Red Semlac.- Reynaldo Marrón hace mucho que no sale de casa, aunque no logra precisar cuántos días. Está consciente de que, a sus 67 años, con hipertensión, diabetes y gota, tiene que “cuidarse como gallo fino”. Si se contagia con el nuevo coronavirus o la Covid-19, enfermedad que este virus produce, “me voy del parque”, asegura, en alusión a una complicación y muerte segura.


Marrón reside en la localidad de Guásimas, municipio de Cárdenas, en Matanzas, ciudad a unos 100 kilómetros de la capital cubana que ha reportado eventos de transmisión local de la infección.

Sin embargo, Marrón no es una persona que habitualmente se preocupe por su estado de salud. Según declaró a SEMlac, no realiza a diario el chequeo de sus niveles de azúcar, aunque sí toma los medicamentos para ese y el resto de sus padecimientos.

Tampoco es muy estricto en el cumplimiento de la dieta: confiesa que ama los dulces y muchas veces los consume en lo que, personalmente, denomina “versión para diabéticos”.

Algo tiene en común con Johnny Peña Fernández, tres décadas más joven que él y residente en la ciudad de Holguín, en el oriente del país, a 743 kilómetros de La Habana. El joven de 33 años de edad es hipertenso y no muy disciplinado con su tratamiento médico: a veces olvida tomar el enalapril, aunque tiene en su poder el medicamento.

En medio del aislamiento y pese a padecer hipertensión arterial, Johnny Peña Fernández sale de casa a buscar los alimentos y recursos que necesita su familia.

Son dos historias entre muchas de los hombres en Cuba hoy, desde jóvenes hasta personas mayores, con al menos un punto en común: la falta de autocuidado y el abandono de su propia salud física y mental. Un comportamiento que conlleva mayor exposición a riesgos, como resultado de roles, normas y prácticas de género impuestos socialmente.

La crisis sanitaria que ha generado la pandemia del nuevo coronavirus Sars-CoV-2 obliga a voltear la mirada, de acuerdo con expertos, a otros elementos más allá de la enfermedad.

Si bien la pandemia por sí misma no discrimina por sexo, edad, origen u otras características personales, el modo en que se organiza la respuesta a esta emergencia sí puede hacerlo. Aunque mujeres y hombres se afectan por el nuevo coronavirus, la biología y el género condicionan de algún modo las cargas con que se manifiesta en cada cual la enfermedad.

La salud masculina

Las estadísticas mundiales desglosadas por sexo indican que la mayor mortalidad por el nuevo coronavirus recae en los hombres. No es diferente para Cuba. Hasta las 12 de la noche del sábado 2 de mayo, la nación caribeña reportaban 1.649 personas diagnosticadas con Covid-19, de ellas 51,6 por ciento son hombres (852 casos), de acuerdo con datos oficiales del Ministerio de Salud Pública.

Para entonces, de los 67 fallecidos, 40 eran del sexo masculino, para 59,7 por ciento del total. Como particularidad, solo tres de los 38 cubanos —dos eran ciudadanos italiano y ruso— que han muerto por la nueva enfermedad no presentaban otros padecimientos de base y 35 tenían más de una patología asociada.

Entre las comorbilidades más frecuentes en los pacientes cubanos fallecidos se encuentran la hipertensión (24), diabetes mellitus (12) y la cardiopatía isquémica (9), pero llama la atención que en comparación con el mismo análisis entre las mujeres, aparece una diversidad mucho mayor de enfermedades.

Para los hombres, se consignan además la enfermedad pulmonar obstructiva (7), la enfermedad renal crónica (6), diferentes tipos de cáncer (5), demencia y Alzheimer (3), cirrosis hepática (3), asma bronquial (1) y otras patologías (11), entre las cuales uno era portador del VIH y otros dos tenían antecedentes de alcoholismo.

La tendencia que revela la pandemia pone de manifiesto un asunto que no es nuevo: la forma tradicional en que se construye la masculinidad también está matando a los hombres.

De acuerdo con la psicóloga Patricia Arés Muzio, “la virilidad o masculinidad, en tanto rol asignado, está determinada por un conjunto de cualidades, sentimientos, actitudes y pautas de comportamientos culturalmente aceptados y legitimados al proceso de ser hombres”.

A ellos se les educa para no expresar sus sentimientos, para no participar en tareas domésticas “que son solo asunto de mujeres”, mientras que su función asignada es la de “ser proveedores económicos de la familia”.

Contradictoriamente, no se les prepara para esa vida familiar interior y sí “para estar en la calle”, buscando los insumos y el sostén económico, donde normalmente están más expuestos. En épocas de crisis, como la que vivimos, el peligro se incrementa, abunda la especialista.

En Cuba hay una sobremortalidad masculina en nueve de las 10 principales causas de muerte en el país, confirman las ediciones del Anuario Estadístico de Salud de Cuba del último lustro. Excepto para la diabetes, ellos mueren más que sus pares femeninos por enfermedades del corazón, tumores malignos, enfermedades cerebrovasculares, influenza, neumonía, accidentes, cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado, así como lesiones autoinfligidas intencionalmente, entre otras.

La sección científica de Masculinidades, de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes), en el primer Consenso de profesionales cubanos(as) sobre salud masculina, alertaba que “cuando se mira a la población masculina, se aprecia una menor esperanza de vida y mayor mortalidad en prácticamente todas las edades, así como una menor proporción de longevos en este grupo etario”.

