Sara Más - Revista Mujeres.- Identificar las violencias machistas desde el espacio personal y cotidiano, donde muchas veces transcurren como naturales, puede ser el primer paso para reconocer un problema que es necesario cambiar. Pero eso no basta: no se trata de un problema privado, sino de uno que compete a toda la sociedad.


De ello y más hablaron integrantes de las cooperativas no agropecuarias (CNP) Dajo (lavandería) y Potín (cafetería), en la capital cubana, quienes hicieron un alto en sus tareas cotidianas el 9 de diciembre para intercambiar sobre vivencias, creencias y propuestas.

La cita, organizada de conjunto entre esas nuevas formas de gestión económica y el Grupo América Latina: Filosofía Social y Axiología (GALFISA) del Instituto de Filosofía, se inscribe en las acciones que se desarrollan en el país a propósito de la Jornada de 16 de activismo por la no violencia hacia mujeres y niñas.

Para Tania Cano, al frente del colectivo del Potín, una clave para del cambio está en la educación desde la infancia, en los aprendizajes en equidad, en los valores de respeto y autoestima que se inculquen desde la adolescencia.

Aunque reconoce avances en algunos espacios de la sociedad y se sigue insistiendo en la lucha contra la discriminación, Cano apuesta por mantener una línea de mensajes coherente en los medios de comunicación, con mensajes dirigidos a jóvenes y adolescentes. 

“Quien no ha sido víctima de algún acto violento, conoce alguna historia o ha sido testigo”, reflexionó para luego insistir en que hay que actuar frente a estos hechos, cuestionarlos y contribuir a erradicarlos como parte de un mundo social imprescindible.

Los espacios laborales son también escenario ideal para irradiar conocimientos y brindar a poyo a las mujeres en situación de violencia que lo necesiten. Que sus cooperativas, además, tengan como razón de ser brindar servicios al público, es una fortaleza en ese sentido.

“Es importante ganar conciencia de este problema y estar ahí para otras mujeres que nos necesiten. Aunque pasen por situaciones difíciles, o no sepan cómo actuar y salir de ellas, es bueno que sepan que estamos allí para ayudarlas y apoyarlas”, reflexionó Tania Romay, económica en Dajo.

Reconocer y enfrentar la violencia, dijeron en el encuentro, requiere también de conocerla, ir a sus causas y entrenarse en desmontar formas de pensar que no cambian por decreto y permanecen en lo simbólico y en el aprendizaje sentimental, en la cultura machista que pervive como parte del sistema patriarcal.

Los diversos tipos de violencia, las creencias que las sostienen, la solidaridad que necesitan las víctimas, el acoso, el piropo, el reflejo del problema en los medios, las redes de apoyo entre mujeres, las resistencias familiares y el valor de los espacios laborales como escenario para visibilizar las violencias fueron algunos de los temas discutidos.

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