Cimarronas.- “Ni Dios, ni varón, ni marido” era el lema de “La Voz de Mujer”, único periódico comunista en América para la mujer, fundado un 8 de enero de 1896. En sus páginas se denunciaba la dominación masculina, a la par que se apoyaba la lucha del proletariado.
Sus autoras, por ejemplo, contraponían un amor libre al sumiso y esclavizante del matrimonio, en una época donde las mujeres casadas se volvían propiedad de sus esposos. Abogaban, en suma, por un comunismo anárquico donde hombres y mujeres tuvieran igualdad de oportunidades.
Se estima que publicaron 9 números. La primera etapa en Buenos Aires, entre 1896 y 1897 y una segunda en Rosario en 1899, aunque de los números de este segundo periodo no se conservan ejemplares.
Bajo la dirección de la militante Virginia Bolten y la editora Consuelo Gonzáles Ramos, tuvo como colaboradora a Teresa Marchisio, Pepita Gherra, María Calvia y Josefa Martínez.
#CimarronasComparte un fragmento de esta publicación por su importancia histórica y validez para las luchas presentes.
Cuando nosotras (despreciables e ignorantes mujeres) tomamos la iniciativa de publicar “La Voz de la Mujer”, ya lo sospechábamos ¡oh, modernos cangrejos! Que vosotros recibiríais con vuestra macanística y acostumbrada folosofía nuestra iniciativa porque habéis de saber que nosotras, las torpes mujeres, también tenemos iniciativa y ésta es producto del pensamiento; ¿sabéis?, también pensamos.
Apareció el primer número de “La Voz de la Mujer”, y claro ¡allí fue Troya!, “nosotras no somo dignas de tanto, No señor”, ¡ca! No señor “¿emanciparse la mujer?”, “¿para qué?”, “¡qué emancipación femenina ni qué ocho rábanos!”, “¡la nuestra!”, “venga la nuestra primero, y luego, cuando nosotros 'los hombres' estemos emancipados y seamos libres, allá veremos”.
Con tales humanitarias y libertadoras ideas fue recibida nuestra iniciativa. Por allá nos las guarden, pensamos nosotras. “¿No es verdad que es muy bonito tener una mujer a la que hablaréis de libertad, de anarquía, de igualdad, de revolución social, de sangre, de muerte, para que ésta creyéndoos unos héroes, os diga en tanto que temiendo por vuestra vida (…): '¡Por Dios, Perico!'? ¡Ah! ¿Aquí es la vuestra! Echáis sobre vuestra hembra una mirada de conmiseración (…) le decís con teatral desenfado: Quita, allá, mujer, que es necesario que yo vaya a la reunión de tal o cual (…) vamos, no llores, que a mi no hay quien se atreva a decirme ni a hacerme nada”.
Si vosotros queréis ser libres, con mucha más razón nosotras; doblemente esclavas de la sociedad y del hombre, ya se acabó aquello de “Anarquía y Libertad” y las mujeres a fregar.
¡Salud!
(Fragmento de “Apareció aquello”, artículo publicado en La Voz de la Mujer)