Félix Morfis, junto a paneles fotovoltaicos instalados en su vivienda, en el municipio Regla, en La Habana. El experto considera que en Cuba no existen incentivos para invertir en energías renovables para contribuir a paliar la cada vez más aguda crisis eléctrica interna. Imagen: Jorge Luis Baños /IPS.


IPS

LA HABANA – Con el nuevo Decreto 110, publicado el 26 de noviembre, Cuba obliga a invertir en el aprovechamiento de fuentes renovables de energía a los altos consumidores, sean entidades estatales o privadas, mientras se agudiza la crisis energética que afronta el país.

Según la norma, los actores económicos estatales y privados, representaciones de instituciones extranjeras y formas asociativas deben garantizar en las nuevas inversiones que se consideren “altas consumidoras de portadores energéticos”, que la mitad de la electricidad que consuman en horario diurno sea con fuentes renovables de energía.

En caso de no poseer condiciones para instalar de paneles solares, debido a la infraestructuras de sus locales, dichas entidades deben realizar contratos con la estatal Unión Eléctrica –la garante de la generación, transmisión y comercialización de la energía eléctrica– y conectarse a parques fotovoltaicos.

Violar estas disposiciones puede conllevar multas, interrupción del servicio eléctrico hasta 72 horas y otras sanciones.

“La medida refleja un fracaso en la política de incentivos para la inversión en fuentes renovables de energía. Pudiera favorecer a la población en general, pero no cambia el hecho de que se está imponiendo, con mano dura, el cambio de la matriz energética”, afirmó a IPS Daniel López, un trabajador autónomo residente en La Habana.

Las entidades consideradas altas consumidoras –aquellas que, en los últimos 12 meses del año, promedian un consumo de 30 000 o más kilovatios (KW) o 50 0000 litros de combustible–, tendrán tres años para realizar inversiones que cubran ese requerimiento de  50 % del consumo diurno.

Las reacciones en redes sociales llegaron de inmediato tras la noticia: muchos internautas celebraron el decreto, unos se mostraron escépticos con su implementación, y otra cantidad apreciable temió por el impacto que podría traer al sector privado:

“¿Es viable brindar un mejor servicio o aumentar mi producción para tener que pagar más (al invertir en paneles solares), y no solo por concepto de impuestos? ¿Cuántos negocios vamos a perder debido a este decreto? Cada vez la inversión en Cuba es más difícil”, comentó el usuario Horus en un artículo sobre el tema, publicado en Cubadebate, el estatal portal de noticias más leído en el país.

En efecto, la ley podría desestimular el emprendimiento en minindustrias o áreas productivas que normalmente consumen mucha electricidad; o incluso provocar que los negocios suban los precios de algunos productos y servicios, para recuperar el costo de la inversión.

Desde 2020, esta nación insular caribeña con 10 millones de habitantes soporta grandes dificultades para cubrir con sus plantas productoras la demanda interna de electricidad.

La inestabilidad del sistema electroenergético ha sido tan evidente que, en menos de dos meses, Cuba ha sufrido tres cortes eléctricos generales –el último ocurrió el miércoles 4 de diciembre– que han dejado sin luz a cientos de miles de personas durante días.

Trabajadores laboran en el interior de un taller privado de tornería, en el Patio El Triunfo, ubicado en La Habana, cuyo suministro eléctrico proviene de fuentes renovables. El nuevo decreto podría desestimular la inversión en sectores que normalmente consumen mucha electricidad. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Ante la falta de incentivos

El proyecto Patio El Triunfo, ubicado en el municipio capitalino de Regla, representa el ejemplo de un negocio privado que se autoabastece de fuentes de energía renovable. Tiene instalados paneles fotovoltaicos con una generación de 10 kilovatios (KW), además de calentadores y secadores solares, y un aerogenerador de 0, 5 KW.

Aquella energía “limpia” cubre la demanda en horario diurno de la vivienda y cuatro negocios que están arrendados en sus instalaciones, entre los que se encuentra un taller de mecánica de automóviles y uno de tornería.

Si bien los talleres existen desde 2010, a partir de 2018 el proyecto comenzó la producción autónoma de electricidad, cuyo excedente vende a la Unión Eléctrica.

