Magali García Moré - Café Mezclado.- De más de 74 mil profesionales que laboran en Cuba en las diferentes ramas de las ciencias, el 53,2 por ciento son féminas.


Los datos nos confirman que desde el inicio mismo de la Revolución la mujer entendió que tendría un nuevo papel en la sociedad que nacía, simplemente por constituir el 50 por ciento de la población cubana, tras haber sido siempre relegada como consecuencia de los patrones imperantes en los cuales era el hombre el centro del Universo: no como identidad generalizadora del ser humano sino como macho, varón, masculino.

El hecho cultural mas trascendente llevado adelante, la Campaña de Alfabetización iniciada y concluida con total éxito en 1961, permitió el paulatino crecimiento de la educación primaria, secundaria y preuniversitaria, y en igual medida abrió espacio a las muchachas junto a los varones para llegar a las aulas universitarias. Se echaron así las bases de una fuerza laboral calificada para acometer el desarrollo del país en especialidades con las que antes no era posible ni siquiera soñar.

Justamente, fue en ese año cuando se produjo el ataque mercenario por Playa Girón o Bahía de Cochinos -que nuestro pueblo culminó en victoria un 19 de abril-, cuando se produjo un hecho muy trascendente: sin detenerse a medir riesgos y a costa de cualquier sacrificio, un gran número de compañeras ocuparon los puestos de trabajo de los hombres incorporados a las Fuerzas Armadas Revolucionarias o a las Milicias Nacionales Revolucionarias y también cubrieron posiciones en la defensa de la Patria amenazada.

Con periodos de altas y bajas, la incorporación femenina se hizo masiva y treinta años después, durante el llamado Periodo Especial ellas no abandonaron el lugar que ocupaban en las filas trabajadoras. Entonces no pocas se vieron obligadas a dejar sus puestos de labor por razones del cierre de fábricas y talleres. A pesar de ello muchas decidieron reorientar su vida laboral y continuar trabajando.

A pesar de las grandísimas dificultades por la que transitó (y transita) nuestra población, el empeño de la mujer ha sido casi desmesurado por mantener un mínimo de condiciones en el hogar, pasando miles de aprietos. Me pregunto si ello obedece al hecho de haber ganado una más alta conciencia de su papel en la vida, en la familia, en la sociedad, o simplemente por haber disfrutado de una independencia a la que no resulta fácil renunciar una vez obtenida.

Tomemos como botón de muestra una importante gestión, el trabajo en las Ciencias.

Al triunfo revolucionario existían algunas instituciones que podían realizar investigaciones científicas básicas o aplicadas. Entre ellas vale mencionar el Observatorio Nacional, cuyas instalaciones se encuentran todavía en la zona de Casablanca, junto al puerto habanero, y un pequeño número de estaciones meteorológicas de observación en diferentes lugares del país, asi como también en Caimán Grande y Nicaragua.

Los estudios del mar se hallaban centrados en la Oficina Hidrográfica. Mientras, el Centro Nacional de Investigaciones Pesqueras tuvo una muy breve existencia y fue disuelto en 1955. Aún se mantenía el Instituto Nacional de Higiene, creado en 1943, aunque se dedicaba sobre todo al control de la calidad de los alimentos y medicamentos. Muy contados laboratorios de las tres universidades oficiales (las de La Habana, Las Villas y Oriente) realizaban investigaciones.

En el Ministerio de la Agricultura existía desde 1950 una entidad denominada Comisión Técnica de Geología y Minería. Las escasas investigaciones tecnológicas estaban centradas en el Instituto Cubano de Investigaciones Tecnológicas (ICIT) creado en 1955 como consecuencia de la Misión Truslow y las pesquisas médicas se realizaban en pequeña escala y con muchas dificultades en el Laboratorio de Medicina Tropical. La Estación Experimental de Santiago de las Vegas (Ver Red Cubana de Ciencia) -a pesar de la permanente limitación de recursos de que padecía-, mostraba sin embargo una importante relación de resultados.

Buscando información sobre el tema encontré un dato difícil de asimilar, pero contundente: en el Censo realizado en nuestro país en el ano 1953 solo aparecen reseñadas 13 mujeres científicas.

La creación en el período revolucionario de la Academia de Ciencias -crecida y elevada al CITMA, Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente- propició el desarrollo de esta actividad. Desde entonces se han creado decenas de centros de investigaciones, que permitieron el extraordinario avance científico con que actualmente se cuenta.

Y, aunque se asegura que este progreso científico ha sido desarrollado por hombres y mujeres en equidad de participación, sabemos que a ellas les toca poner un extra mayor, porque ni en la casa, y a menudo en la sociedad, se quieren borrar diferencias notables al momento de medir resultados, cuando en realidad se viven condiciones desiguales.

