Violencias en la pareja, fundamentalismos religiosos y trabajo de las redes locales estuvieron en la agenda del taller. Foto SEMlac Cuba

Sara Más - Red Semlac.- Hacer visibles sus realidades, prepararse y ampliar las bases para un activismo más efectivo por sus derechos sexuales y reproductivos son pasos necesarios para mujeres lesbianas y bisexuales en Cuba.


Así lo confirmaron durante el Taller Nacional de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales, realizado del 26 al 29 de noviembre en Cienfuegos, a uno 230 kilómetros de la capital cubana, como parte de la Jornada cubana por la no violencia hacia las mujeres y las niñas.

“Debemos dar evidencia de lo que nos pasa para poder lograr cambios sociales y culturales”, sostuvo Delia Rosa Suárez Socarrás, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y facilitadora del taller.

Los prejuicios y estereotipos fomentan el rechazo y la lesbofobia en la familia, la escuela, el barrio, los espacios públicos, centros laborales y otros ámbitos donde transcurren sus vidas, señalaron las participantes, en representación de grupos y redes de 13 provincias del país.

Esas prácticas, atravesadas por la cultura patriarcal y por posturas muy conservadoras, impactan en su salud mental y física, así como en el disfrute pleno de sus derechos, agregaron.

Entre los relatos emergen historias de rechazo familiar y escolar, acoso en las calles, incomprensiones e injustas sanciones laborales, malos tratos en servicios de salud, imposibilidad de acceder a la reproducción asistida y las visitas conyugales en prisión, despojo patrimonial y otros.

Las ciencias sociales pueden ser grandes aliadas para sustentar con evidencias científicas sus demandas, sostuvo Suárez Socarrás. “La investigación nos puede ayudar y debemos hablar nosotras por nosotras; situar, desde cada grupo, temas investigación”, sugirió.

“Aunque faltan datos y las mujeres lesbianas no aparecen en las estadísticas oficiales, es posible extraer información y reflexiones de las historias de vida”, sostuvo Aidée Rodríguez Infante, de Guantánamo, en el extremo oriental del país.

La apuesta supone crecer también desde su propia actuación, a juicio de Idalia Rivero Alarcón, de la oriental provincia de Granma. “A veces nosotras criticamos a otras mujeres lesbianas y es importante reflexionar sobre cómo nos proyectamos. No podemos tratar de cambiar el mundo sin cambiar nosotras mismas”, argumentó.

Otro desafío, en su opinión, es dejar de ver a la mujer cubana como un todo absoluto, “donde las lesbianas no existimos”, reflexionó. “Como redes hemos ido trabajando desde vuestro espacio en reconocer nuestra diversidad, pero eso aún no trasciende a la sociedad”.

Ary Oliva Méndez se refirió a la necesidad de aceptación y afecto en los espacios familiares

Un escenario de grandes conflictos es la familia, donde a veces es muy difícil encontrar apoyo y aceptación, lo que genera sufrimientos en muchas de ellas.

Sin embargo, se abren paso historias de madres y padres que, finalmente, se reconcilian con sus hijas lesbianas y bisexuales; y abundan las familias donde son ellas quienes prodigan cuidados y sostén material y afectivo a sus padres hasta el fin de sus días.

“Muchas hemos pasado procesos difíciles”, relató Arayaisi Oliva Méndez, cuya confesión produjo un fuerte impacto en su casa. “Yo le dije a mi mamá, en una carta, mi condición sexual”, relató a SEMlac.

“Las madres y los padres sufren no solo porque la noticia les impacta, o porque tienen planes para tu vida que no se van a realizar ni son los tuyos; sino por el rechazo que podemos recibir de los demás”, agregó la activista de Ciego de Ávila, ciudad a unos 420 kilómetros de la capital.

Reconocer otras violencias

Otras violencias, al interior de sus parejas, denotan la traspolación acrítica a sus vidas privadas de prácticas y normas patriarcales. Desmontar esos modelos desde un ejercicio consciente de justicia de género es también otro camino necesario.

Entre ellas perviven todos los tipos de violencia, desde la simbólica hasta la física, reconocieron, que son parte de la reproducción de relaciones de poder desiguales y naturalizadas por la cultura patriarcal.

Para la psiquiatra Ada Alfonso, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), en ello influye la socialización de la violencia en los espacios familiares, escolares, comunitarios y religiosos, entre otros.

“Todo ello en una sociedad que tiene normas heterosexistas que hacen que lo diferente sea discriminado y estigmatizado”, comentó.

Entre los factores que inciden en la existencia de relaciones violentas, las participantes en el taller identificaron la falta de apoyo de las familias de origen, las historias previas y la baja autoestima.

Además, que pervive en ellas el mito del amor romántico, que condiciona la construcción de relaciones idílicas e influye en la falsa creencia de que las personas pueden adoptar las prácticas violentas y cambiar bajo la fuerza y el influjo del amor, que todo lo puede.

Esas violencias deben ser reconocidas, en busca de un cambio personal que genere un nuevo tipo de relación basada en los consensos y el respeto a los derechos de cada integrante de la pareja y no en la subordinación, el control y el sometimiento, señalaron.

También se necesita conocer mejor el ciclo de la violencia, reconocer sus fases y poder cortar a tiempo una dinámica que lleva a maltratos y eventos cada vez más intensos, frecuentes y peligrosos.

Yamira Puentes, especialista del Cenesex, recalcó que lo primero que habría que hacer es “limpiar nuestros armarios”, en alusión al cambio personal, para poder llegar a un cambio en la sociedad.

“Nosotras también tenemos la responsabilidad de romper con el modelo patriarcal que, naturalmente y sin darnos cuenta, transmitimos de generación en generación”, aseguró Raquel Fernández Garrido, de la central provincia de Ciego de Ávila.

A falta de estadísticas, Aidée Rodríguez Infante sugirió visibilizar en las investigaciones la información de sus historias de vida. Fotos SEMlac Cuba

Incidir en la promoción del cambio, transformar al visión de las instituciones y la sociedad son desafíos que aún quedan por delante, junto al empeño de ser responsables de la violencia que se produce en los espacios donde estamos, agregaron.

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