Como Ud. he vivido y conocido el Monstruo, otro no tan feroz como el de Norte: los tiempos algo han cambiado y este es un poco más humano. Los motivos que lo obligaron a Ud. a vivir en el Monstruo eran políticos; los míos, familiares-económicos. Pero el vivir aquí mucho me ha enseñado; ahora quiero más a nuestra tierra, admiro mucho lo que allí se hace y respeto las decisiones que toman nuestros hermanos, muchas de ellas inspiradas en las ideas que Ud. nos dejó y que se han enriquecido por hombres honestos, fieles interpretadores de su pensamiento.

Recuerdo mucho algunos textos escritos por Ud., me arrepiento de no haberle dado en mi juventud la importancia que tenían, pero ahora los leo y los comprendo mejor, no dejo de admirar la madurez con la que Ud. trató los múltiples temas de la vida y cómo se pudo ocupar de los niños, del teatro, del amor, sin abandonar nunca las luchas por la Independencia, no sólo de Cuba, sino de Nuestra América.

¡Cuánta inteligencia, comprensión, tolerancia, amor usó Ud. para lograr hacer el Partido que uniera a los cubanos en la lucha contra el colonizador! ¡Qué pena que Ud. se nos fuera tan rápido! ¡Cuánto le necesitamos! Entonces Gómez ya era mayor, estaba cansado y siempre pensó que era extranjero y el gran Maceo, también había partido. Luego, cubanos como Mella, Villena, Guiteras, Chivas, entre otros, trataron de seguir el camino que Ud. marcó, pero no pudieron lograr sus sueños de independencia. Sólo fue posible en 1959, y mucha sangre costó. Aún más ha costado mantener esa independencia. ¡Cuánto heroísmo ha demostrado nuestro pueblo, qué poder de unión se ha logrado para resistir tantas agresiones y abusos! Sé que Ud. estaría orgulloso y sentiría que sus luchas no fueron en vano. Y es que nos sigue siendo necesario.

Cuando hablo con amigos sobre lo que pasa en el Mundo actualmente, me doy cuenta que los argumentos para sus luchas entonces, hoy continúan ahí sin resolver. Los EEUU se han convertido en un Imperio, tan poderoso como terrible, que sólo la lucha de todos los hombres honestos podrá impedir que destruyan la humanidad. Esperemos que esos hombres sensatos del Mundo luchen por evitar esta catástrofe, que lleguen a tiempo.

Maestro, debe saber que algo se mueve en Nuestra América, algo que puede que un día suceda: la unidad de toda Nuestra América, del Bravo a la Patagonia, como Ud. soñó. Sería maravilloso. Yo tampoco estaré para verlo, pero si tengo el privilegio de estar cerca de Ud. lo festejaremos juntos.

Sepa que ahora no estoy en nuestra tierra, pero ella está conmigo y si hiciera falta, tal como Ud. hizo, partiría a defenderla.

No le molesto más, pues sé que donde Ud. esté tiene mucho que hacer para convencer a los que están desorientados y no conocen el camino. ¡Gracias una vez más por todo lo que nos ha legado, por estar cerca!

Se despide de Ud. con todo respeto,

Virgilio Ponce