Muevete por la Igualdad/Revista Mujeres.- En los últimos diez años, pese a los numerosos compromisos tanto nacionales como internacionales referentes a la protección del medioambiente, el deterioro de la salud del planeta es evidente.


La deforestación, los altos niveles de contaminación del aire, la pérdida de biodiversidad y el acceso cada vez más reducido al agua potable son signos inequívocos de que el mundo es un hábitat cada vez menos saludable y que, por esa asignación de roles que vincula en mayor medida a las mujeres con el medio natural, las castiga con mayor crudeza. A pesar de ello y del reconocimiento de la comunidad internacional de que sin la plena participación de las mujeres no se puede alcanzar el desarrollo sostenible, sigue sin producirse un avance global sistemático en la incorporación de éstas en las decisiones y debates sobre medio ambiente.

Los movimientos de mujeres han trabajado desde sus inicios por su derecho a la participación en las cuestiones medioambientales. La creciente feminización de la pobreza y la marginación de los temas de género y medio ambiente han centrado su trabajo en la lucha por el reconocimiento de los efectos diferenciados que la degradación ambiental tiene sobre las mujeres, debido a las diferencias en su relación con el entorno, que generan necesidades, conocimientos, responsabilidades y capacidad de control sobre los recursos naturales también diferentes.

Existe amplio consenso en que la degradación del medio ambiente y la pobreza están estrechamente relacionadas y que la pérdida de recursos naturales pone en riesgo la viabilidad de un desarrollo sostenible. Este deterioro ambiental tiene como principal causa los modelos insostenibles de consumo y producción, especialmente en los países industrializados, por lo que es imprescindible impulsar un cambio hacia modelos sostenibles y ecológicamente racionales, en donde las mujeres tiene un importante papel en la elaboración de nuevos patrones de producción y consumo debido a su relación con la atención y educación de la familia y a su influencia en el espacio local y comunitario.

Desde 1995, nuevos compromisos internacionales han abordado los temas medioambientales, a la vez que hacen referencia a las mujeres y los temas de género. Por ejemplo, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo y la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, destaca el papel fundamental que juegan las mujeres en el desarrollo de métodos para la gestión de los recursos naturales. En la Agenda 21, se expresa la intención de crear un nuevo paradigma de desarrollo en el que se integre la preservación del medio ambiente con la justicia y la igualdad de mujeres y hombres dentro de una misma generación y entre las distintas generaciones. En 2004 se realizó la Primera Reunión Global de Mujeres y Medio Ambiente cuyas resoluciones son una guía para la incorporación de la perspectiva de género a los temas medioambientales para pasar de la política a la práctica.

Las mujeres han tomado la iniciativa en la promoción de una ética medioambiental que tienda hacia un uso sostenible de los recursos y un manejo del entorno que reconozca a hombres y mujeres como parte del mismo. Sin embargo, las mujeres siguen ausentes mayoritariamente en todos los niveles de decisión y formulación de políticas sobre los recursos naturales y en la gestión, conservación, protección y rehabilitación del medio ambiente. Su experiencia y capacidades para el desarrollo de técnicas apropiadas en el uso de los recursos se han visto marginada, tanto en las altas instancias de poder y toma de decisiones como de los puestos directivos en las instituciones de enseñanza y las agencias de medio ambiente y poderes locales.

Las estrategias necesarias para el manejo y protección del medio ambiente exigen metodologías globales, multidisciplinarias e intersectoriales que incorporen las diferentes realidades en donde la participación de las mujeres es fundamental. Las mujeres, en particular las indígenas, tienen un conocimiento específico de los vínculos medioambientales y de la gestión de los ecosistemas frágiles que debe ser reconocido. Las experiencias y contribuciones de las mujeres para conseguir un medioambiente sostenible deben ocupar un lugar prioritario en la agenda política para el siglo XXI. Mientras la contribución de las mujeres a la gestión del medio ambiente no reciba reconocimiento y apoyo, el desarrollo sostenible seguirá siendo un objeto difícil de alcanzar.

