Mariela Pérez Valenzuela - Revista Mujeres.- A cinco años de su muerte el 18 de junio de 2007, la destacada luchadora del llano y de la Sierra Maestra Vilma Espín, quien dedicó su vida a construir la Patria Socialista en Cuba y luchó tenazmente por la emancipación de cubanas y cubanos, vive en el recuerdo de quienes la conocieron dentro y fuera de la Isla.


Representante de los más elevados valores humanos, esta valiente mujer participó bajo las órdenes del jefe del Movimiento 26 de julio en la entonces provincia de Oriente, Frank País, en el alzamiento armado de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956, el cual apoyaría la llegada del yate Granma salido de México con Fidel Castro al frente de 82 hombres para iniciar una nueva etapa de la liberación nacional.

Vilma, entonces una joven procedente de una familia con recursos económicos, se enfrentó más de una vez con los esbirros de la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1959) en pleno Santiago de Cuba, librándose de la muerte por su reconocida valentía.

Después marchó a la Sierra Maestra, donde se libraba la batalla definitiva por la emancipación nacional.

Luego del triunfo revolucionario en 1959 cumplió, hasta sus últimos días, la histórica misión que le encomendó el Comandante en Jefe, Fidel Castro, de unir a las mujeres cubanas en una sola organización y en su quehacer respaldar la superación educacional, ideológica y cultural para elevar la participación femenina en la vida económica, política y social del país.

Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) desde su creación el 23 de agosto de 1960, Vilma integró la Comisión Nacional de Alfabetización, creó la Escuela de Cuadros Fe del Valle para capacitar a las mujeres con bajo nivel cultural, pues desde los primeros años de la Revolución comenzaron a asumir responsabilidades de diversos tipos para lo cual debían prepararse; dirigió la creación de los círculos infantiles, propuso la creación de los comedores escolares y de los hogares para menores sin amparo filial.

Ese enorme trabajo que desplegó hasta su fallecimiento es expresión de su vitalidad y energía, las que puso en función de mejorar las condiciones de vida de las mujeres en particular y de los niños y las niñas, por quienes se preocupaba especialmente.

En la esfera internacional, y como una de las vicepresidentas de la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM) desde 1963, la prestigiosa revolucionaria denunció la situación de la mujer en el mundo y expuso las experiencias de Cuba en la defensa de los derechos del sexo femenino.

Ella fundó en 1978 el Centro Regional de la FDIM para América y el Caribe y dirigió su trabajo desde su constitución; creó el Frente Continental de Mujeres Contra la Intervención (hoy Frente Continental de Mujeres por una Vida Digna) y presidió en 1984 el Foro Regional de Organizaciones No Gubernamentales para América Latina y el Caribe, preparatorio de la Conferencia Mundial de la ONU.

En numerosos eventos denunció el abuso sexual infantil, las drogadicción, la pornografía, la corrupción, el comercio de niños y niñas y sus órganos, la pobreza, el trabajo infantil, el analfabetismo y otros males de los que son víctimas los pequeños y la población femenina.

Algunos de los eventos donde la voz de quien se distinguió por su modestia y sencillez, su honestidad y austeridad se hizo sentir fueron la Reunión de Mujeres de la 105 Conferencia Interparlamentaria (2001) y el Primer Congreso Mundial contra la Explotación Sexual Infantil, realizado en Suecia, en el 2006, donde consideró "crímenes de lesa humanidad" a esa nueva forma de explotación del ser humano.

La líder femenina también representó a Cuba, entre otra citas internacionales, en la Cumbre Regional de la Infancia (Colombia, 1998), Conferencia Mundial sobre los Derechos Económicos de las Familias (Curitiba, 1992), Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) y la Conferencia Mundial sobre niños afectados por las guerras (Canadá, 2000).

En el año 2003 resultó electa Presidenta de Honor del XVI Congreso Mundial de Sexología celebrado en La Habana. Presidió la Primera Conferencia Regional sobre la Integración de la Mujer al Desarrollo de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), ocupando durante un período la presidencia de la Mesa Directiva de la Conferencia de la Mujer, en ese organismo regional.

Durante dos períodos integró la Junta de Consejeros del Instituto Internacional de las Naciones Unidas de Investigación y Capacitación para la Promoción de la Mujer (INSTRAW).

Cuba estuvo representada por Vilma en las cuatro Conferencias Mundiales de Naciones Unidas sobre la Mujer, desde 1975 en Ciudad de México hasta Nairobi, en 1985, y diez años después en Beijing 1995.

Integrante del Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su fundación en 1965, presidió la Comisión de Trabajo que elaboró la tesis sobre el Pleno Ejercicio de la Igualdad de la Mujer analizada en el Primer Congreso de esa organización política en 1975.

Nombrada Heroína de la República de Cuba en el 2002, mereció múltiples condecoraciones, como la Orden Mariana Grajales y la Orden Ana Betancourt, que otorgan el Consejo de Estado de la República de Cuba, así como la Orden Lenin Internacional, por el Fortalecimiento de la Paz entre los Pueblos, Moscú, 1980.

Cuando recibió el Premio a la Utilidad de la Virtud que le otorgara la Sociedad Cultural José Martí, en el año 2001, sus palabras demostraron su amor y consagración a la patria: ¡Déjenme que la vida, a mi pueblo ofrezca!

En aquel momento, también expresó: "Muchas mujeres y hombres virtuosos tenemos en Cuba. Ellos y ellas son los protagonistas de una cotidianidad heroica, desde el anonimato de su trabajo, de sus estudios, de sus responsabilidades, modestas o complejas, y entre ellos me complace vivir y luchar, hoy como ayer y siempre, inspirada por la fe en mi pueblo, cantera inagotable de patriotismo, dignidad y decoro".

José Ramón Machado Ventura, primer vicepresidente cubano, en la velada solemne celebrada tras su fallecimiento, expresó: …"Era una amiga, una madre, una hermana, sin menoscabo alguno de la autoridad. En ella eran permanentes la consagración por cada tarea, el detalle por cada cosa, la constancia en lo emprendido, la discusión franca y directa por lo que debía corregirse y superarse".

Era un ejemplo, apuntó, de los dirigentes que reclama la Revolución en estos tiempos.

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