Red Semlac - Foto: Jorge Luis Baños/ IPS.- El maltrato infantil está íntimamente relacionado con la violencia de género y no pueden seguirse viendo como fenómenos aislados, coincidieron expertos y estudiosos del tema durante la IV Reunión de Investigadores/as “Construyendo políticas basadas en evidencias científicas”.


Raida Semanat Truti, especialista del Centro de Estudios de la Juventud, señaló que investigaciones realizadas con jóvenes y adolescentes muestran que prima el modelo patriarcal en las relaciones al interior de la familia.

“Ello influye en las interacciones y valida la violencia como una pauta de comportamiento en esos escenarios, además de que se legitiman los desequilibrios de poder en las relaciones familiares”, sostuvo.

De acuerdo con la especialista, al analizar la estructura familiar se evidencia una falsa traducción del respeto y de la autoridad, lo cual naturaliza ciertos estilos de comportamiento que dañan las relaciones.

Raida Semanat Truti, especialista del Centro de Estudios de la Juventud, señaló que estudios realizados con jóvenes y adolescentes muestran que prima el modelo patriarcal en las relaciones al interior de la familia y ello valida la violencia como una pauta de comportamiento en ese escenario. Foto SEMlac Cuba

“Las investigaciones dan cuenta de que, en ese escenario en que debe convertirse la familia para que adolescentes y jóvenes puedan crecer y desarrollarse plenos, ellos estaban influenciados por matices de violencia que dañaban su comportamiento y las relaciones que establecen, no solo entre ellos, sino también con las personas que les rodean, las figuras adultas y en sus relaciones de pareja”, apuntó.

Subrayó que determinadas situaciones asociadas al maltrato psicológico, específicamente, no se visibilizan ni se asocian como acciones violentas. “Muchas veces nuestros propios adolescentes y jóvenes no reconocen vivir manifestaciones de violencia o que en sus medios familiares pueden estar existiendo”, indicó.

Explicó la especialista que la violencia no solo es evidente mediante el maltrato físico. “También hay subvaloración, manipulación afectiva, amenaza de abandono, imposición de la voluntad, aspectos muchas veces presentes en la vida de adolescentes y jóvenes, que están dañando su desarrollo”, dijo.

Según las investigaciones, en un número significativo de casos las decisiones de los adolescentes y jóvenes no son respetadas, lo cual también es una forma de violencia. Además, en las tareas del hogar se asignan diferentes roles a ellas y a ellos, y también distintos castigos.

Conocimiento para prevenir y atender

Para la socióloga y Doctora en Ciencias Clotilde Proveyer Cervantes, es necesario comprender “que este un problema social, de salud y de derecho que existe en una parte importante de la población infantil y que está invisibilizado, e insuficientemente atendido y tratado”.

“El próximo Código de las Familias va a contribuir a darle al maltrato infantil en el país una mayor importancia en cuanto a la prevención y la atención”, señaló.

Proveyer Cervantes presentó una  sistematización de estudios realizados en Cuba acerca de la  violencia que afecta a niñas, niños y adolescentes. Entre otros resultados, el estudio indica que la problemática del maltrato infantil no cuenta en el país con un sistema de servicios que la atienda y no se refleja a nivel de políticas de atención, lo cual contribuye a perpetuar el problema.

“La ausencia de servicios especializados y datos estadísticos confiables es una dificultad para la formulación de políticas, estrategias de atención y prevención”, dijo.

Con frecuencia se ve a niñas y niños como objeto y no como sujetos de derechos, y predomina la concepción adultocéntrica en torno a la interacción educativa hacia los menores. “Hablamos sobre los niños, pero no hablan los niños, no se toman en cuenta y eso introduce sesgos”, opinó la experta.

Proveyer Cervantes destacó el vínculo entre las distintas formas de maltrato, las cuales se dan simultáneamente o propician el ejercicio de otras, por lo que consideró esencial tener en cuenta la multidimensionalidad de factores que hacen posible el maltrato infantil.

