Lirians Gordillo Piña - Revista Mujeres.-Por más de 15 años la psicóloga Ana María Cano atiende a víctimas de abuso sexual infantil. La especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) conversó con Mujeres para compartir elementos claves que ayuden a identificar este tipo de abuso, además de sugerencias para la actuación de la familia y la educación de niñas, niños y adolescentes.

Para esta experta, “No se puede prevenir lo que no se conoce”. Por eso nos recomienda hablar de esta problemática en la familia y en los medios, promover el debate social para dar seguimiento a esta problemática, ofrecer información y recursos.


¿Qué señales pueden darnos pistas de que algo no anda bien?

Es importante que la familia sepa identificar manifestaciones que, aunque no son exclusivas de este tipo de maltrato infantil, pueden ser alertas de que está sucediendo algo. No podemos pensar que por presentar estas alertas, el niño, la niña o la púber es víctima de abuso sexual infantil, pueden ser expresiones de otros trastornos o situaciones, pero si son indicadores de que algo está sucediendo y que podemos estar en presencia de un caso de abuso sexual infantil.

Por ejemplo, la resistencia a visitar lugares o permanecer con personas con quienes han mantenido una buena relación. Las pesadillas, los terrores nocturnos, o el miedo a dormir solos. El cambio repentino en la alimentación, que tengan mucho apetito o poco, las dificultades en el aprendizaje. Estas son algunas manifestaciones a las cuales atender.

Algo que se ve con mucha frecuencia es el aseo exagerado del cuerpo porque se sienten sucios, o tienen sensaciones desagradables sobre su cuerpo por ser abusados. También puede ocurrir lo contario, que no quieran asearse, además de presentar cambios bruscos en los estados de ánimo, un vocabulario sexual inadecuado para su edad, o la curiosidad sexual excesivas.

Pueden presentar aneuresis (orinarse en la cama), asumir comportamientos que corresponden a otras edades y etapas ya pasadas, rechazar de manera repentina a figuras cercana, como la madre y el padre.

También pueden desarrollar comportamientos autodestructivos y de riesgo para su integridad física, en casos grabes pueden presentar intentos suicidas.

Infantes y adolescentes que habitualmente son sociales y alegres se ponen tristes, retraídos, deprimidos, manifiestan una tendencia al aislamiento.

¿Cuáles son los costos a mediano y largo plazo del abuso sexual infantil?

Hay niños que pueden hablar de manera rápida y hay niños que pueden guardar ese malestar por muchos años, y ese secreto negativo toda la vida.

En general las consecuencias están en función de la frecuencia y la experiencia. También están en función de la fuerza, de la amenaza y del tipo de contactos físicos que tienen lugar, así como la relación de la víctima con el agresor. También es importante valorar el impacto emocional que está modulado por el perfil individual de la víctima, su estabilidad psicológica, la edad, el sexo, el contexto familiar, las características del acto abusivo, entre otros elementos.

De acuerdo con lo anterior hay consecuencias que son a corto plazo, algunas de las cuales te comenté en la pregunta anterior, y que suelen aparecer inmediatamente después del abuso, prolongándose hasta los dos años siguientes.

Como decía, entre las más frecuentes están las dificultades para conciliar el sueño, las pesadillas, los terrores nocturnos, la inapetencia, el consumo de drogas y el alcohol, las conductas autolescivas  y agresivas, las dificultades en la socialización, la culpa, la vergüenza, la ansiedad, todas pueden presentarse como son consecuencias más inmediatas.

Y aunque las consecuencias a largo plazo son menos claras que los efectos a corto plazo, existen evidencias de que muchas de estas consecuencias pueden mantenerse o intensificarse en el tiempo hasta conformar patologías definidas, como la depresión, el intento de suicidio, la drogodependencia, el síndrome de stress postraumático, las fobias de tipo sexual que pueden llegar a la adultez,

Todo depende de las características individuales y cómo se maneje la situación en el entorno social y familiar.

¿Qué importancia tiene denunciar y hablar de este problema al interior de la familia?

Es muy importante la denuncia. Y es algo que debemos trabajar más desde la prevención y trasmitirle este mensaje a la población. Es importante hacer la denuncia, y no guardar el secreto.

Muchas veces la familia no quiere denunciar porque estamos acostrumbrados a que las situaciones de la familia no se deben compartir porque son cosas intimas y privadas, sin embargo es en la propia familia donde muchas veces ocurren actos de este tipo y si hay una persona en la familia que ha sido capaz de cometer un delito tan grave es importante denunciarlo porque la familia tiene la función de proteger y de no vulnerar los derechos de los niños, tiene la responsabilidad de transmitir seguridad y confianza.

