Vicent Monsonís (a la izquierda) en un rodaje.


Vicent Monsonís nos contará los detalles de su última película, ‘La Invasió dels Bàrbars’, que ya está en posproducción

por Fernando Torrecilla

Aquí Medios de Comunicación

Vicent Monsonís (València, 28-marzo-1968) es más que un director de cine: es una persona con una vida y pensamientos interesantes, al que una estancia en Cuba le trastocó, comprendiendo la fuerza que puede tener la cinematografía para comunicar.

Anteriormente, ‘Monso’ había trabajado en el extinto Canal 9, principalmente como guionista, donde se dio cuenta también de la importancia de tenerlo todo por escrito. “El guion es la base de una película en potencia”, sostiene.

Nos sorprendió con ‘Dripping’, ‘Matar al rey’ y ‘Un cercle en l’aigua’, y ahora repite con ‘La Invasió dels Bàrbars’, su última propuesta, en fase de posproducción. La película, potente, trata dos historias paralelas, una actual y otra de 1939 en los postreros coletazos de la Guerra Civil.

Es una coproducción catalano-valenciana, aunque la parte catalana es minoritaria. “Está quedando espectacular”, nos avanza, orgulloso de haberla rodado en su lengua materna.

¿Cuándo te empieza a interesar el cine?

No lo sé, porque carezco de esa pasión que muchos tienen desde niños. Me dedico al cine, aparte que lo disfruto, porque se me da bien contar historias y hacerlo visualmente.

Es una circunstancia que fui descubriendo con el tiempo, aunque sí recuerdo de pequeño que mientras mi familia miraba el ‘Un, dos, tres…’, presentado por Kiko Ledgard, yo prefería irme a otra tele (pequeña, en blanco y negro) a ver ‘La Clave’, donde visioné grandes clásicos como ‘Los cuatrocientos golpes’ (1959) o ‘Al final de la escapada’ (1960), ambas de François Truffaut.

¿Qué sucedió en California?

En inglés avanzado podíamos aplicar la asignatura a los medios de comunicación, haciendo un trabajo en formato radio, escrito o filmado. Escogí hacer un vídeo de ficción con el que gané un premio al mejor corto realizado por estudiantes del norte de California.

Al regresar a España me matriculé en periodismo, atraído por la idea de relatar cosas, además de comprender mejor el mundo. Pero pronto me desencanté de la carrera.

«De pequeño, sin ser un apasionado del cine, sí veía los films que ponían en el programa ‘La Clave’»

Fichaste entonces por Canal 9.

Sí, estuve varios años de guionista del programa juvenil ‘Babalà’. Funcionó bien durante un tiempo, hasta que dejaron de hacerle caso y únicamente emitían repetidos. Eso provocó que dejara la empresa y me surgieran ofertas de trabajo en Madrid, donde escribí sobre todo argumentos para series de televisión.

La capital ofrecía mayores oportunidades, pero no me acababa de agradar. Valoro mucho la calidad de vida, estar con mi familia y amigos, en mi tierra, y nunca me gustó la idea de tener que emigrar para trabajar en lo que te gusta.

Toda cultura necesita un medio potente, como el cine, para defender su existencia. ¿Qué sentido tiene que solo se pueda hacer cine desde Madrid?, ¿por qué no en València?

¿Tu siguiente destino fue Cuba?

Conseguí una beca del ministerio para hacer una especialidad de guion de cine en Cuba, en la Escuela de San Antonio de los Baños. Fue un curso intensivo sobre escritura de largometrajes y esa estancia sí me cambió la vida.

Intentaba saber si deseaba continuar trabajando para el audiovisual y al regresar supe que quería hacer cine. Me encontré con un universo de gente sumamente implicados en el cine y que entendían, igual que yo, la fuerza que tiene el medio como comunicador y expresión cultural.

«Mi primer contacto con cámaras se produjo en California, donde gané un premio con un cortometraje»

¿Qué peculiaridades tiene esa escuela?

Fue fundada por Gabriel García Márquez, con ayuda de los gobiernos cubano y español y de grandes mecenas del cine, como Robert Redford o Francis Ford Coppola. Todos han colaborado para que se creara una cinematografía latinoamericana que pudiera expresar una narrativa propia desde los años ochenta hasta hoy.

La escuela, gracias a directores cubanos de prestigio -véase Antonio Pérez Olea-, se convirtió en un centro que brinda una gran preparación, con profesores de primerísima categoría, cineastas que vienen a dar conferencias, módulos de cursos…

Fue un gran aprendizaje.

Por supuesto, estuve cuando la escuela tenía un enorme prestigio, en 1996, momento que el país estaba sufriendo un enorme bloqueo. Los cubanos llamaban a esos años el ‘Periodo Especial’, pues el cierre de las fronteras era tan fuerte que apenas podían sobrevivir.

Hablemos de tus films. ¿En 2003 te estrenas con ‘Dripping’?

Es un guion que escribí precisamente en Cuba; una comedia ácida que parodia el mundo del arte moderno. El título hace referencia a la técnica que empleaba Jackson Pollock para pintar, otra de mis pasiones. No en vano, el subtítulo de la película es ‘Por amor al arte’.

