Dedicarán 34 Feria del Libro al centenario del natalicio de Fidel
Nelson Hair Melik Marrero
Foto: Javier Arzuaga
Santiago de Cuba, 23 mar (ACN) La 34 Feria Internacional del Libro, a desarrollarse del 12 al 22 de febrero del 2026, estará dedicada al centenario del natalicio del líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro, trascendió hoy en el Salón de los Vitrales de la Plaza de la Revolución General Antonio Maceo, de Santiago de Cuba.
Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto Cubano del Libro, al dejar clausurada la edición 33 de la mayor fiesta nacional de la literatura, refirió que, ante la obra imperecedera y el ejemplo del Comandante en Jefe, se reafirma el compromiso de trabajar por mantener y perfeccionar esta hermosa conquista de la Revolución.
Señaló que en esta ocasión se pusieron a la venta de la población dos millones 400 mil ejemplares físicos y más de tres mil en formato digital, expresión de la voluntad de continuar apostando por la cultura integral de la ciudadanía.
La nueva edición de la colección Biblioteca del Pueblo, principal iniciativa del Programa Nacional por la Lectura, es un símbolo de la importancia otorgada por Cuba a la cultura, educación y acceso al conocimiento, lo cual representa un esfuerzo consciente por garantizar que el hábito de la lectura continúe siendo un derecho universal y herramienta para el crecimiento personal y colectivo, afirmó.
Según expresó, se desarrollaron más de seis mil 300 acciones literarias y artísticas, y presentaron más de mil 300 novedades, en tanto participaron más de 400 representantes de 61 países, cifra récord esta última, muestra de la solidaridad y confianza en la mayor de las Antillas.
La asistencia total del público ha sido estimada, preliminarmente, en más de 900 mil personas que, pese a las limitaciones, demuestran la avidez del pueblo, de manera especial niños y jóvenes, por el libro y la literatura, señaló.
Dijo que la República de Sudáfrica, como país invitado de honor, regaló un programa representativo de su cultura, arte y saberes, por lo que su participación será recordada como un trascendente momento de las relaciones entre ambos países.
Rodríguez Cabrera resaltó la labor de salones profesionales, el proyecto Nuestra Historia, los pabellones infantiles Tesoro de Papel y las aulas de lectura y formación de valores que, de conjunto con el Ministerio de Educación, realizaron su segunda experiencia.
El proyecto Cubadigital en su séptima edición, con el concurso de varias entidades cubanas y extranjeras, representó una avanzada que se consolida en el uso de las nuevas tecnologías para el bien de la cultura y el sector, expresó.
Manifestó la amplia programación del evento, que se extendió por todo el territorio nacional y, además de contemplar las dedicatorias centrales, rindió homenaje a los más destacados escritores y hechos literarios de cada región.
Transmitió el reconocimiento a quienes, encabezados por el Partido Comunista de Cuba (PCC) y el Gobierno, sortearon las complejas circunstancias en que vive el mundo, y especialmente la isla caribeña por las restricciones impuestas por el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos, a fin de brindarle a la familia cubana este jolgorio de las artes, que se reafirma cada año como el mayor evento cultural del país.
En la cita, a la que asistieron Beatriz Johnson, primera secretaria del PCC en la provincia; Alpidio Alonso, ministro de Cultura; Manuel Falcon, gobernador, y, representantes de las organizaciones políticas y de masas, así como personalidades y profesionales del ramo, se agasajaron al ensayista Virgilio López Lemus con la distinción Visitante Distinguido, y a la académica Francisca López Civeira con la Llave de la Ciudad.
Además, Ediciones Santiago mereció el reconocimiento “Con el esfuerzo de todos”, por su papel relevante a favor de la literatura local y nacional.
Antes, fue presentado el libro Bertillon 166, de José Soler Puig, por Olga Portuondo, historiadora de la ciudad, quien expresó que la obra de ese autor constituye el mejor testimonio de la cruenta represión sufrida bajo la tiranía de Fulgencio Batista en Santiago de Cuba entre 1953 y 1958.