Por lo tanto, sé que es un hecho muy traumático y que todo el mundo se consterna ante esta situación, pero hay que denunciar para poder ayudar a la víctima y para poder manejar el problema a nivel familiar. Porque el agresor no puede quedar impune y tiene que ser juzgado por el delito cometido.

Hay que denunciar también por la propia seguridad de la víctima. Hay un subregistro de estos casos porque muchas veces no se denuncian. Por eso es importante denunciar y que las personas conozcan que existen instituciones a las que acudir.

Por ejemplo, existe el Centro de Protección a Niñas, Niños y Adolescentes (CPNNA) en La Habana, Villa Clara y Santiago de Cuba. Muchas personas no saben que también se puede acudir a estos centros para hacer la denuncia, por lo general las personas van a la policía, pero en estas instituciones especializadas puede hacerse la denuncia y se tramita el caso con el equipo especializado en la atención a este tipo de violencia.

¿Qué recomendaciones darías a la familia y amistades en el acompañamiento a las víctimas?

Con la familia es muy importante trabajar la importancia de la denuncia. Por otra parte, muchas veces la familia se ve muy afectada por estos hechos tan duros y como es lógico, no siempre se actúa de la mejor manera posible, muchas veces la misma familia revictimiza al insistir y preguntar de manera frecuente a la víctima ¿qué te hizo, ¿cómo fue, cuantas veces ocurrió, desde cuándo ocurría? Todas estas preguntas, que son comprensibles ante la desesperación de madres y padres, es un mal manejo por parte de la familia. Por supuesto que necesitan un acompañamiento psicológico y hay que buscar ayuda especializada para poder transmitir la confianza y seguridad que necesita esa niña, niño o adolescente.

Debemos decirle que es muy valiente por haber contado lo sucedido, que entre todos lo vamos a apoyar para salir adelante con esta situación, que la familia le puede asegurar que lo que pasó no le va a ocurrir porque la familia tomará las medidas para su protección.

Lo que hay que hacer es comprender y brindar seguridad y confianza, tranquilidad. No, sobreexigir ni presionar al niño a que hable. No insistir en el hecho todo el tiempo, pues esto puede ir en contra de la recuperación de la víctima y de la recuperación de la familia.

Es importante escucharle en el momento que desee y decida hablar. Cuando no lo necesite, o no desee, pues no hay que tocar el tema, sino brindarle espacios de socialización en los cuales se sienta con seguridad y a gusto, brindarles herramientas y recursos, comunicándose sobre temas y actividades que les motiven y que les son importantes.

¿Qué signos nos pueden decir que estamos frente a un victimario/a o abusador sexual?

Esto le puede suceder a cualquier. Y por eso este secreto no se puede guardar. Debemos tener una persona de confianza en la familia con quien podamos compartir todas las cosas, incluso las malas.

No se puede prevenir lo que no se conoce. Hay que explicarles los mecanismos que utilizan los agresores para que guarden los secretos. Las niñas y los niños están alejados de esta realidad y no saben las maneras que utilizan los agresores para engañar, intimidar. Hay que explicarles que existen personas que manipulan a los niños, que tratan de acercarse a ellos, que les hacen regalos, pero muchas veces no es con un fin positivo, hay adultos que no son buenos y que se acercan a los niños para hacerles cosas malas.

Debemos advertirles que no confíen en personas que les pidan guardar secretos porque habitualmente esta es una tendencia que utiliza el abusador.

Muchas veces el agresor les dice “esto que está pasando entre nosotros es un secreto” pero las niñas, los niños y adolescentes deben saber que hay secretos que son buenos y otros son malos. Y hay que enseñarles que estos son secretos malos, cuando alguien le pide no decirle a su mamá, o los amenaza con hacerle daño a su familia, incluso amenaza con asesinar a sus seres queridos si cuentan este secreto, pues es necesario decirlo y que los niños sientan la confianza de decir cuando algo no anda bien, o cuando perciban que alguien les está haciendo algo que les hace daño.

No dejarlos solos, hay que procurar que estén acompañados siempre. Hay que asegurarse de que puedan llamar a un adulto en caso que los necesiten, entrenarlos para recurrir a personas en quienes confíen cuando se sientan amenazados por alguien.

Hay que educarlos en el cuidado de su cuerpo, que su cuerpo es suyo y que solo a ella o a él les pertenece, que nadie los puede tocar y que nadie tiene derecho a tocar y agredir su cuerpo.

¿Qué recomendaciones darías a los medios de comunicación?

Yo recomendaría buscar asesoría, apostar por mensajes educativos que ayuden y orienten a la familia.

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