Presentación de algunos de los ejemplares de la Biblioteca del Pueblo. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.
Yilena Héctor Rodríguez
Cubadebate
El 19 de febrero fue presentada en la XXXIII Feria Internacional del Libro de La Habana la Biblioteca del Pueblo, una iniciativa que regresa al panorama cultural, esta vez con 82 volúmenes, para poner a disposición del público lo más selecto de la literatura universal y cubana.
Para conocer sobre los orígenes, perspectivas y presencia del proyecto en la Feria del Libro que recorrerá todo el país, Cubadebate dialogó con Josué Pérez Rodríguez, vicepresidente editorial del Instituto Cubano del Libro (ICL).
La Biblioteca del Pueblo resurge en 2025… había sido un proyecto implementado poco después del triunfo de la Revolución. ¿Podría comentar brevemente cuáles fueron sus orígenes?
—Como una colección de la etapa revolucionaria, la Biblioteca del Pueblo tuvo sus comienzos en una publicación de El Quijote, divulgada por la Imprenta Nacional que fundara Alejo Carpentier.
“Presumo que fue una manera desprejuiciada de retomar un arma de la primera intervención estadounidense en Cuba (1898-1902), cuando los interventores crearon una biblioteca para el pueblo, y dieron a conocer determinadas obras, cuyo objetivo era establecer las líneas educacionales y de lectura en el país.
“Luego, en la primera mitad del siglo XX, los maestros con una formación independentista arraigada hicieron un gran esfuerzo por sobrepasar los textos dictados en los planes de estudio y ofrecer nuevas obras a sus estudiantes, en aras de “despertarlos” desde el punto de vista ideológico.
“La Biblioteca del Pueblo alcanzó renombre a partir de la fundación del Instituto Cubano del Libro, en 1967, y cuando comenzó a integrar la colección de la editorial Arte y Literatura, fundada posteriormente.
“En su impulso inicial intervino un equipo multidisciplinario, donde destacaron los escritores Edmundo Desnoes y Ambrosio Fornet; y el diseñador y pintor Raúl Martínez, quienes integraban la vanguardia artística del país.
“Durante esa etapa la Biblioteca del Pueblo alcanzó un verdadero impacto en la población. Publicó muchos clásicos de la literatura universal y libros contemporáneos, cuyos autores aceptaban su divulgación en Cuba.
“También era otro contexto, donde la difusión no se ceñía tanto a la exclusividad de los derechos de autor por región”.
¿Qué papel jugó Fidel en la concepción de aquel proyecto?
—El Comandante en Jefe es fundamental en todos los empeños vinculados con el libro, no solo en esta colección, sino en la creación del Sistema Editorial Cubano en su conjunto, el Sistema de Ediciones Territoriales, y la propia Feria Internacional del Libro, que no existían antes del triunfo de la Revolución.
“Su condición de artífice principal se debió, en buena medida, a su amplia cultura, pues fue lector de los grandes clásicos. Además, actuaba como uno de los principales agentes literarios para que las editoriales obtuvieran el derecho a publicar determinadas obras.
“Existen anécdotas que relatan cómo Fidel invitaba a cenar a ciertos autores, conversaba con ellos toda la noche y, cuando se despedían, estos le dejaban el derecho de publicar sus obras.
“Luego esos textos se difundían a través de un sistema que no está diseñado para obtener ganancias, sino para que el libro tenga un precio justo y llegue a toda la población.
“Fidel participó en la elaboración de planes editoriales, sobre todo en los primeros años, cuando se priorizaba elevar rápidamente el nivel educativo de la población mediante la socialización de textos fundamentales, no solo de literatura, sino también de ciencia”.
¿Por qué se interrumpió un proyecto tan importante?
—La colección tuvo gran desarrollo hasta finales de la década de 1980. Pero luego vino el período especial, con las limitaciones que ya conocemos, y se redujeron drásticamente las publicaciones del Instituto Cubano del Libro. Entonces la colección dejó de existir.
