Especial Vilma espín en La Jiribilla. Pincha aquí.

Granma.- Vilma de vuelta en su natal Santiago de Cuba. Vino a reunirse con los compañeros de guerrilla, para continuar la lucha como icono de un pueblo que la considera Heroína. Sus cenizas alimentan ahora el corazón de una piedra de granito gris situada en la cabecera del Mausoleo del II Frente Frank País, en las mismas tierras donde hace medio siglo devino integrante sobresaliente de aquel aguerrido contingente de jóvenes rebeldes.


Entre el poblado de Soledad de Mayarí y las lomas de Mícara se halla el Mausoleo. Allí Raúl colocó el pequeño cofre con las cenizas de su amada esposa, de la muchacha a quien enamoró en medio de las lomas en el fragor del combate compartido, de la joven que desde antes, cuando el golpe de estado batistiano de 1952, había empezado a entender que su vida estaría por siempre ligada a las mejores causas de la Patria.

El nicho cavado en la dura roca acogió ayer, viernes 22 de junio, a la inseparable colaboradora de Frank País, heroína de la clandestinidad; a la valiente que dio refugio en su casa a los perseguidos asaltantes al cuartel Moncada en tiempos de la dictadura batistiana, a la fiel seguidora de las ideas de Fidel, participante en el alzamiento armado del 30 de noviembre de 1956 en apoyo a los expedicionarios del yate Granma... , a la líder aglutinadora de voluntades, forjadora de una organización unitaria de las mujeres cubanas, a la principal impulsora del progreso cultural, político, social y espiritual del sector femenino en la Revolución... , a la dirigente partidista, la diputada, a la luchadora internacional por la emancipación de las mujeres y los derechos de la infancia.
Es una ceremonia familiar: el General de Ejército Raúl Castro, los cuatro hijos, los nietos, otros familiares, amigos allegados y un grupo reducido de compañeros de lucha.

Poco antes de las 8:00 a.m. llegaron al lugar. Las nubes dormidas sobre la llanura y las montañas se van disipando con rapidez; el caliente sol de Santiago aviva el colorido de la vegetación autóctona y de la sembrada como parte de las alegorías del Mausoleo. De un auto desciende el Segundo Secretario del Partido y Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias; es él quien trae la urna con las cenizas de Vilma, ha viajado con ellas desde La Habana, y ahora las entrega a una combatiente de la unidad de ceremonias del Estado Mayor General de las FAR, al pie de la primera edificación del conjunto monumental, para dar comienzo a la última guardia de honor.

Una senda flanqueada por palmas reales, como si fueran columnas guerrilleras, conduce hasta el inmueble. En su base, escondida en el seno de la tierra, hay una pequeña sala; allí le rinden honores a la ferviente martiana antes de proceder a la inhumación. Han colocado sus cenizas sobre una base de madera, cuya parte superior de granito gris y forma pentagonal, tiene la llama eterna que se enciende a los héroes y una foto de Vilma, semejante a las ubicadas en el Memorial José Martí de La Habana y en el Salón de los Vitrales de la base al monumento a Antonio Maceo en Santiago de Cuba y en otros numerosos sitios donde el pueblo cubano le rindió tributo días atrás en señal de entrañable e imperecedero amor.

Raúl, su familia, el reducido grupo de amigos e invitados permanecen por varios minutos en el recinto, donde también han expuesto las numerosas condecoraciones recibidas por Vilma y cinco ofrendas florales: la del Comandante en Jefe Fidel Castro, la de Raúl, hijos y nietos, las enviadas por las mujeres cubanas, los combatientes de la clandestinidad y el Ejército Rebelde, y la que expresa el cariño de todo el pueblo.

Vestidos con uniformes para la ocasión, los integrantes de la unidad de ceremonias entran en la edificación para hacerse cargo del traslado de las ofrendas florales, las medallas y condecoraciones, de los restos mortales. Entonces, una antológica pieza musical, símbolo del amor y la rebeldía de los cubanos, El Mambí —muy querida por Vilma—, se hace escuchar; esta vez con arreglo musical del maestro Frank Fernández.

Así se va conformando el cortejo fúnebre a la entrada del Mausoleo. Detrás del armón donde han situado la urna con las cenizas de la Heroína, irán Raúl, los hijos y los nietos, otros familiares y amigos.