Puig dejó plasmado en su excepcional texto aquella atmósfera de terror que la comunidad santiaguera padeció, afirmó.
La Feria Internacional del Libro en la nación antillana esta concebida como espacio de diálogo entre las literaturas provenientes de disímiles culturas, constituyendo referente en la presentación, exhibición e intercambio de la mejor bibliografía cubana, latinoamericana y universal.
Al cierre de una fiesta, el anuncio de lo que vendrá
La edición 34 de la Feria Internacional del Libro estará dedicada al centenario del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz
Luis Alberto Portuondo
Granma
Foto: Dunia Álvarez Palacios
Santiago de Cuba.– El evento cultural de mayor amplitud y alcance en la Isla, la Feria Internacional del Libro, cerró su edición 33, como es tradición, en esta ciudad, tras reconocer «a todos los que la hicieron posible (...) a la República de Sudáfrica y los más de 400 representantes extranjeros, cifra récord que da muestra de la seguridad y confianza que inspira Cuba (...), y el respeto a la diversidad, con la realización de más de 6 300 acciones artístico-literarias».
Así lo destacó el presidente del Instituto Cubano del Libro (icl), Juan Rodríguez Cabrera, en el emblemático Salón de los Vitrales de la Plaza de la Revolución Antonio Maceo Grajales. Trascendió, asimismo, que fueron presentadas más de 1 300 novedades editoriales, «y se comercializaron unos 2 400 000 libros físicos –de los que 510 000 ejemplares se vendieron a precios subsidiados por el Estado–, más de 3 000 en formato digital, y la asistencia estimada ascendió a 900 000 personas».
Rodríguez Cabrera también encomió que, en sus 25 años, «el sistema de sellos editoriales territoriales ha puesto a disposición del público lector cinco millones de ejemplares».
En la ocasión, le fue entregada la Llave de la Ciudad de Santiago de Cuba a la destacada intelectual Francisca López Civeira, y el reconocimiento de Visitante Distinguido a Virgilio López Lemus –a quienes estuvo dedicada esta edición 33–, concedidos por la Asamblea Municipal del Poder Popular; así como el reconocimiento Con el Esfuerzo de Todos Venceremos, del Gobierno Provincial, al sello editorial Ediciones Santiago.
Ante la primera secretaria del Partido en la provincia, Beatriz Johnson Urrutia; el ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau; otros dirigentes políticos, gubernamentales y del sector de la Cultura, artistas y escritores, se anunció que la 34 edición de la Feria estará dedicada al Centenario del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, «quien nos legó su obra imperecedera y su ejemplo».
Aproximaciones a la industria del libro en Cuba y el mundo
Josué Pérez Rodríguez
Cubadebate
Analizar el comportamiento del mercado global de libros en los últimos años nos deja muchas interrogantes y esperanzas; también nos impone un camino hacia el aprendizaje constante. Son muchas las variables que se bifurcan, desde el impacto de la pandemia del COVID-19, la disruptiva incursión tecnológica, la pugna entre los grandes grupos editoriales y los pequeños, hasta el blockchain y los NFT.
Atrás ha quedado la controversia avivada desde el año 2010 respecto a si el libro en formato digital desplazaría por completo al libro impreso. Si bien el mercado del libro digital crece cada año, aún está lejos de sustituir al libro impreso. Un estudio del sitio Statista sitúa el mercado de libros electrónicos en un 13,3 % de un mercado total que ronda los 140 000 millones de dólares.
El libro en papel continúa siendo una invención tecnológica sofisticada, que recrea conexiones emocionales y estéticas únicas. Del mismo modo, en la llamada era del metamodernismo, la experiencia de la lectura se desarrolla en múltiples formatos, y el libro electrónico es una oportunidad extraordinaria. En este sentido, el libro en formato papel y electrónico son complementos para la lectura, no adversarios.
