Canal Caribe.- Con los recuerdos del trovador Silvio Rodríguez, continuamos la serie de testimonios de personalidades que han tenido una relacion de entrañable cariño con la Compañia Infantil de Teatro "#LaColmenita", la cual cumplira mañana sus primeros 35 años de vida.
El milagro en la miel de La Colmenita de Cuba
La Habana, 14 feb (Prensa Latina) La agrupación de teatro infantil La Colmenita de Cuba irradia por estos días el mismo encanto entre niños, niñas y adultos que en sus tiempos fundacionales, hace hoy 35 años.
Por Mario Muñoz Lozano
Volver a sus presentaciones, como la del pasado domingo en el Anfiteatro de La Habana, es regresar a la infancia de la mano de hijos y nietos, porque más de una generación de cubanos creció con sus espectáculos, bailes y canciones.
Lo mismo en esta capital, donde radica su sede central, que en diversas provincias del país, donde con los años surgieron otras colmenas, la magia del grupo contagia de alegría y esperanzas a cuantos asisten a sus espectáculos.
Además de regalar su arte en giras nacionales o en presentaciones que realizan en zonas del país afectadas por eventos climatológicos, frecuentes en la isla, La Colmenita ha contagiado a miles de infantes en diferentes naciones del mundo.
El embrujo de la tropa de Carlos Alberto (Tin) Cremata atrapa lo mismo a nietos, hijos, padres, estrellas de la música y el deporte, que a embajadores o presidentes que han sido parte de su público y fanaticada durante años.
No importa cuál sea el espectáculo, La Cucarachita Martina, La Cenicienta según los Beatles, Ajiaco de sueños, Ricitos de Oro u otro… el encanto se repite, la sonrisa aflora y la euforia se desata entre los espectadores, lo mismo con los acordes del Pícaro pilluelo que con canciones del trovador Silvio Rodríguez, la salsa de Los Van Van o el Bacalao con pan de Irakeres.
La agrupación saca lo mejor de la gente, no solo de sus miembros; mientras los niños actúan, entre el público desaparecen los problemas, las frustraciones; así ha sucedido con el paso de los años y de varias generaciones de “colmeneros”.
Este 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad, La Colmenita cumple 35 años con la alegría de hacer feliz a millones de cubanos y no hay mejor regalo que ese.
35 años de La Colmenita: Siempre tratamos de aspirar a lo alto
Verónica Alemán Cruz
Cubadebate
El 14 de febrero de 1990 surgió la Compañía de Teatro Infantil La Colmenita. Fomentar valores humanos a través de la creación artística e integrar a niñas, niños y adolescentes al disfrute del arte fue su principal objetivo.
Con motivo del reciente galardón entregado a Carlos Alberto Cremata Malberti el pasado domingo 9 de febrero en el Anfiteatro de La Habana Vieja, el Premio Nacional de Cultura Comunitaria, y que la compañía teatral ostenta desde el año 1990, Cubadebate conversó con su director general y otros miembros de la misma.
¿Al calor de estos 35 años de fundada la Compañía de Teatro Infantil La Colmenita, qué significa para Tin Cremata recibir este premio?
–Para responderte, quiero empezar con una frase de Martí: ‘Música que exprese y sienta, no hueca y aparatosa. (...) Para la gente común, como nosotros, su poco de música común, porque es un pecado en esta tierra andar con la cabeza más alta que la de los demás. (…) Pero para uno, en su interior, en la libertad de su casa, lo puro y lo alto’.
“Hemos intentado mucho en lo puro y lo alto. Pero no hay que olvidar lo común, que es lo que hace la comunidad. El premio es de Cultura Comunitaria, precisamente, y nosotros nos hemos empeñado siempre no solo en estar al lado del más humilde, de ir a los sitios más recónditos. Siempre, desde el primer momento, el sueño de nosotros era ese: sacar los grandes espectáculos de las grandes salas capitalinas del teatro Karl Marx, del Nacional, del Heredia, de la Caridad de Santa Clara; y convertirlos en espectáculos de campaña. Eran igualitos, lo que no tenían las luces, la escenografíapero la pasión con que lo hacíamos, la entrega con que lo hacíamos en los lugares más intrincados de la Ciénaga de Zapata, en la Sierra Maestra, en el Escambray, en la Sierra de los Órganos, en donde quiera, era la misma. Quizás era todavía con más pasión, porque estábamos al lado del que más lo necesita. Y Martí también dice que ayudar al que más lo necesita no es solo parte del deber, si no, yo digo, sobre todo, de la felicidad. O sea, nos da mucha felicidad estar al lado de la comunidad, de la gente humilde, de los pobres de la tierra, del arroyo de la sierra que complace más que el mar, de los montes. Martí decía: ‘Arte soy entre las artes, y en los montes, montes soy’. Queremos ser como Martí”.
