Mirell Pérez González. Especial para SEMlac Cuba / Foto cortesía de la autora.- La pandemia de la Covid- 19 ha despertado preocupaciones en todos los ámbitos de la vida social. El pasado año y el inicio de este ha sido todo un desafío para cubanas y cubanos, sumándole el impacto y la agravación  del bloqueo estadounidense a Cuba, la disminución de la producción, un marcado deterioro de los mercados y, por consiguiente, un acceso limitado a productos y servicios; la implementación del proceso de ordenamiento monetario y la unificación monetaria y cambiaria han caracterizado el entramado social y económico de Cuba en esta época, además de acentuar la crisis que ya estaba atravesando el país.


En medio de este contexto, han aflorado iniciativas solidarias, comunitarias, la construcción en redes, espacios y prácticas de apoyo, la autogestión creativa y soluciones cotidianas protagonizadas y lideradas por mujeres, en su mayoría. Es por esta razón que visibilizar historias de vidas cotidianas de las mujeres es una apuesta desde el trabajo de acompañamiento que Galfisa[i] realiza en cooperativas urbanas de la capital cubana.

Tania Cano Méndez  le debe su nombre a Tania la guerrillera y es la actual presidenta de la Cooperativa El Potín. Es graduada de maestra primaria, labor que ejerció durante dos años de su vida y tuvo que abandonar por ser asmática y no poder seguir usando la tiza. La vida la llevó por muchos destinos, desde informadora turística en el Centro Histórico de La Habana Vieja en la pasada década de los noventa, hasta llegar a la gastronomía como dependienta, luego de pasar por la Escuela de Hotelería y Turismo del hotel Sevilla, ser cajera dependiente en diferentes puntos de venta, para más adelante incorporarse a esta cooperativa como dependienta nuevamente, después de un tiempo fuera del sector.

Estuvo desvinculada del trabajo remunerado por cuatro años de su vida, cuando fue cuidadora, a tiempo completo, de su padre, quien estuvo muy enfermo; a la par que atendía también a su hija y su hijo  pequeños. Y como suele suceder cuando las mujeres damos el paso al frente en este tipo de situaciones, la cultura patriarcal sigue empañando la importancia de los trabajos de cuidados para la sociedad y la sostenibilidad de la vida. Trabajo por el que no se percibe remuneración, pero que necesita de reconocimiento, corresponsabilidad familiar y de cuidados entre hombres, mujeres y redes de apoyo. En estos momentos de su vida, Tania y su familia se encargan del cuidado del abuelo y la bisabuela de su hija e hijo. Solo que, esta vez, Tania no aplazó su desarrollo profesional. La planificación y la búsqueda de soluciones familiares han permitido una distribución más equitativa de la sobrecarga de trabajo, gestionada de forma más participativa en el hogar, con una redistribución cooperada de los tiempos para lograr articular intereses laborales, de estudio, familiares y responsabilidades en la casa.

En 2014 Tania llegó al Potín para incorporarse como dependienta gastronómica. Hacía apenas un año que se había constituido como cooperativa, tras la apertura que el país ofreció para la creación de este tipo de espacio de asociación. “Inmediatamente que llegué, empecé a revolucionar todo con las ventas y comencé a exigir un cambio de perspectiva, un cambio de las ofertas, que no eran atractivas para los clientes. Comencé a notar que arrastrábamos el mal de una gastronomía deprimida y para ello hice nuevas propuestas”, cuenta sobre aquello días.

Ese ímpetu le valió para convertirse en la Secretaria del Sindicato, con lo cual velaba por los derechos de las y los cooperativistas. Desde ese momento fue invitada a las conferencias municipales y sus ideas tuvieron oídos receptivos entre quienes tomaban las decisiones.

Tras la renuncia del anterior presidente, Tania fue propuesta para el cargo por el vicepresidente de la cooperativa, alegando que sus alternativas renovadoras serían un impulso decisivo para sacar adelante el proyecto. Para ello contó con el apoyo del colectivo y así fue electa en Asamblea General, el 11 de septiembre de 2015. Así le tocó asumir todos los avatares que supone un cargo de ese tipo, además de enfrentarse a una deuda financiera bastante considerable que tenía la cooperativa. Fue, en ese momento, un gran desafío para ella: no manejaba todas las dimensiones de la disposición jurídica, desconocía los detalles de la administración de empresas y no sabía leer facturas comerciales, algo que caracteriza el día a día de un restaurante.