La pandemia del COVID-19 y la complementariedad del libro electrónico y el de papel
Quizá ningún experto en el mundo pudo prever todos los rostros de la pandemia en la industria editorial. Cuando el confinamiento impidió el acceso a las librerías, la industria del libro enfrentó desafíos sin precedentes. Miles de pequeños emprendimientos quebraron, los poligráficos dejaron de imprimir libros, y las industrias papeleras disminuyeron drásticamente la producción de papel y aumentaron la producción de cartón para responder al comercio electrónico. Para los grandes grupos editoriales el alza del comercio de libros electrónicos significó su existencia y expansión.
En el caso particular de Cuba, bloqueada de participar en el comercio electrónico mundial —también en lo relacionado con libros— esta preferencia por formatos digitales fue muy evidente en los cientos de miles de descargas gratuitas (cifras inéditas) realizadas a través del portal Cubaliteraria.
Sin embargo, después de meses de confinamiento y uso excesivo de las pantallas, la necesidad de los libros impresos empezó a crecer. Varias investigaciones sobre el impacto psicológico del confinamiento, como el publicado por la revista Computers in Human Behavior (2021) y The Lancet y Journal of Affective Disorders, señalaron que la fatiga digital incrementaba los niveles de estrés, ansiedad y fatiga mental.
Las ventas de libros impresos comenzaron a elevarse otra vez. El reconocido librero colombiano Álvaro Castillo me confesó que, en la etapa de pandemia, sus ventas de libros aumentaron significativamente, siempre apoyadas por una promoción acertada en las redes sociales. Experiencias similares sucedieron en Cuba, donde el Centro Provincial del Libro de Camagüey se destacó en sus resultados comerciales por las estrategias desarrolladas para llevar el libro solicitado hasta los lectores.
El mercado global de libros se analiza esencialmente en términos de ingresos. Estados Unids es el más grande de todos, genera hasta 30 mil millones de dólares al año. Le sigue Europa, y China, con ingresos de hasta 20 mil millones de dólares. América Latina tiene sus mayores mercados en México y Brasil, seguidos por Argentina y Colombia.
Ese dato mercantil siempre será sesgado, porque, en realidad, el mercado global de libros, en las últimas décadas, se ha ido condensando en un número reducido de gigantescos grupos editoriales. Penguin Random House, el más grande del mundo, publica en más de 50 idiomas y en el mercado hispanohablante ha adquirido sellos icónicos como Alfaguara, Sudamericana, y Debolsillo, entre otros.
El dominio cada vez mayor de estos grupos reduce el horizonte creativo, fomenta el fenómeno de escritor mediático, simplifica la complejidad cultural e influyen decisivamente en el estado de opinión: sus autores están casi obligados a realizar un sinnúmero de entrevistas en medios de prensa hegemónicos. Todo eso sin hablar del férreo dominio sobre las plataformas digitales y la presión desleal sobre editoriales y librerías pequeñas.
Un fenómeno como la autopublicación ha intentado escapar de ese magnetismo, aunque con muchísimos inconvenientes que van desde la calidad hasta la saturación en plataformas de ventas. La web 3.0, basada en el blockchain, sí parece tener todo para equilibrar un poco las reglas del juego. Propone un sistema descentralizado, donde los usuarios pueden interactuar de igual a igual en cualquier ámbito transaccional.
Por otra parte, NFT (non-fungible tokens) es una tecnología que permite crear un activo digital único e indivisible que se almacena en el blockchain como si fuera una criptomoneda, pero a diferencia de estas, no es intercambiable porque cada unidad tiene un valor único. En otras palabras, cada copia vendida de un libro digital es original, como si fueran ejemplares de libros impresos y numerados.