El día 14, La Colmenita arriba a sus 35 años. ¿Cómo ha crecido, cómo se ha convertido en adulta una compañía infantil?
–Eso es lo que crees, que 35 años para nosotros es adultez. En La Colmenita se vive el Síndrome de Peter Pan, no crecemos nunca.
“Si me ves en mi vida diaria, en todos los momentos aspiro siempre a estar a la altura de los niños. Mi mamá, que era una persona que se dedicaba a los niños de toda su vida, me dio el secreto cuando yo empecé con esto hace 35 años: Si vas a trabajar con niños, lo primero que tienes que hacer es quitarte los ojos y ponértelos en las rodillas. Tienes que mirar a su altura. Si los miras de arriba, ya pierdes el liderazgo. Pierdes la oportunidad de ser Tom Sawyer y llevarte a Becky Thatcher y a Huck Finn para la cueva. Para ser el flautista de Hamelin hay que estar a la altura de ellos. Y muchos dicen que yo soy un poco más niño que ellos, pero eso me enorgullece muchísimo, y no comprendo el mundo de los adultos. Cada vez me resulta más aburrido, con el mayor respeto.
“A mí lo que más me gusta es jugar, y el teatro es juego. Fíjate que en todos los idiomas las palabras teatro, actuar y jugar son la misma: en inglés es play, en francés, joué, en ruso, . El único idioma que los separa con términos diferentes es el español. En todas partes es una sola palabra, porque actuar es jugar, y ¿quiénes son los que más preparados están en la vida humana para jugar? Los niños.
“Los niños se hicieron para jugar, por eso es que en muchas partes del mundo nos dicen que no ven niños actores o cantantes sino niños que juegan a actuar o a cantar. Yo no aspiro a la coreografía perfecta, aspiro a la gozadera perfecta, al placer perfecto, que se entreguen a jugar arriba de los escenarios”.
¿Qué proyectos inmediatos tiene La Colmenita?
–Soñamos con llevar este espectáculo (Ricitos de Oro), que está tan en la nostalgia del pueblo, en una gira nacional, estoy seguro que lo vamos a lograr. Ir a todas las provincias y ojalá no actuemos solamente en las capitales, cada vez nos resulta más difícil. Es que en las capitales provinciales se convoca más pueblo, ¿no? Pero ojalá nos permitan hacer lo que más nos gusta, que es ir, por ejemplo, a la tierra natal de mi hermano Eduardo Sosa, a Tumba Siete. A esos lugares. A la Ciénaga, a la Sierra Maestra, La Isabelita, esos son lugares paradigmáticos para nosotros, que nos dieron la mayor felicidad. Ojalá podamos volver con este espectáculo a todos esos lugares. Nosotros actuamos donde quiera, lo llevamos todo. Y lo mismo en un piso de tierra. No hay ninguna limitante. Incluso yo recuerdo que la función donde más público convocamos en toda la historia de La Colmenita fue en un lugar de Pinar del Río, de allá cerquita del Cabo de San Antonio, que se llama La Bajada. Había 30 niños colmeneros en el escenario y 14 en el público. Pero eran los 14 niños en toda La Bajada. Convocamos y pusimos ahí a la población infantil completa de un territorio. ¿Quién puede decir eso? Eran poquitos pero estaban todos, eso es lo que nos encanta a nosotros.
Niñas colmeneras
No se puede hablar de esta compañía sin sus actores principales: los niños. Mientras recogían el escenario, varias actrices jugaban en él. Entablar conversación fue simple.
¿Desde cuándo están en La Colmenita?
–Camila Viñas Rodríguez: Llevo aquí desde que soy un bicho, como 11 años, y tengo 13. Mi hermana ya estaba cuando yo empecé. La Colmenita me ha dado tantos valores humanos, tantas cosas que una dice: Si yo hubiera sido una niña que no hubiera estado en ningún grupo de teatro, yo no sería así. Porque yo ahora mismo, a quien necesite mi ayuda se la doy sin pensar, y en eso La Colmenita me ha enseñado a sentir que soy buena persona. Y es que Tin nos enseña un tipo de valor que nos educa desde Martí. Todos los Versos Sencillos nos enseñan a dar sin pensar que nos lo van a devolver.
¿Y qué es lo que más les gusta de todo lo que hacen?
–Camila Viñas Rodríguez: A mí me gusta más actuar. Cuando sea grande quiero ser actriz. Y no quiero pensar en el momento en que sea grande y ya tenga que irme de La Colmenita.