La socióloga apuntó que los estudios identifican las escuelas como un espacio inseguro para los homosexuales y las personas con identidades no heteronormativas, agravado por otras condiciones interseccionales como el color de la piel, el rendimiento académico, las discapacidades u otras.  A la vez, el espacio doméstico se presenta como el idóneo y donde más frecuentemente se ejerce la violencia sexual contra menores, con predominio de las víctimas del sexo femenino.

Llamó la atención sobre el hecho de que muchos estudios visualizan las causas de la violencia de los menores asociadas a un etiquetaje de la disfuncionalidad, concebida con indicadores muy esquemáticos (marginalidad familiar, alcoholismo, conductas antisociales, entre otras) y desestiman otros elementos que las investigaciones muestran, como la poca atención a los hijos, la falta de supervisión, el descontrol y las negligencias, entre otras.

“El confinamiento impuesto por la situación pandémica constituyó un riesgo importante para la emergencia de situaciones de violencia en el hogar, entre las que se encuentra el maltrato infantil y en especial abuso sexual infantil”, refirió Ana María Cano López, del Cenesex. Foto SEMlac Cuba

Abuso sexual infantil en el iceberg de la violencia

 “Los estudios sobre violencia sexual en sus diferentes variantes son los menos abordados por las distintas especialidades y algunas de las manifestaciones que incluyen apenas son estudiadas. Predominan las publicaciones referidas a abuso sexual”, comentó Proveyer Cervantes.

Por ejemplo, el abuso sexual infantil aparece vinculado a otras manifestaciones de violencia intrafamiliar y a otras formas paralelas de abuso que califican como maltrato físico y emocional, dijo la especialista.

La experiencia sobre la atención a este tipo de violencia desde el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) evidencia estas realidades, compartió la psicóloga Ana María Cano López, al presentar los resultados de un análisis de los datos recogidos de 365 niños, niñas y adolescentes atendidos en consulta entre 2015 y  2021.

La atención en el servicio mostró una disminución en los últimos años respecto al número de casos nuevos recibidos, debido a varios factores, entre ellos el tránsito de atención presencial a una modalidad a distancia, vía telefónica y WhatsApp en el contexto de la pandemia por covid-19, apuntó.

Agregó que, no obstante, la proporción de casos vistos por diferentes manifestaciones de abuso sexual se incrementó, siendo la principal forma de maltrato infantil el abuso lascivo.

“El confinamiento impuesto por la situación pandémica constituyó un riesgo importante para la emergencia de situaciones de violencia en el hogar, entre las que se encuentra el maltrato infantil y en especial abuso sexual infantil”, refirió Cano López.

“Entre las consecuencias a corto plazo del abuso sexual infantil en la esfera emocional predominan el miedo y la ansiedad en la etapa preescolar. De igual forma, aparecen la depresión, la baja autoestima, las ideas suicidas, sentimientos de culpa y vergüenza”, dijo.

En la esfera comportamental se identifican los trastornos de alimentación, la agresividad, el aislamiento social, la hiperactividad, las dificultades en la atención y la concentración, la enuresis, los trastornos del sueño, las dificultades en el aprendizaje y los intentos suicidas.

Al referirse a  las variables que median en la aparición de las consecuencias a corto plazo, la psicóloga mencionó el tipo de abuso, la edad de la víctima, las estrategias empleadas por el agresor, la frecuencia y duración del abuso, el vínculo de la víctima y el victimario, la reacción del entorno inmediato, la inconformidad con el proceso jurídico penal, entre otras.

“Hemos visto que la frecuencia es sostenida y prolongada en el tiempo, los casos hablan de la ocurrencia del hecho de manera sistemática y luego se guarda el secreto durante mucho tiempo. Esta situación agudiza el tratamiento de esos niños y niñas. Casi siempre, además, los perpetradores son personas que tienen un vínculo afectivo con los menores”, explicó Cano López.

A juicio de la investigadora Semanat Truti, las evidencias sobre este tema dejan claro la necesidad de que las investigaciones no se limiten al diagnóstico de la realidad y la descripción del proceso, sino que hagan propuestas integradoras para el cambio.

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