Diony Sanabia* - Prensa Latina.- La dominicana Kiara Mariano, nacida con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), conoció de su padecimiento cuando tenía 20 años de edad, y desde entonces la vida es otra, muy diferente, según testimonió.


En un reciente panel en la sede del Consejo Nacional para el VIH y el sida (Conavihsida), la joven comentó que las múltiples visitas al médico y los continuos fármacos que debía ingerir a diario no eran normales.

Mariano expuso que encontró en una gaveta el documento con el registro de su dolencia, contraída por transmisión vertical en el momento del parto de la progenitora, víctima mortal como el padre y el hermano.

Las personas que vivimos con este virus no tenemos fecha límite para morir, somos seres alegres con deseos de vivir, subrayó la también estudiante de Psicología.

Debemos empoderarnos, unirnos y luchar por nuestros derechos; el VIH es algo de todos, puntualizó en un mensaje contra la discriminación hacia los seropositivos impedidos de alcanzar la plenitud en sus metas.

Una opinión similar manifestó en dicho espacio Rosana Terrero, quien considera inhumano el gesto de negar un empleo y el acceso a los medicamentos a alguien con el referido mal.

Tenemos derecho a recibir una atención sanitaria de buena calidad; cuando vamos a los hospitales no nos quieren tratar, ni realizarnos cirugías y procedimientos invasivos, sostuvo.

El caso de Mariano se puede repetir en los descendientes de unas mil 800 dominicanas embarazadas con VIH, aunque según autoridades se hacen esfuerzos para evitar que los futuros hijos adquieran el padecimiento.

La actual situación es preocupante, pero estamos siguiendo el problema, no deseamos niños recién nacidos con el virus, aseguró el director ejecutivo del Conavihsida, Víctor Terrero.

Esas gestantes, víctimas fundamentalmente de la irresponsabilidad de sus parejas, recalcó, están recibiendo los medicamentos antirretrovirales de forma correcta.

A juicio de Terrero, en Dominicana se impulsa una ardua lucha por detener y prevenir el estigma y la discriminación contra las personas con VIH y de los grupos vulnerables.

Sin embargo, en su opinión resulta necesario fortalecer el marco legal ante constantes afectaciones de la dignidad humana en diferentes ámbitos de la sociedad.

Estudios recientes precisan que el 17,2 por ciento de las personas con VIH en este país perdió su empleo, y una de cada cinco estuvo forzada a cambiar de residencia por tal condición.

También, al 8,4 por ciento de las afectadas le negaron servicios médicos y la cuarta parte sufrió algún tipo de violación a sus derechos humanos.

Consultado por Prensa Latina, Terrero precisó que en Dominicana se estima la existencia de 43 mil 945 personas con VIH, y el 57,4 por ciento de esa cifra son mujeres.

A diferencia de otros países del Caribe, comentó, aquí el mal predomina entre las damas, cuya incidencia en la población de ese sexo es de 0,7 y 0,8 por ciento en edades de 15 a 24 y de 25 a 49 años, respectivamente.

En noviembre, el funcionario exhortó a las mujeres casadas a exigir a sus esposos el uso del condón con el fin de contrarrestar los actuales niveles de infidelidad.

Para prevenir el VIH y las infecciones de transmisión sexual lo ideal resulta ser fiel, pero la realidad que estamos viviendo es muy diferente, reconoció.

Comentó que el virus se ha feminizado de manera agresiva, y muchas veces los esposos son los responsables de llevarlo a la casa y contagiar a su pareja.

Todos tenemos que sentarnos en una mesa de negociación para ponernos de acuerdo en la promoción del empleo del preservativo, recomendó Terrero.

Otro problema que sufren las dominicanas con VIH es el maltrato físico, un mal de la sociedad en sentido general, vinculado, según especialistas en el tema, a la cultura machista, la intolerancia y el bajo nivel educacional.

Estadísticas oficiales puntualizan que dos de cada cinco féminas contagiadas también han sufrido ese tipo de violencia, lo cual incide de manera negativa en la lucha por prevenir la epidemia.

Asimismo, la tercera y cuarta parte del total afectado sufrió abuso emocional y vejaciones sexuales, por ese orden.

En opinión de Terrero, la violencia contra la mujer como factor asociado a la infección por dicho virus vulnera su derecho a una vida digna y a decidir, y repercute además en los hijos.

Por otra parte, el inferior índice de escolaridad de las mujeres en comparación con el nivel de los hombres favorece el mayor daño contra ellas.

Teniendo en cuenta esa situación, y otras razones, el Conavihsida pretende que en un futuro cercano los temas de salud sexual y reproductiva formen parte de los planes de estudio desde la enseñanza primaria.

*Corresponsal de Prensa Latina en República Dominicana.

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