Ania Terrero - Letras de Género / Cubadebate.- Cerca de las dos de la tarde, cada martes y sábado durante las últimas tres semanas, poco más de veinte jóvenes en toda Cuba conectaron celulares y computadoras a Internet. Los datos vienen y van, la conexión juega malas pasadas y más de una vez desesperan en el proceso. Sin embargo, tarde o temprano consiguen enlazarse en una especie de reunión virtual donde a veces no se ven, pero siempre se escuchan. Del otro lado de la pantalla, especialistas de diversos campos invitan a debatir sobre población, juventud, salud sexual y reproductiva, derechos humanos y violencia basada en género.


Los paneles y videoconferencias a través de Google Met alternan con polémicos debates vía WhatsApp y el intercambio de artículos científicos, datos, caricaturas y mucha información sobre los asuntos tratados. Cada una de esas acciones forman parte del Campamento juvenil virtual “Géneros y derechos sexuales: Miradas al contexto cubano actual”, que sucede en la Isla desde el pasado 21 de septiembre y hasta el próximo 17 de octubre.

Convocado por el Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ), con el acompañamiento de UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas en Cuba, y la contribución de varias instituciones, el espacio de intercambio virtual es la propuesta cubana para dar continuidad a la estrategia de participación juvenil ¡Juventudes YA!, impulsada por esta agencia de la ONU desde 2018.

Sin embargo, para la Representante Auxiliar del UNFPA en Cuba, Marisol Alfonso, lo más importante es que hay un proceso de apropiación nacional de la experiencia. “En estos momentos, se puede hablar de una iniciativa de país, en la cual el Centro de Estudios Sobre la Juventud tiene un rol clave. Tienen el liderazgo en la identificación de los temas que focalizará cada edición.”, comentó a Cubadebate.

Este no es el primer campamento, sino que da continuidad a dos experiencias similares realizadas en octubre de 2018 en La Habana, y en mayo de 2019 en Santiago de Cuba.

Según explicó a nuestro medio la investigadora del CESJ Raida Semanat, los anteriores fortalecieron “capacidades de participación, incidencia y comunicación de un grupo diverso de adolescentes y jóvenes, en temas vinculados con la comunicación y la abogacía en la promoción de los derechos y la salud sexual y reproductiva”.

Ahora, a pesar de las limitaciones impuestas por la COVID-19, el objetivo es formar voces jóvenes para que participen activamente en el seguimiento al avance de la agenda de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, el Consenso de Montevideo, la Cumbre de Nairobi y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Para ello, intentan ir más allá de la presentación y discusión de asuntos vitales. Sus participantes, divididos en subgrupos, preparan proyectos que puedan contribuir a la transformación de normas, imaginarios sociales y estereotipos sobre los que se afianzan las violencias basadas en género.

La experiencia, que ha contado con apoyo de la Oficina del UNFPA para América Latina y el Caribe en las tres ediciones, ofrece la oportunidad de trabajar con jóvenes y adolescentes y de vincularles con estas agendas.

“Estos son grupos imprescindibles cuando se trata de avanzar en estas áreas y de cara al desarrollo sostenible. En este sentido, el UNFPA trabaja con dos poblaciones clave: mujeres y jóvenes, incluyendo adolescentes”, dijo Alfonso.

Entre tecnologías y pandemias

Campamento juvenil virtual “Géneros y derechos sexuales: Miradas al contexto cubano actual”. Imagen: Facebook.

Camilo Soto estudia en la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA, pero ha vivido los meses de aislamiento social en su provincia de origen: Las Tunas. Emily Puisseaux es una futura licenciada en Relaciones Internacionales y llegó a los temas de género a través de su hermana. Bruce González cursa la carrera de sociología en la Universidad de las Villas; además, es el coordinador de la Red de Investigadores sobre Juventud en esa región. Por culpa de la pandemia, los tres llevan más de medio curso con dinámicas estudiantiles raras o escasas.