–Michele Elianet Olivera: Yo también quiero ser actriz, porque desde muy pequeña también estoy aquí en la compañía, desde que tengo dos años y ya tengo 12. Llevo una década y estoy muy feliz y muy agradecida de haber entrado.
¿Cómo llevan la escuela con los ensayos?
–Camila Viñas Rodríguez: Tin siempre nos dice que primero está la familia, luego la escuela y después La Colmenita. Algo que nosotros no cumplimos porque ponemos siempre La Colmenita delante. Es que aquí nos divertimos, aquí estudiamos. Yo me acuerdo una gira que estuvimos por Santiago, Holguín y otras provincias y mis amigos tenían una prueba y había una maestra de Matemáticas que los repasó y salieron súper bien. Nos exigen, y es buenísimo porque sabemos llevar la escuela con los ensayos. Yo prefiero actuar aquí, estudiando con mis amiguitos, en mi casa, literalmente porque La Colmenita es mi casa. Nada se siente como una carga.
–Michele Elianet Olivera: Nosotras cuando llegamos a los ensayos nos ponemos a estudiar en el salón azul, que es como un área de estudio que hay allí y es muy relajado.
Y tú, pequeña Ricitos de Oro, ¿qué edad tienes? ¿Cómo llegaste hasta aquí?
–Valeria Savchenko Soto: Yo tengo ocho años y estoy acá desde 2022. A mí me gustaba mucho actuar, y yo estaba en un taller, que es el Taller del Guille, y también me gustaba mucho bailar, estaba con toda mi energía y dijeron que entrara a La Colmenita. Después hice una serie, Juntos pero no revueltos, con otros niños de ese mismo taller. Y después de eso yo entré a la compañía.
¿Qué significa para ti ser Ricitos de Oro y tener a todos los niños del anfiteatro mirándote?
–Valeria Savchenko Soto: La primera vez, que fue en el Karl Marx, a mí me emocionó mucho, yo estaba un poco nerviosa. Esta vez no estaba tan nerviosa pero sí muy emocionada porque me gustó más esta obra que la que hicimos en el Karl Marx. Me gusta más esta música y me encanta actuar.
¿Y vas a estar en La Colmenita hasta que seas grande?
–Valeria Savchenko Soto: Muy grande.
Crecer y educar a otros
Déborah, o Deby, como la conoce la mayoría, se formó en la compañía. Ahora es ella quien se encarga del Taller de los Chiquirriticos.
¿Qué significa esta escuela para ti?
–Crecí aquí, desde los 13 años soy parte de la compañía. Lo que soy, se lo debo a La Colmenita. Toda mi infancia y mi adolescencia. Me gradué de la Escuela de Arte y vine a trabajar a ella. Soy profesora ahora del Taller de los Chiquirriticos. Lo único que puedo enseñar creo que sería La Colmenita.
“Todo lo que yo pueda ser, lo que pueda expresar, lo que yo pueda sentir es parte de lo que he vivido toda la vida, lo que he aprendido, desaprendido y vuelto a aprender aquí en la colmena”.
¿Cómo enseñas a los más pequeñitos de La Colmenita?
–Jugando. No hay mejor manera de llegar a los niños que jugando, poniéndose a la estatura del niño y jugando con ellos como si fueras uno más. Nos cuesta mucho vernos como maestros, porque somos parte de los niños y somos un poco como los guías: pa´quí, pa´llá y lo que hay que hacer; pero no es la imagen del maestro como el que enseña y dicta cómo hay que hacer las cosas. Muchas veces enseñamos desde el hacer.
“Hacer junto con ellos, jugar junto con ellos, bailar junto con ellos y ser parte del equipo y la familia que es. La Colmenita deja de ser un equipo para ser una familia donde todo el mundo se ayuda, se conoce, donde todo el mundo es parte”.
¿Qué significa para ti haber crecido en la colmena y que ahora tu hijo también forme parte de ella?
–Es como seguir en la zona de confort, como seguir trabajando en la casa, con la familia, haciendo no lo que uno sabe sino lo que uno es. Es como estar en casa siempre, es parte de mi cotidianidad.
¿Cómo imaginas la colmena dentro de 20 años?
–A lo mejor Tin un poco más viejo (risas) porque la vida pasa y los años pasan pero igual, yo sigo viendo La Colmenita con su esencia, que no se pierde porque seguiremos siendo de igual manera. Es como la vida, que pasa pero somos nosotros. Los tiempos pasan y nos acomodamos a los tiempos pero seguimos siendo nosotros. Veinte años no, un poquito más creo que llegaremos.
¿Entonces cree Déborah que hay Colmena para rato?
–Siiiiii.