Hoy Cuba cuenta con un elevado nivel científico entre sus recursos humanos, al totalizar alrededor de 74 mil profesionales que laboran en las diferentes ramas de las ciencias. De ellos más de 45 mil –aproximadamente– poseen nivel superior aprobado y el resto ocupan plazas como técnicos medio.

La cifra de las compañeras que laboran en el área de las ciencias ha llegado a multiplicarse de tal manera que suman más del 50 por ciento del total de los que atienden estas especialidades. Exactamente el 53,2 por ciento de todos los científicos cubanos son féminas, según información ofrecida por el CITMA.

Hay que subrayar que en la valoración que se hace de los trabajadores de esta actividad, las mujeres han demostrado una gran consagración a las investigaciones, excelentes resultados y una vinculación muy estrecha entre la ciencia y las producciones.

Infinidad de acciones en el seno de la familia quedan supeditadas a la mujer y dependen directamente de ella y debe multiplicar su tiempo en favor de los restantes miembros. Cada uno no participa ni colabora en quehaceres que debían compartirse entre todos.

En un grupo de entrevistas realizadas por esta autora a científicas destacadas -y publicadas en la web de la revista Mujeres-, ellas señalaban que antes de irse al trabajo debían dejar lo fundamental de la comida de la familia ya elaborada para que a su regreso, generalmente después de más de ocho horas, no ocupar mucho tiempo en finalizarla.

Menos una de ellas, todas eran casadas y tenían hijos o hijas entre los 18 o más años, y esposos. Ninguna se detenía a considerar el hecho de que ellas solas no tenían porque asumir tales labores.

Durante esos diálogos surgió con mucha fuerza el por qué las mujeres no aceptaban tareas de dirección. La cifra mas reciente que manejé de este indicador precisaba que la cuarta parte (un 25 por ciento) de los centros de investigación eran dirigidos por féminas, con lo que se quedan muy lejos del apoderamiento que se espera en un sector donde mas de la mitad de la masa de trabajadores son féminas.

De igual manera sucede cuando se analiza la proporción entre géneros que obtienen los más altos niveles de las categorías de investigación: la mujer ocupa todavía niveles inferiores a los investigadores. ¿Falta decisión? pregunté siempre. ¡No, falta tiempo y posibilidades reales para hacerlo! fue la respuesta de casi todas. El ascenso reclama un tiempo del cual cada una de ellas carece.

Mientras la sociedad no cuente con los recursos para mejorar esta realidad, todo queda en el ámbito personal y familiar.

No quisiera dejar la impresión de que nada se hace a favor de que la mujer participe de manera integral y que la sociedad no valore y posibilite sus empeños. Lo que no puede negarse es que esfuerzos y resultados aún son insuficientes y es necesario insistir en crear una conciencia colectiva tal que se concrete en cambiar esa realidad de manera sostenida.

Hay leyes que acompañan a la mujer es ese quehacer pero: ¿Cuántos son los hombres que deciden quedarse ellos en casa atendiendo a uno o más hijos para que ella se mantenga trabajando, en caso de dificultades en el hogar? ¿O cuando tienen bajo su atención a uno o dos adultos mayores con cualquier impedimenta?

El hecho de que las jóvenes se incorporan también en forma masiva a las carreras de ciencias (no a todas, pero esa es otra historia), de que devengaran salario igual a tareas iguales que los hombres y puedan continuar estudiando y ocupando responsabilidades, tiene un peso especifico en la sociedad cubana, muy superior inclusive a otros países del área de de Europa pero también lo es que la doble jornada, en el trabajo y en la casa, rompe esa supuesta igualdad de condiciones.

Y para cerrar un botón de muestra: La bioquímica cubana y Master en Ciencias en Biotecnología, Ariana Barberá, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana, recibió la pasada semana en París un reconocimiento de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el premio La Mujer y la Ciencia, dedicado a féminas destacadas en las investigaciones científicas, consistente en una beca de unos seis meses de duración, en la Universidad de Utrecht, una de las más antiguas y grandes de Holanda y considerada entre las más prestigiosas de Europa.

Género
Mesa Redonda.- Como homenaje a Vilma Espín, en el aniversario 90 de su natalicio, Cubadebate enfoca su espacio en la Mesa Redonda de este martes al mostrar la participación en la batalla y los desafíos de la mujer cubana frente a...
Canal Caribe.- Este 7 de abril, cumpliría 90 años la Heroína de la Sierra y el Llano, #VilmaEspín Guillois. El pueblo cubano recuerda su impronta y ejemplo....
 Laura V. Mor (Fotos: Yaimi Ravelo) - Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba.- “Rescatar la memoria histórica femenina” es el objetivo que llevó a la artista y cineasta cubana Marilyn Solaya a encarar el pro...
Lo último
La Columna
La Revista