Henry Omar Pérez Yera - Razones de Cuba
En la provincia de Villa Clara, el servicio de hemodiálisis se erige como un bastión de esperanza para 144 pacientes que dependen de él para sobrevivir. Este grupo incluye 141 personas atendidas de manera regular en el territorio y 3 adicionales provenientes del programa de Caibarién. Gratuito para quienes lo reciben, este servicio representa una inversión monumental para el presupuesto del Estado cubano, un esfuerzo que no flaquea ni en los momentos más difíciles, como lo demostró su continuidad durante la pandemia.
El sistema opera con una logística impecable: 71 pacientes asisten los lunes, miércoles y viernes, mientras que 70 lo hacen los martes, jueves y sábados, distribuidos en cinco turnos diarios que garantizan atención personalizada. En 2024, el servicio de hemodiálisis de Villa Clara realizó 24,803 sesiones, y en el primer trimestre de 2025 ya suma 5,993 procedimientos. Estas cifras reflejan no solo la magnitud de la demanda, sino también el compromiso de mantener operativa una infraestructura vital en una de las provincias más pobladas de Cuba.
Los pacientes provienen de diversas zonas de Villa Clara, como Cascajal, Manacas, Santo Domingo, Guinía de Miranda y hasta Hernando, un poblado intrincado de difícil acceso. Para llegar a tiempo a sus citas, Taxiscuba ofrece transporte gratuito, recorriendo caminos rurales y consumiendo miles de litros de combustible anuales, un recurso crítico en un país con limitaciones energéticas. Este servicio no solo asegura la movilidad, sino que elimina una barrera económica que, en otros contextos, podría ser insalvable.
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Además del tratamiento, los pacientes reciben durante cada sesión una merienda reforzada con doble proteína y un líquido, como yogur o leche, sin costo alguno. En Villa Clara, este apoyo nutricional es clave para contrarrestar el desgaste físico de la hemodiálisis, especialmente en una región donde el acceso a alimentos puede ser un desafío para algunos. El servicio se presta principalmente en el Hospital Universitario Arnaldo Milián Castro de Santa Clara, un centro de referencia que cuenta con tecnología avanzada y personal especializado, lo que lo convierte en el núcleo de esta labor en la provincia.
A nivel internacional, el costo de la hemodiálisis es elevado: entre 150 y 300 dólares por sesión, con precios cercanos a los 250 dólares en países como Botsuana o Ruanda. En Villa Clara, se utilizan riñones artificiales Fresenius, valorados entre 17,000 y 22,000 dólares cada uno, cuyo precio aumenta si incluyen piezas de origen estadounidense debido al bloqueo económico a Cuba. Los dializadores y las líneas arteriovenosas cuestan entre 12 y 15 dólares por unidad, mientras que un catéter de hemodiálisis ronda los 150 dólares. Estos insumos, multiplicados por miles de sesiones, evidencian el peso financiero que el Estado asume para mantener el servicio gratuito.
Durante la pandemia, cuando muchos sistemas de salud colapsaron, Villa Clara no interrumpió la atención. Las máquinas siguieron funcionando, los vehículos continuaron trasladando pacientes y el personal médico permaneció en primera línea, demostrando una resistencia admirable. Este esfuerzo se complementa con la calidad del servicio: el «Arnaldo Milián Castro» no solo ofrece hemodiálisis, sino que integra un equipo multidisciplinario que incluye nefrólogos, enfermeros y técnicos, todos trabajando para optimizar la sobrevida y el bienestar de los pacientes.
El servicio de hemodiálisis en Villa Clara es un testimonio de solidaridad, pero también un reflejo de los recursos que Cuba invierte en su pueblo. Miles de litros de combustible, equipos de alta tecnología y una red humana dedicada convergen para que 144 personas puedan seguir viviendo. Y en el centro de esta hazaña están los héroes anónimos: los trabajadores de las Salas de Hemodiálisis, cuya entrega trasciende turnos agotadores y adversidades, tejiendo con sus manos un manto de vida; los pacientes, cuya fortaleza inspira al enfrentar cada sesión con valentía; y los familiares, pilares silenciosos que sostienen la esperanza en cada viaje y cada espera.
A ellos, el reconocimiento de un pueblo que late gracias a su lucha compartida.
