compañía danzaria cubana Ecos, con un amplio aval de impartir clases a diversos grupos, trabajar exclusivamente para personas adultas mayores resulta “una experiencia extraordinaria, por el alto grado de interés y compromiso que asume cada participante”.

Atención a las individualidades

Asegura Meneses que los talleres comienzan “con una expectativa que felizmente resulta superada, tanto para esas personas como para mí, porque constantemente estoy aprendiendo de la entrega y preocupación del colectivo, en su mayoría mujeres”.

Asimismo, apunta algunas peculiaridades de la bailoterapia en el Centro Loyola Reina, donde asisten sobre todo habitantes del barrio Los Sitios, de Centro Habana.

“Tengo que ser muy cuidadosa con el tipo de ejercicios que les indico realizar porque no tienen las mismas facultades físicas”, señala. Por otra parte, advierte “la diversidad de carácter, incluso de situación familiar de cada participante, lo cual implica que algunas personas sean extrovertidas y otras no”.

Sin embargo, apunta, “nada de eso constituye un freno, todo lo contrario. Para las casi 30 mujeres que acudieron al segundo taller, las clases significaron una extensión de su familia, en la que todos velan por todos”.

Esta vez, explica, tuvo alumnas de poco más de 50 años y hasta una anciana de 84 años. “Dos de las participantes eran hermanas que no viven en la misma casa, por tanto, una tuvo que hacer un esfuerzo mayor para desplazarse hasta la institución”.

Retomar el ritmo

Otra de las asistentes al reciente taller se encuentra en etapa de recuperación de un accidente doméstico y necesita andar con una muleta, “pero nada le impidió llegar hasta aquí y sentirse viva”, resalta Meneses.

Cuenta la profesora que, durante las clases, sus alumnas “se divierten, hacen chistes, a veces tienen que detenerse por unos minutos y luego retoman el ritmo”.

La bailoterapia para personas adultas mayores, destaca, incluye a cualquiera en situación de discapacidad, “porque a través de la música y el baile se puede lograr una mejor calidad de vida”.

Nilsa Fuentes y Emilia Cruz Mendive, de 69 y 79 años de edad, respectivamente, agradecen el cariño y el respeto de la maestra. Además, apuntan: “las clases se dan con una música que nos gusta, nada estridente ni tan rápida que no podamos hacer los movimientos”.

Una de las mayores satisfacciones de la profesora es que le pidan más sesiones de bailoterapia. “Sencillamente, me contagian con su alegría, su agradecimiento. Solo me queda aplaudirles por su voluntad y alegrarme porque la institución intenta que se realicen con sistematicidad los talleres”.

Baile y mucho más

Además de participar en la bailoterapia, muchas personas adultas mayores visitan el centro ubicado en la calle Estrella No. 458, entre Belascoaín y Gervasio, para disfrutar de actividades y eventos variados.

Por ejemplo, Deysi Muñoz, de 81 años, a la par de las clases de baile, asiste al taller de manualidades, al que no falta porque “nunca es tarde para aprender y sentirme útil. Cuando estoy aquí (en el Centro Loyola Reina) no pienso en nada de lo que pasa afuera, luego cuando termino, ya veo qué hacer”.

El proyecto Otoño surgió en 2017 y se integra a las acciones socioeducativas del Centro Loyola Reina, donde las personas adultas mayores pueden compartir talleres de muñequería, informática, inglés, taichí y salud mental. (2023)

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