“Asimismo, la mortalidad de los varones menores de un año es mayor que la de las niñas; en el cuadro de mortalidad masculina las causas externas aparecen siempre entre las cinco de mayor incidencia; son más afectados por el VIH/sida, padecen más adicciones y predomina para ellos la distribución sexista de roles en la crianza de los hijos”, explica documento.

Los mandatos culturales

En la salud de mujeres y hombres influyen los mandatos culturales, entre otras condicionantes sociales. En opinión de la profesora Georgina Alfonso González, directora del Instituto de Filosofía, las diferencias se conectan igualmente con los cuidados y quienes tradicionalmente los asumen.

“El cuidado de la vida es esencialmente una preocupación de las mujeres”, asegura Alfonso en su artículo ¿Por qué mueren más hombres que mujeres por el COVID-19? Por el machismo.

La investigadora sostiene que “el machismo otorga solo a las mujeres, ‘por su naturaleza’, la capacidad de abnegación, sacrificio y consagración para el cuidado de las demás personas. Las mujeres, al ser esencialmente cuidadoras, estamos obligadas a cuidarnos”, asegura.

A la par, históricamente, la socialización de la masculinidad tradicional lleva a los hombres a ignorar asuntos relacionados como su autocuidado.

“Tras el mandato de ser valientes, los hombres demuestran poca percepción de riesgo. El riesgo se asume desde una lógica machista de enfrentar el peligro, de no demostrar temor”, señala Enmanuel George López, Coordinador de Proyectos de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades (Riam).

A la falta de autocuidado masculino, se agregan los preceptos culturales y sociales que sostienen la división sexual del trabajo y los responsabilizan a ellos con la economía y las garantías para proveer a la familia.

Desde Holguín, Johnny Peña Fernández vive los días de aislamiento en casa junto a esposa y sus dos hijos pequeños, que requieren de atención constante, pues la niña aún es lactante y el varón no ha cumplido los tres años.

Peña, trabajador por cuenta propia, es quien sale todos los días de su casa, aunque dice tomar todas las medidas de seguridad para evitar el contagio. Debe atender así las demandas de sus clientes como gestor de la compañía telefónica Etecsa, y también busca los alimentos o los recursos que necesita su familia.

“La vulnerabilidad económica es un temor recurrente que los hombres combaten de forma diferenciada, pues el machismo la señala como una pérdida de autoridad, una falla irrevocable como jefe de familia y el incumplimiento de su rol principal”, explica George en su artículo “Masculinidades en desafío. La cuarentena y el reto para los hombres”.

Para la psicóloga Patricia Arés, la supuesta valentía y la poca conciencia de riesgo es también una manera de negar el miedo. “Los hombres tienen miedo al miedo y la respuesta socialmente aceptada es la soberbia y las conductas arriesgadas”, comenta a SEMlac.

George explica que confinarse al ámbito doméstico supone para muchos hombres restringirse a un espacio donde no se representan y tener que afrontar diariamente problemáticas con las que muchas veces no están identificados.

A juicio de usuarios de las redes sociales, no son pocas las consecuencias de la llamada cuarentena sobre los hombres, a cuenta del machismo.

Así lo han dicho durante un coloquio virtual, el 30 de abril pasado, organizado por la Riam y con apoyo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación.

El historiador Julio César González Pagés llamó la atención sobre el hecho de que, “desde el inicio del llamado al aislamiento y el distanciamiento social, se han manifestado actitudes negativas y machistas de los hombres, como no colocarse correctamente el nasobuco, exponerse al peligro, estar jugando dominó en grupo, como si no pasara nada, y eso obviamente preocupa a la población y la autoridades”.

Para el coordinador del proyecto AfroAtenAs, Yoelkis Torres, los hombres se ven afectados por creerse “invencibles” y lo expresan en frases como “eso no nos coge”, “estamos acostumbrados a eso” o “eso es cosa de…”.

El activista alertó, además, sobre la realidad de los “los hombres gays, trans o con cualquier otra orientación sexual o de género no heteronormativa, quienes realizaban su vida mayormente fuera de casa y ahora sufren cierta sensación de encierro al tener que lidiar con la violencia homofóbica de las familias”.

Sucesos vinculados al consumo excesivo de alcohol por parte de los hombres dentro de casa y en espacios públicos, así como situaciones de violencia en los hogares y en la calle también fueron relatados en el foro, que lanzó una pregunta provocadora: ¿qué significa para los hombres la frase: quédate en casa?

“Es un reto para hombres y mujeres, un reto frente a los modelos hegemónicos de masculinidad. Una oportunidad de cambiar las dinámicas familiares en favor de la no violencia, la paternidad responsable, la redistribución de los roles y tareas del hogar, de las relaciones de poder”, consideró la internauta Neida Peñalver Díaz.

Yonnier Angulo, coordinador de la Riam, dijo en uno de sus post que “quizás para la mayoría de ellos la cuestión debería ser: quédate y redescubre tu casa”.

Recuadro

Sigue el debate…

La Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades (Riam) anuncia que seguirá promoviendo la reflexión y el debate acerca de las masculinidades, la cuarentena y el reto para los hombres.

Mediante un coloquio online que reunirá a personas de la academia y el activismo de Cuba, España, México y Nicaragua, los jueves 7, 14 y 21 de mayo, se responderán preguntas en el blog de la Riam y en la página en Facebook destinada para el encuentro.

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