Esta tecnología, que se basa en su transparencia, permite ser verificada en todo momento y conocer al dueño de cada copia. Es una garantía incuestionable sobre la propiedad intelectual. Si un autor verifica la autenticidad de su libro, se registra en el blockchain como únicamente suyo.
Cada vez que se venda una copia, en cualquier plataforma que pueda existir, la editorial y el escritor recibirán el porcentaje de derechos de autor que les corresponda por cada reventa. El blockchain permite perpetuar la monetización de la propiedad intelectual, porque todas las transacciones están registradas y son trazables.
En el modelo actual, los datos están centralizados y muchas veces ocultos; en cambio, en el blockchain todas las transacciones son públicas. La poca transparencia de las copias digitales y su paradero siempre ha causado inquietud y desconfianza en los escritores.
No solo la industria editorial global logró sus innovaciones en el área digital. Contrario a lo ocurrido con la desaparición acelerada de los grandes poligráficos destinados a la impresión de periódicos, las tecnologías de impresión y distribución de libros logró incorporar cambios y su adaptabilidad a las demandas.
Algunos colegas plantean con añoranza cómo en Cuba se lograba producir hace décadas 50,000 ejemplares o más de un título determinado. Sin embargo, esa realidad no es solo de Cuba, y los parámetros de tiradas de ejemplares que existen hoy en el mundo son similares a los de nuestro país. Si en los años ochenta se apostaba por imprimir 200,000 ejemplares de un bestseller, hoy en día llegan a 100,000 ejemplares con una distribución global o se van imprimiendo según se agote la tirada anterior. Lo estándar es publicar entre 3,000 y 5,000 ejemplares.
Por otra parte, la impresión bajo demanda y la impresión digital han logrado una calidad similar o superior a la tradicional offset, con la posibilidad de realizar tiradas mínimas que incorporan formas muy eficientes de distribución en todo el mundo. Para nuestro país, todavía es un desafío este tipo de impresión, por el alto costo que conlleva producir un ejemplar con esta tecnología.
Cuba y los retos de su sistema editorial
El libro en Cuba se concibió de manera diferente al resto del mundo. No es que sea mejor o peor, es diferente, como bien recalca en eventos internacionales Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto Cubano del Libro. La lectura y el acceso a la cultura se concibieron desde el inicio como un derecho. La acción más simbólica fue la publicación de El Quijote, de Cervantes, con una tirada masiva de cien mil ejemplares para una población de poco más de 6 millones de habitantes, donde casi el 24 % era analfabeta.
Posteriormente se creó y perfeccionó el sistema editorial, profundamente subsidiado por el estado. En el año 2000 se inicia el Sistema de Ediciones Territoriales y se impulsan otra vez las publicaciones para sustentar el nuevo diseño de la Feria Internacional del Libro, única en el mundo, porque recorre todo un país.
En el año 2001 abre sus puertas la Editorial Electrónica Cubaliteraria y el Portal Web del mismo nombre, dedicado a la promoción de la literatura cubana. Fue la única Editorial Electrónica con un Portal Web dedicado a la literatura y, quizás, la única de las pocas editoriales puramente electrónicas fundadas en Latinoamérica en esos años que existe hoy en día.
La creación del Proyecto Cuba Digital y la implementación del Programa Nacional para el Desarrollo del Libro Digital han logrado importantes avances en innovación. En consulta con el destacado librero uruguayo Boris Faingola, expresidente del Grupo Iberoamericano de Editores (GIE), este proceso difícil ha fortalecido al sistema editorial cubano en comparación con otros países latinoamericanos que asimilan estas tecnologías a través de los grandes grupos editoriales y la globalización del comercio electrónico.
En las condiciones económicas actuales de Cuba, y en medio de la implementación de un nuevo modelo económico, sustentar la industria del libro es un reto. Largo es el camino desde que se entrega un original en una editorial hasta que se toma un libro en las manos.
