Revista Mujeres.- En este mundo de arraigada cultura patriarcal resultan plausibles los avances que en materia de derechos han logrado las mujeres en ciertas áreas geográficas del planeta.


Sin embargo, los logros son todavía insuficientes y alcanzar más se torna muy difícil en momentos de crisis como los generados o agudizados por los desastres naturales, por cierto muy frecuentes y devastadores en lo que va de año.

Terremotos, lluvias torrenciales y erupciones volcánicas han afectado a numerosos grupos poblacionales de nuestro planeta desde enero hasta la fecha.

 

Sin dudas, el movimiento telúrico registrado el 12 de enero en Haití, con un saldo de más de 200 mil muertos y una exagerada destrucción, junto a las desigualdades sociales, evidenció la inequidad de género.

Pocas horas después del sismo, miles de familias improvisaron sus hogares en los principales parques y plazas de Puerto Príncipe.

Rústicas carpas, pequeñas tiendas de campañas, cartones, lonas, nylon, y disímiles materiales sirven de techo todavía a un número significativo de personas, carentes de cualquier tipo de seguridad.

La UNICEF alertó sobre la vulnerabilidad de numerosas mujeres y niñas haitianas expuestas a las amenazas de la violencia física y moral, debido a que deben pernoctar solas en esos campamentos.

Cuatro meses después del devastador terremoto de 7,2 grados en la escala abierta de Richter, la UNICEF instó a las autoridades locales y a las naciones solidarias a fortalecer la protección de las mujeres y los niños.

Ello implica mejorar la calidad de los refugios creados para las familias y aumentar la prestación de servicios básicos.

La organización hizo un llamamiento en favor del "programa de transformación" para los niños y niñas de Haití, a quienes sitúa en el centro mismo de las actividades de recuperación y reconstrucción.

Este llamado del organismo internacional coincide con la posición de las mujeres de Chile que resultaron damnificadas por el terremoto y tsunami ocurridos en la nación andina el 27 de febrero último.

Para el Observatorio de Género y Equidad del país suramericano, es fundamental que los planes de recuperación incorporen a las mujeres.

Igualmente, piden que ellas no sean más miradas como víctimas pasivas del desastre natural causante de casi medio millar de muertos y pérdidas de infraestructura demandantes de unos 30 mil millones de dólares para la reconstrucción.

De acuerdo con Olga Segovia, coordinadora regional del Programa "Ciudades sin violencia, ciudades seguras para las mujeres", del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, los planes de recuperación y reconstrucción deben incorporar la participación ciudadana y, en ese contexto, el liderazgo de las chilenas.

"Diversas organizaciones debieran hacer oír su voz y ser incluidas en las evaluaciones de necesidad y daños, y en el diseño, implementación, monitoreo y evaluación de los programas de ayuda y de reconstrucción.

"Fortalecer a las mujeres de base y sus organizaciones comunitarias es esencial para asegurar que sus necesidades y prioridades se reflejen en la ayuda y recuperación", subrayó Segovia.

Una fuerza con la que hay que contar

La voz de las chilenas encontró eco en el Gobierno, que a principios del pasado mes anunció un conjunto de medidas dirigidas a ayudar e implicar a las mujeres en la reconstrucción del país.

"Mujer, levantemos Chile", se denomina este plan involucrado en la reconstrucción que incluye 10 iniciativas centradas en áreas como la educación, salud, vivienda, agricultura y acceso a las nuevas tecnologías, entre otras.

En la presentación del programa, el presidente de esa nación, Sebastián Piñera y la ministra del Servicio Nacional de la Mujer, Carolina Schmidt Zaldívar, reconocieron que el terremoto fue más cruel con las mujeres que con los hombres.

Al respecto, Schmidt Zaldívar explicó que las fuentes laborales informales como los servicios, agricultura y turismo (más perjudicadas por el terremoto) son labores empleadoras de mano de obra femenina.

En cambio, los trabajos que se crean para la reconstrucción son masculinos, admitió la ministra.

Un estudio realizado por la Organización de Naciones Unidas en la República Dominicana reveló que las mujeres afectadas por desastres naturales sufren con mayor intensidad situaciones de violencia.

"La pérdida de la protección social y familiar puede tornar a las mujeres y niñas vulnerables a la explotación cuando van a procurar alimentos, albergue o artículos domésticos para sí mismas y sus familias", añade la investigación.

Muchos factores intervienen en esa vulnerabilidad del sector femenino tras un cataclismo.

En primer lugar, según el estudio Género y desastres naturales, de la Organización Panamericana de la Salud, ellas tienen menos acceso a los recursos esenciales para la preparación, mitigación y rehabilitación de esos fenómenos.

Por otra parte, son víctimas de la división del trabajo por género pues su presencia es mayoritaria en la industria agrícola y la economía informal, sectores más afectados por los desastres naturales.

Por lo general, hay más mujeres sin empleo que hombres después de una catástrofe. Sin contar que muchas no tienen siquiera la posibilidad de emigrar, pues la cultura machista deja ese camino a los hombres.

Para ellas queda la obligación de encargarse principalmente de las responsabilidades domésticas, el cuidado de los niños, ancianos o discapacitados y, además, buscar fuentes alternativas de ingresos.

Las estadísticas indican la elevada susceptibilidad de las mujeres en el acápite de la seguridad.

El informe Ley y Desarrollo del Foro de Asia Pacífico sobre Mujeres, reporta que ellas representaron el impresionante 80 por ciento de las personas fallecidas durante el maremoto en 2005.

A ellas les toca garantizar que las personas a su cargo estén alimentadas, tengan ropa y cuenten con atención y suministros médicos, además de tratar de salvar lo disponible y, después, buscar lo que necesitarán.

Lamentablemente, por lo general se obvia que ellas pueden poner en práctica cualquier programa de reconstrucción, después de un evento atmosférico, telúrico o accidental, con la sabiduría, experiencia, fortaleza física y sensibilidad que tanto se ha visto.

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