Temporalmente, porque ahora regresa…
—Sí, te cuento un poco cómo surge la colección actual.
“La propuesta nació a partir de una idea del ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau, quien reunió a un grupo de intelectuales y escritores, como Virgilio López Lemus, Jorge Ángel Hernández, Francisco López Sacha, Rogelio Riverón, Iroel Sánchez y Eduardo Heras León. Todos trabajaron en proponer obras que para ellos fueran clásicos de la literatura.
“Tras la idea estuvo la intención de que determinados textos permanecieran en las librerías la mayor parte del tiempo, a partir de la creación de una política de reimpresiones y reediciones de obras, que se complementara con la publicación de novedades desarrollada hasta ese momento por el Instituto Cubano del Libro.
“En nuestra Feria del Libro -a diferencia de otras en el mundo donde las editoriales llevan su catálogo y alguna novedad-, las editoriales cubanas aparecían con un volumen casi total de novedades. Hubo ediciones con 800 nuevos títulos impresos a gran escala.
“Pero no habíamos podido concretar un nivel de clásicos y obras relevantes, formadoras de lectores, como se propuso hacer el ministro en esta oportunidad. La idea era contribuir también al Programa Nacional de la Lectura.
“Cuando se nos propuso la iniciativa, creímos que lo más conveniente era retomar aquella Biblioteca del Pueblo (que había tenido esos mismos objetivos), y conectarla con la realidad actual.
“Era un desafío que ese hermoso proyecto regresara, pero fue aceptado por todos, y comenzamos a trabajar en el diseño de la colección, con la elección de los títulos de la primera entrega.
“Incluimos, en número similar, clásicos de la literatura universal y cubana, así como libros para niños y de pensamiento. La colección contiene obras de José Martí, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Gabriela Mistral, Fernando Pessoa y muchos otros; y clásicos desde El cochero azul hasta Madame Bovary”.
¿Cómo pretenden socializar la Biblioteca en cada rincón del país?
—Será distribuida por todas las provincias. Como parte de la Feria del Libro, llegarán ejemplares de todos los títulos a cada región.
“El esfuerzo para sacar a la luz las obras ha sido grande, con ediciones de entre 3 000 y 5 000 ejemplares como promedio. Son números lógicos en el mundo actual, y publicaciones decorosas.
“No obstante, sabemos que muchos de esos títulos se agotarán y, a partir de ese momento, tendremos que hacer reimpresiones, en aras de que exista una demanda satisfecha, dentro de las posibilidades actuales de la industria editorial”.
¿Existe ahora mismo algún sitio donde descargar completa la Biblioteca en formato digital?
—Se están descargando títulos en varios sitios. Hoy la venta del libro electrónico pasa por diversas tiendas y, a medida que la Feria avance, se irán incorporando otras obras de esta colección en formato digital.
“En cada Feria provincial habrá versiones electrónicas gratuitas. También se comercializarán textos en plataformas como Ruth Casa Editorial, la tienda de libros de Citmatel, entre otros espacios.
“Cuando el evento llegue a Santiago de Cuba, esperamos contar con todos los títulos digitalizados, para ponerlos a disposición del pueblo en una gran carpeta. Las muestras de la colección completa serán entregadas en sus ediciones digitales a las bibliotecas de cada provincia”.
¿Cómo se pronostica el futuro de esta colección? ¿Hay posibilidades de ampliar su catálogo?
—Debe venir una segunda edición de la Biblioteca del Pueblo. Ya tenemos casi definidos los títulos, e incluye clásicos tan relevantes como los de la primera entrega, así como reimpresiones y reediciones de los libros más solicitados de esta primera publicación.
“La idea con cada edición es sacar a la luz novedades y reimprimir los libros más demandados en momentos anteriores. De las posibilidades del país dependerá la cantidad de títulos que se pueda divulgar y el número de ejemplares disponibles para distribuir desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí.
“Queremos mantener estas publicaciones todos los años, en la medida de lo posible. El lector siempre necesita los grandes clásicos”.