Ahora son parte del grupo de jóvenes que participan en el campamento. Cuando fueron contactados para integrarse, tuvieron temores por lo poco habitual de la modalidad virtual en nuestro país y por la complejidad de los temas que se abordarían. Sin embargo, aceptaron la oportunidad sin dudar: les pareció una idea increíble, enriquecedora, retadora. No se arrepintieron.

Junto a otros 19 jóvenes, universitarios o trabajadores de ciencias médicas, deportes, comunicación social, periodismo, diseño, psicología, sociología, filosofía, pedagogía e incluso, ingeniería forestal, enfrentan cada semana el desafío que supone realizar un taller grupal en tiempos de COVID-19.

Según Marisol Alfonso, en un principio hubo muchas dudas sobre la posibilidad real de continuar con lo planificado. “Evaluamos las posibilidades, valoramos opciones que incluyeron sesiones virtuales y presenciales y, finalmente, decidimos continuar con una modalidad virtual de campamento juvenil 2020”, detalló.

Esta decisión no solo permitió sacar adelante el campamento mientras la pandemia acechaba, sino que favoreció un alcance nacional tal vez imposible de haber sido presencial. Además, abrió la posibilidad de contar con participantes nacionales e internacionales, que se sumaron a las videoconferencias.

Trabajar a través de las redes no suele ser fácil. La eficiencia de la conexión, que no siempre favorece a todos por igual, la falta de familiarización con estas tecnologías y la disciplina que exige una modalidad donde no se comparte el mismo espacio, son retos con los que lidian participantes y organizadores.

Para Juliette Ortíz, profesora de la facultad de Psicología de la Universidad de La Habana y facilitadora del campamento, una de las principales limitantes de la variante virtual es que dificulta el trabajo grupal. “No es imposible, pero nada sustituye el contacto cara a cara. Reunirnos a través de Internet limita mucho la estructuración de las sesiones”, comentó.

Sin embargo, más allá de los frenos, el aislamiento social convirtió el campamento en una labor de resiliencia, donde la innovación y la persistencia están en el orden del día. “Es un plus a la creatividad, porque debemos buscar constantemente alternativas para llegar a los jóvenes”, dijo Juliette.

Mientras, Camilo identificó en la nueva modalidad la ventaja de poder compartir constantemente contenido y de conocer gente talentosa de toda Cuba y Bruce agradeció el conocimiento extra en aplicaciones como Google Mets o WhatsApp.  Para Alfonso, la COVID-19 “puso sobre la mesa la necesidad de adaptación a circunstancias nuevas, creo que nos obligó y aún lo hace a ser resilientes”.

Un debate en tiempo presente

Campamento juvenil virtual “Géneros y derechos sexuales: Miradas al contexto cubano actual”. Imagen: Facebook.

La juventud cubana hoy y su protagonismo en el enfrentamiento a la COVID-19, los marcos legales que protegen el ejercicio de los derechos de jóvenes y adolescentes, el embarazo en la adolescencia, las uniones tempranas, la igualdad de género, los desafíos de la dinámica demográfica cubana y la violencia de género son algunos de los temas destacados en la agenda del campamento.

Desde la perspectiva de Raida Semanat, es muy interesante poder analizar el papel que han jugado muchachas y muchachos durante los meses de pandemia. En los talleres se destacó su presencia en frentes decisivos como las zonas rojas, los centros de aislamiento, las instituciones científicas, la producción de alimentos, el apoyo al transporte, control y organización de colas en centros comerciales y la atención a personas necesitadas.

De igual forma, se reconoció la labor desplegada en el país, con el liderazgo de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), para atender temas asociados a las violencias basadas en género. “Resultó novedoso entre los participantes conocer que Cuba fue el primer país en firmar, y el segundo en ratificar, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de violencia contra la mujer”, dijo la investigadora del CESJ.

Mientras, la Representante Auxiliar del UNFPA en Cuba insistió en la importancia de “la manera en que se construye el proceso de aprendizaje, con marcada intención innovadora. El diálogo se produce con horizontalidad”.