El líder del proyecto, Félix Morfis, también representante en Regla de Cubasolar, organización no gubernamental que desde 1994 promueve en Cuba el uso de las fuentes renovables de energía en sustitución de las contaminantes, critica los precios de los paneles solares y las trabas burocráticas para acceder a créditos y comprarlos.

“Pareciera que el gobierno cubano no tiene interés ninguno en que la gente ponga paneles solares. Lo anuncian, dan mucha ‘muela’ (verborrea), pero en la concreta no hay nada en la mano”, dijo a IPS.

En los mercados minoristas de la comercializadora estatal Copextel, un módulo básico de generación de un KW, cuesta 2551 MLC, la moneda libremente convertible, que es  virtual y cuyo valor de referencia es el dólar.

El salario medio en Cuba es de 4648 pesos, unos 38, 7 dólares, según la tasa de cambio oficial de 120 pesos por un dólar.

El Ministerio de Finanzas y Precios emitió en 2021 la Resolución 359, que fijaba el precio por la energía –procedente de fuentes renovables– entregada al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) por productores independientes del sector residencial: 3 pesos el kilovatio hora (kWh), unos 0, 025 dólares al cambio oficial.

En octubre de 2023, el mismo ministerio aprobó la Resolución 238 que duplicó ese monto.

“Nos están pagando a 6 pesos (0,05 dólares) el KWh, pero la que gasto, me la cobran por el sistema normal. Me la venden cara y la cobran barata. No hay ningún incentivo”, agregó Morfis.

El “sistema normal” que menciona Morfis es una tarifa progresiva que se aplica al sector residencial, que tras superar los 450 KWh de consumo acumulado, empieza a valer más de seis pesos cada KWh, hasta alcanzar los 20 pesos el KWh (unos 0,17 dólares).

En cualquier caso, es un precio subsidiado, según afirman las autoridades, por lo que el coste de pagar la electricidad por el sistema electroenergético nacional es ínfimamente menor que el de importar o comprar en divisas los paneles solares. Al final, sale más rentable no invertir en fuentes de energía renovable.

Aun así, cada vez más personas invierten en paneles solares con baterías y han proliferado negocios privados que comercializan esos dispositivos, por los recurrentes cortes eléctricos y la escasez de combustible.

Sin nuevas cartas en la mano, el gobierno optó por imponer la inversión en fuentes renovables de energía, a través del Decreto 110.

“Lo más difícil es cómo se facilitará a todas las empresas la forma de pago de esos paneles”, opinó a IPS Néstor Pérez, un miembro del proyecto Patio El Triunfo.

Módulo básico para la producción de electricidad de fuente solar, en el interior de un mercado de La Habana, especializado en venta de equipos para aprovechar las fuentes de renovables, perteneciente a empresa estatal Copextel. Los paneles fotovoltaicos en Cuba son excesivamente costosos en relación al poder adquisitivo de la población. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Panorama de las fuentes renovables de energía

El nuevo decreto busca, además de que se genere energía de forma descentralizada y se reduzca la carga del Estado, que disminuya la dependencia de combustibles importados.

Desde 2019, cuando el gobierno emitió el Decreto-Ley No. 345 sobre el “desarrollo de las fuentes renovables y el uso eficiente de la energía”, se convirtió en prioridad esa política.

Cuba pretende que las fuentes renovables de energía representen 24 % de su matriz energética hacia 2030.

El presidente Miguel Díaz-Canel anunció el 27 de noviembre que en los próximos tres años se prevé conseguir más de 2000 megavatios (MW) de energía fotovoltaica, que equivale a dos millones de KW.

Sin embargo, de los 19 825 gigavatios hora (GWh) producidos en 2023, 46 % provino de las plantas termoeléctricas y 12, 6 % de emplear la energía térmica del gas natural acompañante del petróleo, según datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei).

Asimismo, 13, 8 % se produjo mediante los grupos electrógenos, generadores de electricidad interconectados al sistema que operan con diésel y fuel, y 22,7 % de las seis plantas flotantes (patanas) contratadas a la empresa turca Karpowership.

Apenas 0,5 % procedió de plantas hidroeléctricas y 1,2 % de energías eólicas y fotovoltaicas.

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