En él intervienen varios organismos, desde la compra de insumos en el exterior (Ministerio de Comercio Exterior), procesos productivos del libro (ICL, editoriales e industria poligráfica), empresas transportistas y comercialización (Centros Provinciales del Libro y la Literatura y sus librerías). Este efectivo encadenamiento es muy vulnerable en épocas de crisis económica.
Hace años, en un intento de hacer más sustentables y prósperas a las editoriales, algunas de ellas se convirtieron en empresas, para después rectificar y regresarlas al modelo presupuestado. No estaban creadas las condiciones para su existencia. La política cultural respecto al libro no debe entrar en contradicción con la Cuba de hoy.
Es necesario que el principio de que el libro y la lectura continúen siendo un derecho de todo el pueblo no se pierda ni en un ápice. Un ejemplo acertado de la subvención es la Biblioteca del Pueblo, su impacto entre los lectores es la típica inversión en cultura que no se puede medir en términos económicos directos, pero está más que probado que no se trata de un gasto.
Solo el costo poligráfico de un ejemplar de un tomo de El Ingenio, esa maravillosa obra de Manuel Moreno Fraginals, es de 400.00 CUP, y su precio de venta es de 80.00 CUP. Esa diferencia se muestra sin tener en cuenta los costos puramente editoriales, y el hecho de que los insumos se adquieren en divisas.
Es acertado que la política de precios no se aplique idéntica a todas las temáticas; es decir, no se subvenciona por igual un libro como La Edad de Oro, de José Martí, que un libro sobre el trabajo con metales en la escultura, por ejemplo.
Sin embargo, quedan muchos nichos abiertos; para nadie es un secreto que existe una amplia demanda de la población en otros productos asociados al conocimiento que son comercializados a altos precios, en la Feria del Libro de La Habana, por expositores extranjeros.
Tanto para el sistema editorial como para las empresas poligráficas, e incluso los emprendimientos privados, lograr encadenamientos productivos y esquemas de financiación que respondan a esas necesidades sería una oportunidad de competir, respaldando la política cultural en cuanto a los contenidos y también con precios más justos para la población.
De la misma manera, debemos preguntarnos, ¿solamente es válido producir ediciones populares, es decir, libros de factura modesta, aún cuando sean o no de ficción? ¿Por qué no realizar ediciones de mayor calidad en su factura, teniendo en cuenta que la industria ha implementado una inversión con tecnología de primer nivel en el mundo?
Por supuesto, esos libros no podrían ser subvencionados, sino que corresponderían a otras estrategias comerciales dentro del país y también en el exterior. ¿Quizá también debamos preguntarnos si la subvención al libro por el estado, en todos los casos, deba aplicarse en el momento de fijar el precio al producto y no después, cuando podría aplicarse una subvención directa a determinado grupo de lectores, por ejemplo, estudiantes universitarios?
Si el sistema editorial logra dinamizarse de una manera más proactiva, los escritores cubanos percibirán un mayor derecho de autor, y oficios como el de editor o traductor (que no tienen formación académica específica) también obtendrían mejores beneficios económicos.
En este sentido, el ICL ha impulsado durante tres años consecutivos el Foro de Negocios Editorial y se encuentra en trámites con la Cámara de Comercio de Cuba para obtener una licencia de exportación que permitiría trazar nuevas y más ambiciosas estrategias comerciales hacia el exterior.
Las Editoriales Cubanas, todavía con limitaciones, han actualizado su cartera de servicios para Cuba y el mundo. Editoriales, con más de 50 años de existencia como Gente Nueva, Nuevo Milenio, Letras Cubanas y Arte y Literatura, por solo citar algunos ejemplos, necesitan visibilizarse más en las ferias del libro de la región, porque poseen la historia y la calidad suficiente en sus catálogos para ser referentes en Latinoamérica. Con la misma inventiva y resiliencia de la RISO, que este año cumple 25 años, es preciso preservar lo ganado y avanzar en el nuevo escenario económico y cultural que se abre paso en el país.