Propuestas Objetivo Beijing

En los años posteriores a la aprobación de la Plataforma de Acción de Beijing los temas medioambientales han ido ocupando un papel preponderante en la agenda internacional. El Protocolo de Kyoto sobre cambio climático (1997) o la Meta 7 de los Objetivos Del Milenio (2000) son una muestra de ello. Sin embargo, la amplia legislación existente no ha conseguido avances sustantivos en la práctica y los efectos de la degradación ambiental siguen agudizándose. La falta de voluntad política y de perspectiva de género y la marginación de las mujeres de estas políticas, son factores fundamentales para este fracaso. Las recomendaciones a este respecto reflejadas en la Plataforma de Acción de Beijing se resumen a continuación:

· Garantizar la participación equitativa de las mujeres en todos los niveles de toma de decisiones sobre asuntos ambientales. Establecer estrategias y mecanismos para aumentar la proporción de mujeres para que participen como directoras, planificadoras, administradoras, científicas y asesoras técnicas en el diseño, desarrollo y ejecución de políticas y programas para la gestión de recursos naturales y la protección y conservación del medio ambiente y para que se beneficien de esas actividades.

· Aumentar el acceso de las mujeres a la información y la educación, incluyendo los ámbitos de ciencias y tecnología alentando su formación y aptitudes en los temas medioambientales. Promover particularmente los conocimientos tradicionales de las mujeres de las comunidades indígenas en medicina tradicional, biodiversidad y tecnologías autóctonas y fomentar su conservación desde una perspectiva ecológica y sostenible.

· Salvaguardar los derechos de la propiedad intelectual y la biodiversidad con relación a los conocimientos, innovaciones y prácticas de mujeres locales e indígenas, tal y como se prevé en el Convenio sobre Diversidad Biológica. Alentar un reparto justo y equitativo de los beneficios obtenidos por el uso de esos conocimientos, prácticas y descubrimientos.

· Garantizar el acceso equitativo de las mujeres a los recursos naturales, vivienda, agua y energía. Elaborar estrategias para eliminar todos los obstáculos que impiden la participación plena de las mujeres y en igualdad de condiciones con los hombres en el desarrollo sostenible y en el control y acceso a los recursos.

· Reducir el riesgo que puedan correr las mujeres frente a peligros medioambientales tanto en el hogar como en el trabajo y en otros ámbitos e impulsar a las instituciones sociales, económicas, políticas y científicas a que se ocupen del deterioro del medio ambiente y de las repercusiones que ello tiene sobre las mujeres.

· Empoderar a las mujeres como productoras y consumidoras, a fin de que puedan tomar medidas ambientales eficaces en sus hogares y comunidades. Facilitar el acceso de las mujeres trabajadoras de la agricultura, la pesca y el pastoreo a las tecnologías e iniciativas respetuosas con el medio ambiente a fin de apoyar y fortalecer su papel decisivo y su experiencia en la gestión de los recursos y la conservación de la diversidad biológica.

· Identificar y fomentar tecnologías respetuosas con el medio ambiente diseñadas, elaboradas y perfeccionadas con la participación de las mujeres, que sean aptas para el uso tanto de mujeres como de hombres. Fomentar las inversiones en la producción, actividades y tecnologías respetuosas con el medio ambiente, en los sectores de la agricultura, la pesca, el comercio y la industria.

· Establecer mecanismos a nivel regional, nacional e internacional para evaluar con perspectiva de género los efectos de las políticas de desarrollo y medio ambiente. Integrar el resultado de las investigaciones sensibles a las cuestiones de género que reconozcan las consecuencias para las mujeres de la degradación del medio ambiente y los recursos naturales, el análisis de los vínculos estructurales entre género, medio ambiente y desarrollo, así como medidas para incorporar la perspectiva de género en programas y políticas.

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