A 71 años de la excarcelación de las dos únicas mujeres participantes en el histórico asalto al cuartel Moncada.

Marilys Suárez Moreno - Revista Mujeres.- El 20 de febrero de 1954 salieron de la antigua prisión de mujeres de Guanajay las Heroínas del Moncada, Haydée Santamaría Cuadrado y Melba Hernández Rodríguez del Rey, luego de cumplir la sentencia impuesta por el tribunal que las juzgó por su participación en aquellos sucesos.


Contaba Marta Rojas, al referirse a la excarcelación de las dos heroínas del Moncada que, con la mayor discreción, dada la calidad de las excarceladas, un grupo de militantes ortodoxos, así como los padres de ambas combatientes, se reunieron en Guanajay, para recibirlas a la salida de la cárcel.

Tras el conmovedor encuentro, Marta le preguntó a ambas qué pensaban hacer. Sin dudarlo, respondieron: " Empezar de nuevo, tenemos una deuda con nuestros hermanos muertos".

Bajo su calidad de enfermeras, ellas podían haber sido absueltas si aceptaban la defensa de que desempeñaban un “móvil noble, humanitario”, le dijeron, pero el día del juicio en el que fueron sentenciadas por el delito de romper “la estabilidad de la república”, se negaron a la posibilidad de que las indultaran y asumieron su responsabilidad en los sucesos del 26 de Julio de 1953 en el Moncada.

Fueron condenadas a siete meses de cárcel, pues según narró la periodista Marta Rojas, testigo del juicio, quedó más que probado desde el punto de vista jurídico y real que habían participado en los hechos en calidad de enfermeras.

Testigos y participantes excepcionales de aquel histórico asalto al cuartel Moncada, ambas denunciaron los crímenes de una veintena de combatientes, encabezados por Abel, segundo jefe del Movimiento y hermano de Haydée, y su novio, Boris Luis Santa Coloma, quienes fueron salvajemente torturados y asesinados luego.

A partir de ese mismo día, ambas mujeres, quienes se habían conocido en la primavera de 1952, tuvieron una peligrosa misión que cumplir: quizás la segunda en importancia luego de su participación en el asalto al cuartel Moncada: Divulgar clandestinamente el Manifiesto a Cuba que sufre, y lo que se consideró la tarea más trascendente: editar y distribuir La historia me absolverá, que Fidel había reconstruido y hecho salir de la cárcel hoja a hoja.

Sabían, pues Fidel se los informó desde la prisión, que este estaba preparando un documento que contenía en sí el programa del Movimiento. Era la reconstrucción del informe pronunciado por él en el Juicio del Moncada, el 16 de octubre de 1953.

De a poco y siempre por mediación del Líder de la Revolución, las dos mujeres fueron notificadas sobre cómo hacer la edición.

Fidel les indicaba el formato, los blancos que debían tener entre capítulo y capítulo y la cantidad de ejemplares que convenía editar, unos cien mil folletos. Con el texto completo, venía la tarea de mandarlo a imprimir y distribuirlo. Para ello hacía falta dinero y se les orientó encontrar entre los compañeros los medios necesarios.

Aglutinar las fuerzas dispersas y atraer nuevos elementos a la lucha contra la tiranía fue otra de las encomiendas de Fidel, confinado todavía en la llamada Prisión Modelo de Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud. De hecho, formaba parte de esa misión que, según sus propias palabras, tenía un significativo valor por su contenido ideológico y sus tremendas acusaciones.

Como lo recaudado no alcanzaba para realizar la tirada del alegato de Fidel La historia me absolverá, el grupo encargado de la tarea, con Melba y Haydée a la cabeza, apeló a un recurso muy usual entonces: la rifa.

En este caso, unos televisores inexistentes, pues luego se explicaba que no había tal sorteo y que lo recaudado sería empleado en la lucha. En la distribución desempeñaron un papel trascendental los hermanos Gustavo y Machaco Amejeiras, combatientes de la clandestinidad, caídos posteriormente.

Por Santiago de Cuba, escenario heroico del Moncada, comenzó la repartición de los históricos textos. Pero los fondos no alcanzaban, y se les preguntó a los Amejeiras cuánto necesitaban para llevar los ejemplares a cada provincia y estos dijeron que con cinco pesos para llenar el tanque de gasolina, bastaba. Así, en medio de la represión, fue distribuido en todo el país La historia absolverá.

Para la periodista Marta Rojas resultó conmovedor aquel reencuentro con las moncadistas. En especial para Joaquina, quien había perdido a su hijo Abel en el Moncada, abrazar a su Yeyé fue de un impacto extraordinariamente dramático.

Escribiría que un rato después Haydée la hizo sentar con ella y Melba en un banco cercano para que le contara algo más del juicio de Fidel. Luego, la conversación giró en torno a lo que harían a partir de ese momento. Sin dilación, dijeron. “Empezar de nuevo, luchar otra vez”.

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