Cubainformación TV – Basado en un texto de Norelys Morales Aguilera – Blog “Isla mía”.- El Muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989. Fidel Castro ya había lanzado la hipótesis de un impacto económico brutal para el pueblo cubano, de perder la Isla a sus socios comerciales. Edición: Ana Gil.


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Texto adaptado

Quien colabora con la `disidencia´ made in Washington ya sabe las consecuencias

Cubainformación TV – Basado en un texto de Norelys Morales Aguilera – Blog “Isla mía”.- El Muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989. Fidel Castro ya había lanzado la hipótesis de un impacto económico brutal para el pueblo cubano, de perder la Isla a sus socios comerciales.

Y había anticipado cómo las fieras se lanzarían al cuello de la Revolución cubana.

Para provocar una situación de hambruna, EEUU aprobó la Ley Torrichelli en 1992. Y en 1996 la llamada Ley Libertad, o Ley Helms-Burton, convirtió el bloqueo en ley y trató de ahuyentar cualquier inversión de capital en la Isla.

La guerra económica fue acompañada de su justificación en el campo ideológico y mediático: “se debe dirigir severamente contra Cuba nuestra arma principal de los últimos años contra la Unión Soviética: los derechos humanos”, dijo Elliott Abrams, exasesor del secretario de Estado.

Esta estrategia no ha variado en estos años. El Comité de Asignaciones del Congreso de EEUU aprobó, solo para 2017, 30 millones de dólares con destino a la supuesta promoción de estos “derechos humanos”.

Fondos que, a través de la National Endowment for Democracy (NED), el Departamento de Estado y la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), financian hoy a decenas de grupos de la “disidencia” interna cubana y a no pocos de sus apoyos externos.

Documentos oficiales de EEUU remarcan que estos fondos, que conforman el llamado Programa de Democracia para Cuba, sufragan una actividad operacional que requiere “máxima discreción”, dado que su objetivo es un “cambio político” en Cuba. Más claro, agua.

Nada de esto es un juego. Ni una “controversia de ideas”, como nos dicen. Quien hoy defiende a la llamada “disidencia”, quien le da espacio mediático, quien organiza sus conferencias, quien le da premios, está colaborando con un programa a gran escala de intervención de EEUU en la política interna de Cuba.

Por ello, la actuación del Gobierno de La Habana cuando impide la entrada al país a ciertos políticos y medios está completamente justificada y se enmarca en su derecho a la defensa. Que quede bien claro.

Texto original

Cuba tiene derecho a su resistencia activa

Norelys Morales Aguilera – Blog “Isla mía”.- El Muro de Berlín había caído en la noche del jueves 9 al viernes 10 de noviembre de 1989. Un solo líder mundial, Fidel Castro, había avizorado que Cuba iba a quedar sola, que recibiría un impacto económico abrumador, con el “decreto del fin de la Guerra Fría”, y que, como lobos hambrientos, vendrían por la Isla los Estados Unidos para dar el golpe de gracia a la Revolución, que no habían podido doblegar por ninguna vía.

Era la hora de ajustar cuentas, dado su diagnóstico: “[…] El hecho es que Castro representa un reto con éxito a Estados Unidos, una negación de toda nuestra política en el hemisferio durante casi un siglo y medio”, según distinguía en 1964 el Departamento de Estado. [1]

Ese reto, es el peligro que Washington veía y ve en la sobrevivencia y triunfo de Cuba, por lo que habría que obligarla a abrazar la economía de mercado e, instaurar un sistema que desmantelara hasta el último símbolo de socialismo.

El bloqueo que nunca dejaron de aplicar, oportunistamente en 1992 fue recrudecido. El 12 de marzo de 1996, con la firma de William J. Clinton fue a más, cuando entró en vigor la llamada Ley de la libertad cubana y solidaridad democrática [2], o Ley Libertad, más conocida por Helms-Burton con la que, están comprometidos los sectores más conservadores y ultraderechistas del espectro político estadounidense y cubanoamericano.

Desde lo político, esta ley iría a aumentar la presión de Estados Unidos hacia Cuba, para forzar la destrucción de la Revolución Cubana y, desde el punto de vista económico, intimidar por todos los medios posibles a los empresarios extranjeros para evitar las inversiones y el comercio internacional con Cuba.

Los Derechos Humanos como arma de agresión

En ese escenario de acoso a Cuba para el golpe letal, los derechos humanos fueron convertidos, en el arma principal de hostigamiento. Según palabras de Elliott Abrams, exasesor del secretario de Estado para los Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios de Estados Unidos, “ahora se debe dirigir severamente contra Cuba el arma principal de los últimos años de la Unión Soviética, los derechos humanos. Ninguna estrategia estadounidense podrá minar mejor al régimen de Castro que la que la estrategia de los derechos humanos.” [3]

En eso andan aún. El aparato de subversión contra Cuba, a pesar del llamado “deshielo” de las relaciones, se mantiene intacto, así como el bloqueo, cuyo costo, no olvidar, representa para la Isla daños humanos y materiales considerables.

El Comité de Asignaciones de la Cámara aprobó para 2016-17, un proyecto de Ley -Fiscal year 2016 State and Foreign Operations Appropriations bill- [4], no vetado por Barack Obama, que puso en manos de la National Endowment for Democracy (NED), del Departamento de Estado y de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) un monto de 30 millones de USD en fondos para “promover la democracia en Cuba”.[5]

El reparto asignó ocho millones de dólares a la NED, y el resto entre la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental (WHA) y la USAID, con lo que esta última mantiene un rol significativo en el apoyo a la actividad contrarrevolucionaria.

Documentos oficiales estadounidenses divulgados en 2013 revelaron que el Programa de Democracia para Cuba promovido por Washington es una actividad operacional que requiere discreción continua en el marco de varios planes de transición que Washington contempla en su esfuerzo contra el gobierno presidido por Raúl Castro. [6]

Funcionarios de dicho Programa relataron que la USAID “no está informando a los cubanos cómo o por qué necesitan una transición democrática”, lo cual no ha cambiado hasta el día de hoy. [7]

Asimismo, tampoco se informa, que el bloqueo viola los derechos del pueblo cubano pues afecta a los sectores de mayor impacto social como la salud, la alimentación, el deporte y la cultura.

Durante el período comprendido entre abril del 2015 y abril del 2016 las afectaciones estimadas fueron de 753 mil 688 millones de dólares. En total, en más de 50 años, el bloqueo ha provocado daños cuantificables por más de 125 mil 873 millones de dólares a precios corrientes.

En medio de estas circunstancias, queda claro por qué Cuba no deja de ser blanco de ataque, y de una desmedida obsesión persecutiva. Podrán cambiar de tácticas, pero mantienen el objetivo de acabar con el proyecto socialista que da "un mal ejemplo" para los que buscan, tercamente un camino más humano.

La nación cubana sabe que no debe su independencia a los Estados Unidos. Trabajan y fantasean con que se les deba la rendición. Cuba tiene derecho a su resistencia activa.

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