Marchan a paso lento bordeando uno de los laterales de la construcción hasta llegar a la explanada intermedia entre la edificación delantera y el corazón del sitio histórico, donde están los restos de los hombres del II Frente, creado y comandado por el hoy General de Ejército Raúl Castro.

Es el coronel Guerrero Ramos quien da la voz de firmes y presenten armas a los pelotones participantes en la ceremonia militar de homenaje póstumo; se acerca a ellos el cortejo. Detenida la comitiva, la teniente coronel Temis Tasende, hija del mártir del Moncada José Luis Tasende, vuelve a poner en manos de Raúl los restos de Vilma. La familia se une, para seguir junta a través de la senda central del Mausoleo rumbo al nicho donde descansará la legendaria combatiente, fallecida el pasado lunes 18 de junio.

Llegan junto a la piedra donde han cavado el nicho. Toca silencio el corneta en señal de tributo. El himno nacional, interpretado por la banda de música del Estado Mayor General de las FAR, se entremezcla con las tres salvas de fusil disparadas por un pelotón de muchachas cadetes de la Escuela Interarmas de las FAR General José Maceo, Orden Antonio Maceo.

Cerca de la simbólica piedra han dejado las ofrendas florales, en la cabeza del Memorial; allí está la llama eterna encendida, una corona dorada de laureles y olivos junto a la querida bandera cubana izada en un asta que emerge de una columna trunca pentagonal, recordando las cinco puntas de la Estrella Solitaria y la dureza del combate, donde unos caen y otros prosiguen la contienda con la insignia de la Patria erguida.

La mole granítica es de una dureza increíble, escogida para dar cuenta de la fortaleza de nuestra Revolución, de sus hijos leales como Vilma, explica el arquitecto Eduardo Lozada León, artífice de todo el Mausoleo, incluido el sitio dedicado a la Heroína de la República de Cuba.

Ubicada en el extremo derecho de la cabecera del Mausoleo, con las lomas de Mícara al fondo, la roca tiene sembrados helechos a su alrededor, y otras plantas a ambos lados en forma de arco. Por uno de ellos hay tres variedades de una misma arbustiva. Cuando lleguen a su plenitud, unas darán flores blancas, otras carmesí y las más cercanas al monolito formarán un manto rojo, con ellos el artista ha querido denotar la conjugación de pureza, ternura y pasión en esta hija de Santiago y de Cuba, nacida el 7 de abril de 1930.

Raúl y la familia permanecen durante minutos frente al nicho. Los pocos periodistas presentes en el acto no alcanzamos a escuchar el diálogo íntimo. Hay un silencio denso flotando en el aire. Quienes observan de cerca la despedida cuentan que Raúl, tras depositar la urna, vuelve a tomarla para un beso final a la amada esposa y combatiente, así permanece con las manos sobre la pequeña caja de madera preciosa, en muda conversación, ya devueltas las cenizas a su resguardo pétreo.

Inevitable el dolor por la pérdida de una mujer extraordinaria, pero de pronto su propia voz irrumpe en el valle, recorre el lomerío. Estremece... , ella es vida, nunca muerte.

Dulce y cadenciosa vuelve a cantar las nanas con las que hace años acunó a sus hijos: Déborah, Mariela, Nilsita y Alejandro. Frank Fernández ha hecho la orquestación de las grabaciones guardadas por la familia Castro Espín.

Vilma vuelve a enamorar al novio, al esposo, con una de las letras preferidas por ambos: "... sin ti es inútil vivir/ como inútil será el quererte olvidar... ".

Una marcha en revista de las tropas en honor a la insigne luchadora para los minutos finales del homenaje. Tres banderas portan: La insignia nacional, la del Movimiento 26 de Julio y la de la Federación de Mujeres Cubanas.

Mas Raúl y su familia no se retiran del lugar al terminar la ceremonia, juntos recorren los más de 200 nichos con los restos de los combatientes del II Frente, ubicados en el Mausoleo. A cada uno de los caídos ofrendan un gladiolo de intenso naranja.

El Mausoleo del II Frente definitivamente ha incorporado otro símbolo para las batallas presentes y futuras. Allí está Vilma Espín Guillois, paradigma de la mujer cubana, con su amor inmenso a la vida.
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