Yasel Toledo – Revista Muchacha.- La memoria histórica no son discursos ni consignas y eso ya lo sabemos. Se trata de vivir la historia y sus procesos desde nuestras críticas y nuestras maneras de ver el mundo, pero rescatando y analizando la historia en toda dimensión.
Aunque el patriarcado persiste actualmente, no es extraño ver a una mujer militar, combatiente, o en los llamados roles no tradicionales (como invención de ese machismo), pero nos podemos imaginar ¿qué significaba ser una mujer guerrillera en los años 50?.
1958 fue un año definitivo para la historia de Cuba. Y es que en el sistema montañoso de la Sierra Maestra se gestaba una conspiración. Y esa conspiración que avizoraba derechos fundamentales para todas y todos no hubiera podido concretarse sin las mujeres guerrilleras del Pelotón Las Marianas.
La Gallega le llamaban todos. Con apenas 15 años ya tenía un fusil y una preparación militar, que hizo que junto a otras mujeres y muchachas valiosísimas como Teté Pueblas y Celia Sánchez libraran combates.
¿Te imaginas en pleno fuego contra el Ejército de Batista?
La Gallega quien nació en Granma, en el municipio Bartolomé Masó el 1 de febrero de 1943, participó en el Pelotón en el Combate del Cerro Pelado el 27 de septiembre de 1958. Tras la acción militar se traslada hacia la zona del Cuarto Frente Oriental de Holguín. Siempre como guerrillera.
Posteriormente al triunfo de la Revolución lideró diversos procesos entre ellos la comisión para atender a las víctimas de guerra, la creación de hospitales rurales, la fundación del Poder Popular, y la participación activa en la Federación de Mujeres Cubanas.
Con aliento de esperanza y fuerza depositada en la juventud, Edemis recordaba que no se puede “traicionar los esfuerzos, heridas y hasta muertes de miles de personas que dedicaron su vida a construir esta nación de éxitos y esperanzas”.