Lirians Gordillo Piña - Revista Mujeres.- El abuso sexual infantil es un problema complejo, en cuya respuesta participan varias instituciones y actores sociales. Mujeres conversó con el jurista Manuel Vásquez Seijido, subdirector del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) sobre el tratamiento jurídico de este tipo de violencia sexual.


Vásquez Seijido coincide en la importancia de la denuncia, la cultura jurídica y educación sexual de niñas, niños y adolescentes como recursos claves para prevenir y hacer frente al abuso sexual infantil.

¿Cómo se aborda el abuso sexual infantil en nuestro país?

El abuso sexual en Cuba se aborda desde múltiples ámbitos y justamente esa multiplicidad de abordaje está en conexión directa con la complejidad del fenómeno.

Está el abordaje preventivo, la identificación y detección de los casos y todo el proceso jurídico penal para sancionar a las personas responsables de este tipo de delito y la recuperación de las víctimas.

Desde el sistema jurídico intervienen un conjunto de instituciones que incluye desde la formulación de la denuncia hasta la exigencia de la responsabilidad penal de los agresores o victimarios, y la ejecución de la sentencia.

En este proceso tienen un rol importante, los Centro de Protección a Niñas, Niños y Adolescentes (CPNNA). Los Centros tienen un rol importante en la formulación de la denuncia y las investigaciones, en las prácticas periciales del tipo médico legal, incluyendo la vista del juicio oral, al cual aportan documentos audiovisuales con elemento importantes para el proceso legal.

La esencia de estas instituciones es crear todas las condiciones para que el menor no sea revictimizado o victimizado secundariamente durante el proceso jurídico penal, aunque éste no es el único ámbito donde puede resultar revictimizado. Se utiliza un protocolo específico y técnicas que minimizan la revictimización. 

También el ámbito escolar tiene muchas posibilidades, sobre todo en los procesos de prevención pero también en la identificación o detección de este tipo de violencia; además de que puede ayudar mucho a la recuperación de las víctimas.

Existen buenas prácticas y experiencias exitosas al respecto. Pero en ese sentido creo que hay que seguir trabajando en la formación del profesorado y del personal educativo. Se trata de fortalecer las herramientas necesarias para prevenir, identificar y apoyar la recuperación de manera que se proteja a la víctima.

Uno de los temas pendientes en el ámbito educativo es el fortalecimiento de las alianzas con el sector de la salud, específicamente los servicios relacionados con la salud sexual de niñas, niños y adolescentes.

Otro ámbito fundamental es el sector de la salud, sobre todo los servicios especializados, desde los cuales se tienen amplias posibilidades para abordar el abuso sexual infantil desde la prevención y la recuperación de la víctima y la dinámica familiar. Y es que la recuperación de la víctima no sólo depende de la recuperación de las secuelas emocionales o físicas, sino también de cómo se logra tramitar el evento victimizante en el seno familiar, e incluso a nivel el comunitario.

Por supuesto, creo que además de la escuela y el sector de la salud otro de los ámbitos importantes es el comunitario y en esto tiene una intervención destacable la Dirección de Atención a Menores de edad perteneciente al Ministerio del Interior (MININT)que cuenta con personal calificado para atender este tipo de problemáticas.

¿Qué aspectos jurídicos y penales crees deben conocer púberes, adolescentes, jóvenes y sus familias?

Es necesario dar a conocer las normas jurídicas que protegen a las personas en tanto sancionan este tipo de conductas lesivas, particularmente las relativas al abuso sexual.

Las niñas, niños y adolescentes lo primero que deben conocer es el derecho que tienen de que sus cuerpos sean protegidos.  Hay que utilizar esos resortes educativos para poder trasladar estas consecuencias jurídicas que permitan que los destinatarios—en este caso niñas y adolescentes y sus familias—puedan comprender, aprender y apropiarse de estos recursos que son herramientas para su protección.

Hay otro tema que también tiene que ver con estas cuestiones de cultura jurídica y es la necesidad y relevancia de la denuncia. La denuncia, entendida también como compartir el hecho negativo vivenciado. Esta pertinencia debe ser clara para los niños, las niñas y adolescentes en tanto víctimas potenciales pero es también necesaria para las familias y para profesionales que por su desempeño pueden conocer este tipo hechos víctimas antes.

¿A dónde acudir en estos casos?

Desde el punto de vista jurídico las autoridades competentes para radicar la denuncia son las fiscalías ubicadas en cada uno de los territorios y las unidades de policía.

Muchas veces las familias deciden no ir en primera instancia a la policía y muchas veces deciden buscar ayuda desde el punto de vista terapéutico o en el ámbito escolar, por eso hay que posicionar a la escuela y a los servicios de salud como posibles ámbitos en los cuales se puede dar a conocer o comunicar el caso, aunque la denuncia debe presentarse en las instancias establecidas.

Desde el punto de vista jurídico y penal y desde una mirada de género, ¿crees que se deban actualizar algunos aspectos sobre la violencia sexual, y específicamente el abuso sexual infantil?

En un momento de actualización de nuestras principales normas jurídicas y particularmente el Código Penal habría que plantearse un grupo de posicionamientos desde el punto de vista teórico. Repensarlo desde la perspectiva de género y desde esta perspectiva de derechos sexuales.

Por ejemplo, a partir de los avances de las investigaciones tenemos que repensarnos esos bienes jurídicos protegidos para ampliarlos y definirlos de manera más efectiva. Vinculado al abuso sexual infantil el bien jurídico establecido es el normal desarrollo de las relaciones sexuales.