Esta semana, por ejemplo, Osmayda Hernández, ideológica de la FMC, María Isabel Domínguez, investigadora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, la psicóloga Yohanka Valdés y Tamara Roselló, comunicadora del Centro Oscar Arnulfo Romero, presentaron diferentes miradas acerca de la violencia de género en Cuba, su validación a través de estereotipos aún latentes y los esfuerzos sostenidos de Campañas como Evoluciona.

El abordaje de asuntos tan complejos y polémicos, en un período de tiempo relativamente corto y a distancia, podría parecer abrumador para los participantes del campamento. Sin embargo, en los diálogos de WhatsApp y en los chats de Google Met se respiró pasión y ansias de aprender cada vez más, para poder enfrentar los desafíos que estos asuntos marcan en la vida cotidiana.

Para Juliette Cruz, un punto clave en la motivación de muchachos y muchachas es la forma de concebir el espacio. “Propicia no solo la participación de especialistas, sino que nos da la posibilidad de intercambiar; de no estar de acuerdo siempre, pero respetarnos; de evacuar nuestras dudas”.

Por supuesto, no siempre hay consenso. De vez en vez, saltan rezagos de estereotipos machistas y discursos sexistas que aún persisten por obra y gracia del patriarcado latente. Al debatir sobre violencias de género, alguno señala que se debería hablar de violencia en general, porque los hombres también sufren sus efectos. Otro comenta que las llamadas feminazis, “feministas demasiado radicales”, echan por tierra los reclamos de una lucha necesaria al utilizar recursos inadecuados.

Sin embargo, por suerte, alguien alerta que, tras expresiones y creencias como esas, se ocultan construcciones neomachistas diseñadas para descalificar las luchas por la igualdad de género y a sus protagonistas. Especialistas diversas, también presentes en los foros, apuntalan estas discusiones con explicaciones, conceptuales pero amenas, caricaturas y reflexiones que enrumban el debate. Al fin y al cabo, el hecho de que a veces no todos estén de acuerdo identifica desafíos pendientes y demuestra la necesidad de iniciativas como el campamento.

“He aprendido en profundidad sobre temas que creía dominar, en un ambiente de debate muy rico, ameno, de respeto y confidencialidad”, aseguró Camilo. Mientras, Bruce relató con entusiasmo el proyecto en el que trabaja su subgrupo, “donde trabajaremos la llamada violencia simbólica y dentro de esta, el acoso callejero”. Emily, por su parte, entiende el campamento como un desafío, “porque nos proporciona las herramientas y nos traza el camino, pero somos nosotros los continuadores de estas enseñanzas”.

Al referirse al valor de trabajar directamente con jóvenes, Juliette insistió en que “tienen que tomarnos más en cuenta en las agendas sociales, en los temas que se discuten, en las decisiones, en las políticas y programas que se diseñan”.

Promover la educación integral de adolescentes y jóvenes en estas temáticas reportará grandes beneficios, con sentido de sostenibilidad, para estas muchachas y muchachos, las instituciones en las que participan, la economía del país y los procesos demográficos. Esto adquiere un valor aún mayor en un país como Cuba pues, para Marisol Alfonso, existe una visible voluntad política del Gobierno para incorporar a la gente más joven en todas las dimensiones del desarrollo social.

“Cuba ofrece el espacio ideal para este tipo de experiencia. El campamento apuesta por la relevancia de contar con adolescentes y jóvenes. Para ello, pondera la trascendencia de que sean parte de las estrategias que promueven la igualdad de género, que busquen eliminar las violencias por motivos de género y que luchen por el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, no como espectadores y espectadoras, sino como agentes de cambio”, señaló.

Se trata, en definitiva, de entender que cada problemática asociada al universo juvenil es una pieza clave cuando se proyecte el mañana del cualquier país. Al fin y al cabo, así lo reconocen; son potenciales multiplicadores de mensajes, protagonistas del futuro y también del presente.

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