Carlos Acosta recibiendo el Premio Laurence Oliver. Foto: Tomada de okdiario.com.
OK diario - Tomada de Cubadebate
Londres es una ciudad de contrastes, culturas y lluvias que empapan la esencia histórica de la ciudad. Cuba se plasma sobre un entorno histórico y Santiago de Cuba es la representación del encanto de esta isla situada en las Antillas, en el mar Caribe.
Muchos podrán preguntarse en qué coinciden estos dos lugares y la realidad es que no solo se unen por la arquitectura de carácter singular, sino que les une un referente del baile que se ha convertido en un icono y en el orgullo de todo un país. Conocemos a Carlos Acosta, el director del Royal Ballet de Birmingham.
Obsequiado con el reconocimiento de Comendador de la Orden del Imperio Británico y poseedor del Premio Laurence Oliver, uno de los galardones de danza más prestigiosos del mundo, Carlos Acosta plasma sus raíces cubanas en cada movimiento que ejecuta y sigue manteniendo la esencia que le vincula al lugar que le vio nacer, Cuba. Nada más conocerle, nos damos cuenta de que su personalidad rezuma carácter, suavidad y la delicadeza que la danza le ha inculcado durante décadas.
El museo Frameless de Londres nos recibe con un motivo de celebración como es el lanzamiento de Ron Santiago de Cuba 20 años, un líquido con esencia isleña que representa la exclusividad del ron. Se fabrica en Santiago de Cuba, conocida como la cuna del ron ligero desde 1862, tierra de aromas y colores especiales, donde la mezcla de lo cubano alcanza una expresión singular.
Los orígenes del bailarín cubano son humildes y su relación con la danza comenzó en un tiempo muy joven.
“Esto no es algo que yo me propuse, tuve muy buena relación con los profesores y esto es una consecuencia de esa educación que me inculcaron. Profesionalizar el baile es algo que nunca me propuse y ha sido consecuencia de una dedicación”, nos cuenta.
“Quise salir de la pobreza de mis orígenes, quise darle una vida mejor a mi familia. Todo se consigue con constancia y no hay que perseguir el éxito, porque con trabajo duro llega solo”.
Mientras conversamos con él, nos produce curiosidad cómo ha surgido una colaboración entre una marca de ron y un bailarín.
“Ron Santiago de Cuba se puso en contacto conmigo y ha sido una gran oportunidad para mí poder mostrar un producto enteramente cubano. He vivido en Italia, en Estados Unidos y ahora en Inglaterra, y esta ha sido la gran oportunidad para, por fin, poder representar un producto cubano”.
Existe un paralelismo muy estrecho entre la dedicación que ponen los maestros roneros sobre el líquido y la exactitud del movimiento a desarrollar para convertirse en un primer bailarín. Dos momentos diferentes pero exactos con un único objetivo, la excelencia.
La colaboración se desarrolla sobre un video donde el arte del movimiento es el protagonista. El balanceo del líquido dentro de la copa, con los movimientos precisos del bailarín, se sumergen en las imágenes de la resplandeciente ciudad de Santiago de Cuba de fondo, una mezcla donde la esencia es una. La sutileza del ron Santiago de Cuba 20 años y la delicadeza de un bailarín que se mueven al son de un solo movimiento.
Su camino le ha llevado a bailar sobre los escenarios de medio mundo, pero llegar al Royal Ballet de Londres fue un punto y aparte en su carrera.
“Llegar al Royal Ballet es la cima de mi carrera y se ha convertido en una gran familia para mí. El país me ha acogido de una forma muy cariñosa y el Reino Unido se ha convertido en mi casa”, nos cuenta Acosta.
“Yo empecé a bailar en Cuba y de ahí me fui a Houston, en ese momento el Royal Ballet, para mí, era un abismo, algo imposible de conseguir. Al principio fue traumático, porque soy un inmigrante que estaba en una casa ajena. Poco a poco fui superando esa barrera y he podido interpretar roles increíbles”.
Carlos Acosta ha interpretado roles increíbles como primer bailarín, dando vida a través del movimiento a personajes como Espartaco o Romeo, llegando a crear espectáculos que han sido dignos de grandes galardones.
También coreografió, para el Royal Ballet, su versión de Don Quijote y Carmen, además de la última producción de Guys and Dolls para el West End. Esto muestra sus ganas de innovar y de avanzar, porque según el bailarín “repetirse muestra estancamiento y hay que saber avanzar, proponerse retos mayores y seguir evolucionando”.
A pesar del correr de los años, observamos en sus palabras la pasión que sigue sintiendo por la danza, por ese momento en el que sale al escenario y sobre todo un halo negro comienza a desarrollar la coreografía transmitiendo los sentimientos a todos aquellos que le observan con detenimiento. Un punto de emoción muy complicado de describir. Su misión es conectar con el público, conectar con el movimiento e interpretar sin palabras.
Sus orígenes humildes también le llevaron a crear una fundación donde da la oportunidad de aprender a todos aquellos jóvenes que no tienen recursos para bailar, para desarrollarse en su pasión.
La Carlos Acosta Dance Foundation brinda a los jóvenes la oportunidad de desarrollarse en un programa de tres años, sumergidos en un entorno inspirador, todo ello de forma altruista.
Llegando al final de este evento, podemos observar cómo tres bailarines de su fundación interpretan la música de fondo y observamos que son su puro reflejo, un talento de origen humilde con una posibilidad de crecimiento al éxito. Observamos el intenso trabajo de un Carlos Acosta orgulloso.
(Tomado de okdiario.com)