Tenemos que repensar la manera en la que describimos dentro de la dinámica jurídico penal los sujetos que pueden resultar víctimas, los sujetos que puedan resultar agresores o victimarios e incluso tenemos que repensar aquellas conductas que estamos identificando como peligrosas y que en consecuencia se prohíben y tienen consecuencias jurídico penales. También hay que revisar a los marcos sancionadores en el abuso sexual.

Hay que repensar lo que jurídicamente se nombra requisitos de perseguibilidad de los delitos y entre elos los delitos relacionados con la violencia y específicamente la violencia sexual hacia niñas niños y adolescentes, por muchas razones.

Por ejemplo, hay un grupo de personas que están legitimadas para denunciar esos delitos según el Código Penal. En ese sentido las terceras personas que tienen esa legitimidad son los ascendientes (madre o padre, pero también abuelos o abuelas y hermanos o hermanas) y en los casos donde el evento haya producido escándalo basta con que cualquier persona que haya conocido del asunto, formule la denuncia. Aquí entraría el caso de otras personas distintas a las taxativamente reconocidas en la norma, como una amiga, un amigo, un profesor.

La cuestión sería definir el alcance del concepto de escándalo, que introduce el Código Penal. A mí muchas veces me gusta hablar no de un evento que produce escándalo sino de un evento que por cualquier causa se convierte en un evento público o notorio, o sea que rebasa el ámbito en el cual tuvo lugar y comienza a ser de conocimiento de varias personas por diversas razones.

Mi opinión en el contexto actual es que estos delitos que pueden ser del conocimiento del profesorado o personal docente son denunciables pues forman parte de esta idea de lo público o lo notorio. Lo mismo sucede con profesionales de la salud, amigos o amigas que a partir del evento, a partir del deterioro de la salud psicológica o mental de la víctima conozcan del asunto, o quizás vecinos o vecinas que se interesan por lo sucedido y que lo conocen.

Aunque no soy partidario de supeditar la denuncia a ninguna cualidad ni pública, ni notoria, ni existencia de un escándalo, no solo por lo ambiguo del asunto, sino por lo improcedente en términos de sancionar una conducta reprochable como el abuso y sobre todo para proteger el interés superior del niño, niña o adolescente.

Además muchas veces estos eventos victimizantes quedan en silencio y las familias deciden no darlos a conocer por muchas razones: para proteger al agresor, proteger el supuesto prestigio familiar o incluso en algunos casos para proteger el supuesto prestigio de la víctima, sobre todo en los casos donde las víctimas son menores de edad del género masculino. Se dan muchas dinámicas complejas al interior de las familias, sobre todo si se tiene en cuenta que la mayoría del abuso sexual infantil ocurre en el entorno familiar o por agresores muy cercanos a ella.  Eso requisitos de perseguibilidad se constituyen en obstáculos para la protección efectiva.

¿Qué crees sea fundamental para recuperarse de este tipo de violencia?

Sin lugar a dudas es posible sobrevivir y recuperarse de la violencia sexual. Dicho así puede sonar muy fácil, sin embargo, la responsabilidad del Estado a través de sus distintas instituciones es vital para lograr garantizar la recuperación de las víctimas y una recuperación efectiva.

La recuperación ha sido menos visible que el enfrentamiento a estos delitos.  Siento que los dispositivos o mecanismos para garantizar la recuperación de las víctimas son tan importantes como los mecanismos o dispositivos que se crean para prevenir, enfrentar y exigir responsabilidad penal en este tipo de violencia.

Creo que también hay que abordar el abuso sexual infantil como un fenómeno prevenible, que se puede enfrentar de manera efectiva y también como un fenómeno cuyas víctimas  pueden recuperarse y pueden tener una vida plena. Pero justamente en garantizar ese desarrollo debemos participar todos y todas desde los diferentes ámbitos en los que nos encontramos y con el rol principal del Estado.

Desde un primer acercamiento identificaría como vital la intervención de la escuela, del sector de la salud y por supuesto los actores que a nivel comunitario pueden apoyarlo y qué decirte de la familia. Muchas veces el Estado se queda sin la posibilidad real de acceder con toda la intensidad que quisiera al seno familiar, y tiene más oportunidad de garantizar condiciones en las escuelas, en el sistema de salud y el ámbito comunitario.

Por último, la telenovela El rostro de los días, ha hecho más visibile este tipo de violencia. ¿Desde tu experiencia, qué aprendizajes o debates, nos deja este audiovisual?

Creo que ha tenido el mérito de colocar en la palestra pública el problema de la violencia sexual, específicamente hacia menores de edad. Y a veces la población necesita, digamos, de este tipo de disparador para reparar en problemas de los que Cuba no escapa.

La novela ha dejado un grupo importante de aprendizajes. El primero es que necesitamos avanzar en la visibilización de estos problemas en los medios de comunicación con la multiplicidad de productos que pueden generarse. Otro aprendizaje es que los procesos creativos deben estar de la mano de procesos de asesoramiento más efectivos; las personas que tienen la función o posibilidad de asesorar deben contar con las herramientas y competencias para poder acompañar el proceso y así evitar abordajes incorrectos o que de alguna manera se desmarcan de cuestiones teóricas básicas, e incluso se desmarque de lo que se quiere lograr de la escuela, la familia y la sociedad.

Yo entiendo que estos productos no tienen que ser un reflejo fidedigno de todas las realidades, sino que captura una realidad y a partir de ahí se desarrolla toda la dinámica. Pero si creo que se deben aprovechar estar propuestas audiovisuales de amplio alcance y tan consumidas por diferentes públicos, para que también puedan contribuir a difundir mensajes necesarios y que resulten positivos, que generen propuestas, aunque no siempre los finales tienen que ser felices, sino que generen una posibilidad de releer el contexto negativo y la problemática.

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