Sara Más - Revista Mujeres.- En las más diversas épocas, una de las contribuciones de las mujeres escritoras de esta isla caribeña ha sido haber construido una obra que ha ido creciendo, contra convenciones y criterios adversos.


Su primer aporte “ha sido estar y haber erigido, pese a todo tipo de prejuicios sociales, subvaloraciones y discriminaciones por ser mujeres, una tradición de escritura que, en determinados períodos, ha venido marcando momentos en la historia de la literatura cubana”, comentó a SEMlac la periodista Helen Hernández Hormilla.

Estudiosa de la literatura escrita por mujeres en Cuba, Hernández Hormilla incluye entre esos momentos trascendentes “el que estamos viviendo desde hace dos décadas”. Un presente que se asienta, a juicio de especialistas, en una historia literaria plagada de luchadoras y creadoras transgresoras para su tiempo.

A las relaciones entre feminismo y literatura se dedicó en octubre de 2011 el espacio mensual de reflexión “Mirar desde la sospecha”, convocado por el Programa de Género y Cultura del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero, con el auspicio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y el apoyo de la Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo (Cosude) y la Consejería Cultural de la Embajada de España en La Habana.

El acceso a la educación fue un paso vital para las cubanas “que empezaron con una suerte de protofeminismo a tratar de ocupar un espacio en la sociedad, de demostrar y decir lo que podían hacer”, explicó la profesora, crítica e investigadora literaria Luisa Campuzano.

Si bien en el siglo XIX la educación de la mujer logró encauzarse en América del Sur, gracias a la necesidad política y urgente de que las madres contribuyeran a educar a los futuros ciudadanos de las recién liberadas repúblicas, “en Cuba no sucedió lo mismo”, aclaró la también coordinadora del Programa de Estudios de la Mujer de la Casa de las Américas.

Además de discutirse públicamente la pertinencia educativa de las mujeres a la par de los hombres, la designación de “literata” tuvo también para la época una fuerte carga peyorativa.

Nombres como los de Adelaida del Mármol (1838-1857) o la talentosa Gertrudis Gómez de Avellaneda, (1814-1873) rescatadas muchos años después en la historia literaria cubana, debieron soportar burlas, ironías, descalificaciones y subestimaciones diversas.

“A la Avellaneda, la pasión por la literatura le creó, desde muy joven, muchos problemas”, subrayó Campuzano. Su caso llegó al punto en que, tras ser reconocida ya fuera de Cuba, se dedicaron dos sesiones a decidir si podía ocupar una plaza de número en la Real Academia de la Lengua, posibilidad que le fue negada.

Como ella, muchas en el continente tuvieron que abandonar sus espacios y emigrar. “Las circunstancias de su vida, atravesadas por la historia y dominadas por la pasión de ser de otro modo mujeres, de entender su tiempo y el mundo, de ver más allá de su clase y su raza, las mueven por distintas geografías, países y ciudades”, acotó la profesora Campuzano en referencia a Clorinda Matos, Juana Manuela Manso y Flora Tristán, entre otras escritoras latinoamericanas.

Esas biografías y experiencias particulares fueron, a la vez, perfilando un compromiso. “Muchas escritoras notables fueron feministas en su escritura, pero también en su práctica de vida”, acotó la investigadora literaria Zaida Capote, al referirse a Aurelia Castillo de González, Camila Henríquez Ureña o Mariblanca Saba Alomá, entre otras exponentes de la creación literaria del siglo XX.

Capote recordó que la teoría feminista nació del análisis de textos de escritoras, pero señaló también que la relación feminismo-literatura es muy difícil de abordar en un contexto como el cubano donde históricamente ha existido y aún se mantiene tanto prejuicio hacia el feminismo.

“No podemos dejarnos ganar por la ingenuidad y pensar que eso depende de un gusto personal; hay razones históricas para las actitudes que estamos viendo hoy entre escritores y escritoras, en el contexto literario cubano”, sostuvo.

Es el caso, por ejemplo, de no pocas escritoras de los noventa que aceptan ser incluidas en el grupo de “los novísimos escritores”, pero no se identifican ni desean ser distinguidas como “escritoras”. Una forma de pensar que, según Capote, tiene que ver en parte con la actitud y reacción asumidas por la crítica y las instituciones.

Por parte de la crítica han llegado a aparecer comentarios tales como que una obra es feminista, pero pueden leerla los hombres, citó como ejemplo. “Confundimos y hacemos que se entienda mal el feminismo como algo exclusivo de las mujeres, cuando muchos hombres han acompañado a las cubanas en la defensa de sus derechos; hay una gran ignorancia al respecto”, sostuvo Capote.

La investigadora reconoció que se han abierto espacios y ha variado la situación del siglo XIX a la actualidad, aunque dijo tener la impresión de que “la literatura femenina es como un río subterráneo, que aflora en tiempo de grandes crisis”.

Una coyuntura que la estudiosa asocia a momentos en que la vigilancia patriarcal flaquea y las mujeres están menos sometidas porque el contexto les permite, de cierta manera, algunas libertades.

Solamente en la última década se han publicado más de 30 novelas escritas por mujeres, “algo inédito”, sostiene Capote, “porque hay condiciones diferentes: cambió la percepción de las escritoras sobre sí mismas, pero también es otro el panorama”, remarcó.

Para la periodista y estudiosa Helen Hernández resulta significativa la manera en que las autoras de las últimas décadas abordan temas no muy frecuentes en la literatura escrita por mujeres en la isla, como la sexualidad, el erotismo, la violencia de género, la prostitución, la pedofilia, la drogadicción o la homosexualidad femenina y masculina, “una tendencia que se mantiene en las más jóvenes”.

Con frecuencia, además, no pocas cambian el punto de vista de la realidad a la fantasía, “y es en ese otro estado que se puede alcanzar una verdadera transgresión, como si la sociedad tal cual no permitiera a las mujeres alcanzar su total liberación”, comentó la periodista a SEMlac.

Fuente: SEMlac

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