Sus deseos de impulsar la cooperativa, su aptitud ante el trabajo, sus ganas de aprender para generar un cambio positivo, su empeño y experiencia, el apoyo de su esposo --que siempre ha trabajado en el sector--, poder contar con su hija e hijo fueron su principal estímulo. Tuvo que documentarse, capacitarse e incentivar un trabajo colectivo en temas tales como: economía, estudio de mercado, derecho y administración. Para ello creó un pequeño grupo de trabajo; el compromiso de una económica y una abogada fueron trascendentales en los avances que mostró El Potín posteriormente. Los cambios comenzaron con la realización de un estudio de factibilidad, la creación de estrategias para el pago del monto de la deuda millonaria, la organización de los estatutos y reglamento de la cooperativa, la recuperación de la Asamblea General como principal órgano de democracia directa y el espacio donde se discuten, debaten y adoptan las decisiones de la cooperativa.

Ella se describe como una jefa protectora, aunque nunca deja de exigir, porque le gusta que se hagan las cosas con la calidad requerida. Se hace responsable de los problemas y preocupaciones de las personas que trabajan junto a ella  y trasmite a cada socia o socio de la cooperativa la necesidad de buscar soluciones conjuntas a cada problema, no solo los laborales, sino también los personales. Su propuesta de trabajo es crear una gran familia, la necesidad de que reconozcan socialmente el servicio que brindan y el compromiso con la comunidad cercana.

En tiempos de pandemia, han diversificado sus servicios y reorganizado sus acciones en apoyo al enfrentamiento de la Covid -19. Por eso interrumpieron la remodelación del bar e hicieron un levantamiento de los gastos. Han ofrecido atención a la policía que se encuentra haciendo patrullaje, al personal del Partido Municipal, y han brindado atención priorizada a la Casa del Abuelo de 11 y Paseo, cercana a la instalación, con la elaboración y entrega gratuita de alimentos una vez por semana.

Establecer un punto de venta de dulces y panes era otro de sus anhelos y se convirtió en una gran oportunidad en estos tiempos de comercio desabastecido y ávido de alternativas de reanimación. Hace menos de un mes lo consiguieron y ya se ha convertido en una excelente opción para la población, además de una posibilidad de mantener el anticipo y las utilidadades de cada socio y socia, y de continuar fortaleciendo lo vínculos de trabajo con el sector privado, en específico con un cuentapropista que elabora algunos de los productos que en este punto se comercializan.

Tania no ha olvidado su vocación de enseñar, tampoco la del aprendizaje constante. Está rodeada de jóvenes y eso la reconforta: “la juventud tiene la capacidad de aceptar nuevos retos, si los enseñas pueden ser moldeables, en el sentido de que llegan acá con ansias de aprender y con las ganas de superar los retos que impone la vida y el trabajo. Por eso les doy la oportunidad de que muestren que hacer bien nuestro trabajo es la manera de obtener ingresos, pero también es nuestra opción de superación y principal medio de vida. A pesar de su inexperiencia, en algunos casos,  les trasmito la vía para que se sumen e incorporen nuevas ideas al servicio y que sientan que son una parte fundamental en este proyecto. Acá no hay ninguna decisión que se tome sin consultarles, lo que sucede es que yo nunca administré, siempre atendí servicios; por tanto, tengo experiencia de trabajo y siento que por eso se dejan conducir, los impulsamos para que se capaciten dentro de la propia actividad. Yo me quito el traje de jefa, la aparto y soy una más. No me gusta que salga un servicio sin verlo, me gusta enseñarlos a llevar un servicio gastronómico con calidad, profesionalidad y elegancia, tal cual me lo trasmitieron a mí”, reflexiona.

Cuando pareciera imposible combinar todas estas tareas, ella ha sumado una más a su lista. Era una vieja deuda y por eso matriculó en la universidad en la modalidad de cursos para trabajadores. Eligió la Licenciatura en Contabilidad y Finanzas de la Facultad de Ciencias Comerciales. De manera que ya lee facturas comerciales, porque cursa el tercer año, precisamente porque es una mujer que no le tiene miedo a los retos ni al trabajo, exigente consigo misma. Confiesa que ha enfrentado muchos obstáculos, porque ha tenido que ganarse el respeto con mucho sacrificio, demostrando que sabe, sin sentirse nunca menos que nadie y desmontando estereotipos machistas y patrones tradicionales de distribución de roles.

Este tiempo de pandemia ha puesto a prueba su liderazgo creativo y ha sido una gran enseñanza. Tania siempre sonríe, tiene un carisma especial y la habilidad para manejar incertidumbres, adaptarse a cambios y tiempos de crisis, siempre dispuesta a enseñar y aprender, buscando que todos y todas participen en la toma de decisiones y apostando por el trabajo colectivo, solidario y cooperado. Sin dudas, una historia para ser contada, para que otras mujeres se encuentren en ella y se inspiren a soñar, andar o, simplemente, empezar.

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