En mis películas todavía realizo los ‘storyboards’ y todo lo relacionado con la imagen, que cuido mucho porque me gusta y, además, entiendo. El director de fotografía se encarga de la luz, pero la elección del plano es cosa mía.

«Tuve la fortuna de estudiar cine en una prestigiosa escuela cubana, fundada por Gabriel García Márquez»

¿Cuáles fueron tus siguientes trabajos?

Principalmente tv movies en coproducciones para cadenas autonómicas, como ‘Vida robada’, ‘Mi último verano con Marian’ y ‘Seis motivos para dudar de tus amigos’.

Otras más personales son ‘Filoxenia’ (2016), un documental que trata sobre las políticas europeas respecto al asilo de los refugiados procedentes de Siria; ‘Matar al rey’ (2016), ‘Un cercle en l’aigua’ (2020) y ‘La Invasió dels Bàrbars’ (2024).

¿Estas tres películas están conectadas?

Sí. Las he realizado en coproducción con ‘Arden’, cuyo director, Chema Cardeña, es un dramaturgo multipremiado, actor y uno de los mayores expertos de la obra de William Shakespeare que tenemos en España.

Chema es el autor de las tres obras de teatro en el que se basan las películas. Ha sido un proceso largo, pero muy productivo, que iniciamos en 2015 rodando los tres films de una forma consecutiva.

«Fan del dibujo, todavía hoy realizo los ‘storyboards’ de todas mis películas, me gusta cuidar ese detalle»

¿Con los mismos actores del teatro?

Nuestro interés radicaba en unir las artes escénicas y el cine, que en Valencia siempre se habían dado la espalda. Aprovechamos una obra de Chema, ‘Matar al Rey’, y, como los actores se sabían fielmente los textos, rodamos muy rápido, en el castillo de Benissanó.

Fue una colaboración fantástica entre teatro y cine, saliendo tan bien que me propuse filmar una de sus obras que más me gustan, ‘La estancia’. Opté por adaptarla, incorporando más personajes y tramas, aunque conserva mucha esencia de la obra original. El título definitivo fue ‘Un cercle en l’aigua’.

Queríamos demostrar que, con un presupuesto muy bajo, podíamos hacer un trabajo muy profesional, con música de la época recreada por ‘Capella de Ministrers’, la agrupación que lidera el experto musicólogo Carles Magraner.

¿‘Un cercle en l’aigua’ relata una antigua leyenda sobre Shakespeare?

No es una leyenda, sino una teoría (no canónica pero plausible), la marloviana, que defiende que las obras firmadas por William Shakespeare fueron en realidad escritas por Christopher Marlowe.

Es cierto que el autor de Stratford-upon-Avon existió históricamente. Tenía la misma edad de Marlowe y huyó a Londres perseguido por la policía. Allí encontró trabajo como actor, y se le daba bien.

Al parecer era un buscavidas sin los estudios ni los conocimientos necesarios para escribir esas magníficas obras (Hamlet, Otelo, Romero y Julieta…), mientras Marlowe había estudiado en Cambridge, había viajado por toda Europa, traducido a los clásicos romanos y griegos y hasta trabajaba para el servicio secreto de la reina de Inglaterra.

Se trata de una teoría que defendía Mark Twain y muchos otros académicos, pero no llegará a ser la oficial ni canónica, pues desmontaría muchas historias literarias.

¿Exactamente qué planteáis en la película?

Que Marlowe conoció a Shakespeare, un actor notable, y como su vida corría peligro se hizo pasar por él, adoptando la identidad de William. Quisieron a continuación matar a Marlowe, pero al que realmente asesinaron fue a Shakespeare.

Hablamos de un periodo en el que obviamente no había fotografías y era muy sencillo suplantar a una persona de parecidos rasgos físicos.

«’La Invasió dels Bàrbars’ cuenta dos historias paralelas, una actual y otra de 1939, al final de la Guerra Civil»

¿Qué es ‘La Invasió dels Bàrbars’?

Está igualmente basada en una obra de teatro, que relata dos historias paralelas, una actual -centrada en una mujer que anhela abrir una fosa común del franquismo- y una segunda que nos sitúa en 1939, donde otra mujer ha escondido un cuadro que un coronel quiere expoliar.

Está esperando que el lote de cuadros se devuelva a Madrid, al Museo del Prado, para juntarlo con el resto. Pero los militares la detienen, la torturan hasta confesar y, después, pasa lo que pasa…

¿Uno de tus sellos es rodar en valenciano?

No sé si un sello, pero sí un posicionamiento. He tenido muchas más dificultades que si la hubiéramos rodado en castellano: resulta más difícil encontrar financiación y distribución. El cine valenciano lleva demasiados años intentando levantar la cabeza. Hacen falta políticas activas que apoyen la producción y que las obras valencianas lleguen a su pública natural.

Para eso la televisión autonómica y las ayudas públicas son imprescindibles, como se ha demostrado en otras cinematografías como la catalana, la vasca o la gallega. Las políticas recientes han facilitado que este año tengamos la suerte de que se van a estrenar cuatro o cinco películas en nuestro idioma. Deberíamos potenciar esta vía.

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