Sara Más - Revista Mujeres.- La reivindicación fundamental de las mujeres, en pleno siglo XXI, sigue siendo la igualdad real, en opinión de expertas de diversas disciplinas y países participantes en el I Congreso Iberoamericano de Género, Educación, Salud y Desarrollo Humano y el IV Taller Iberoamericano de Educación Sexual y Orientación para la vida, celebrados en la capital cubana del 9 al 11 de junio.

"La diferencia no se puede reivindicar hasta que no tengamos la igualdad. A pesar de lo avanzado, el retroceso todavía es posible"; advirtió la española Ana Guil, doctora en Psicología Social y profesora de la Universidad de Sevilla.

Aunque reconoce como importante reivindicar el derecho de las mujeres a ser diferentes, no olvida que, habitualmente, "las diferencias se han utilizado para justificar las discriminaciones y, en una situación en que aún no se ha llegado a la igualdad, es peligroso estar reivindicando justo la excusa que se ha tenido para discriminar", comentó la profesora a SEMlac.


"Las feministas hablamos de mujeres en plural, porque tenemos derecho a que a algunas nos guste la maternidad y a otras no; que a unas nos guste el mundo científico y a otras la cocina, o el arte. No tenemos por qué ser iguales y, en ese sentido, son buenas las diferencias", agregó la entrevistada.

Sin embargo, hablar de diferencias sin tener la igualdad puede llevar a que "nos atribuyen una diferencia que no es la que nosotras queremos reivindicar", sostiene, y en nombre de la cual se les priva de oportunidades y opciones.

Es así como, por ejemplo, la capacidad de ser madre es utilizada como excusa para no contratar a las mujeres, o se alega que menstruar resulta un impedimento para incluirlas en los ejércitos, explica Guil.

La académica añadió que falta aún para que las mujeres pasen de ser objetos a ser sujetos e insistió en la importancia de trabajar en la construcción del conocimiento con perspectiva de género y en la formación de mujeres y hombres.

"La diversidad de género atraviesa todos los temas y las mujeres tenemos que serlo en plural, no en el eterno femenino, sino hacer de nuestra vida lo que queramos", comentó Guil en la cita científica, convocada por la Facultad de Ciencias de la Educación y la Cátedra de Género, Sexología y Educación Sexual de la Universidad de Ciencias Pedagógicas y la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes).

La reunión contó con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID) y otras instituciones como el Fondo de Población de las Naciones Unidas y la UNESCO.

Guil abogó por una educación afectiva igualitaria, para la no violencia, a favor de la paz y la cooperación, así como por la igualdad de hombres y mujeres en cuanto a los horarios, los usos del tiempo, de los espacios y el lenguaje.

Todavía la educación afectiva es diferencial y asimétrica, pues a las niñas se les sigue educando de una manera y a los chicos de otra. "Y eso hace que las unas se vuelvan objetos y los otros sean sujetos", precisó.

Como consecuencia, ellos viven las relaciones de una manera dominante y ellas sumisa. "Nosotras cuidamos el amor y el vínculo; nos sacrificamos, mientras ellos tienen el derecho a ser queridos. Por eso, involuntariamente, nos vemos sometidas a la violencia y tenemos un valor muy bajo, además, porque la sociedad nos valora en la medida en que servimos a los demás, pero no según somos nosotras mismas", dijo Guil a SEMlac.

Para su coterránea Gemma García, responsable de Desarrollo Institucional y Género de la Oficina en Cuba de la Agencia Española de Cooperación Internacional, el reto fundamental de pasar de la igualdad formal a la real, desde el ámbito de la cooperación, significa poder llegar a las mujeres, en toda su diversidad.

"Nos queda aún mucho que hacer para llegar a las más frágiles y conseguir que pasen de ser las últimas a ser las primeras, a convertirse en protagonistas de los proyectos", agregó.

Partidaria de llegar a visualizar la diversidad, partiendo de que todas las mujeres no tienen las mismas características ni los mismos intereses, destacó el valor de contribuir a empoderarlas desde lo micro, "esos espacios que se nos resisten todavía, en parte, porque también tenemos tabúes y estereotipos".

¿Cómo superar esta disyuntiva?, se preguntó y explicó que la práctica de la cooperación de AECID en Cuba ha sido la de trabajar con agentes que multipliquen ideas y conocimientos, llegar a las escuelas, los medios de comunicación y alcanzar a los sectores productivos, aunque "todavía nos cuesta llegar a las mujeres que transitan por las calles", dijo, en referencia a muchas otras que hacen sus vida en total anonimato.

En tanto, se mantiene también el desafío de la cultura y los medios de comunicación, con una centralidad fundamental como elementos socializadores y espacios en los cuales el patriarcado se reproduce una y otra vez, a pesar de todas las ganancias de las mujeres en los últimos siglos, al decir de la periodista cubana Isabel Moya.

Estudiosa de los temas de género y comunicación, la también directora de la Editorial de la Mujer de la Federación de Mujeres Cubanas, dijo que es hora de investigar las industrias culturales, con esa visión compleja, sobre todo si tenemos en cuenta que la imagen del otro o la otra es la mediática, y se siguen perpetuando imaginarios tradicionales, socialmente compartidos, reciclables, donde conviven a la vez lo viejo y lo nuevo.

"Quizás no sepamos decir bien lo que queremos, pero sabemos lo que no queremos", comentó y añadió que las leyes son importantes, las políticas públicas imprescindibles, pero poco puede hacerse con ellas si siguen mostrando las imágenes que reproducen una idea estereotipada y tradicional de las mujeres y sus cuerpos.

En el campo de la ciencia, los desafíos para las mujeres estriban, sobre todo, en incorporarlas no solo a la actividad científica, sino también a los puestos decisivos, de toma de decisiones, control de recursos y reconocimiento, además de integrarlas al debate e intercambio sobre los temas de género, señaló por su parte la cubana Liliam Álvarez, presidenta de la Comisión de Mujeres Científicas de la Academia de Ciencias de Cuba.

"Nos falta una memoria histórica de género como mujeres, y luego también una memoria feminista. Eso ayudaría a eliminar la alta cuota de antifeminismo que hay", agregó la reconocida académica mexicana Marcela Lagarde.

"El feminismo no muerde; es la más importante creación colectiva de las mujeres, acompañadas a veces por hombres muy importantes, en la transformación de la cultura contemporánea y la sociedad moderna, que ha enriquecido la vida de hombres y mujeres", precisó al pedir que "recuperemos el feminismo para la cultura democrática contemporánea".

Lagarde insistió en que la formación en la perspectiva de género "es poco conocida y no se entiende", pero debe llegar a funcionarios y funcionarias, con especialistas de todas las ramas, y tener mayor divulgación.

De cara a la enseñanza "habría que hacer un cambio", según Guil: educar en igualdad, de forma ambivalente, tanto en los sentimientos y el cuidado a los chicos, como en la autovaloración, la capacidad de tomar decisiones y en la autonomía a las chicas.

"A nivel profesional se traduciría en una orientación profesional igual para hombres y mujeres; en la familia supondría el ejercicio de la maternidad y la paternidad por igual, y eso dista mucho todavía de conseguirse en la sociedad", dijo a SEMlac.

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