Marilys Suárez Moreno - Revista Mujeres.- Es propósito de la Federación de Mujeres Cubanas impregnar a la organización de la alegría y ganas de hacer características de la adolescencia. Por eso, dentro de sus prioridades está la entrega del carné que las acredita como integrantes de la Federación a las muchachas que arriban a los 14 años.
Si vamos a ver, muchas de estas jovencitas que por su edad deben iniciarse en la FMC, no tienen muy claro lo que significa pertenecer a la organización a la que pertenece el 91% de las mujeres mayores de 14 años. Y aunque muchas de ellas ya iban con sus madres, abuelas o tías a las reuniones, participaban y hasta ayudaban como activistas en sus delegaciones y bloques, la realidad prueba que aún resta mucho por hacer en este sentido.
Lo primero, según mi criterio, quitar, si lo hubiera, todo formalismo al ingreso de esa hornada juvenil, otorgándole la connotación que el suceso en sí reviste, pues de lo que se trata es de sumar y renovar las filas de la sexagenaria y siempre joven FMC con esa fuerza con que la juventud vigoriza su accionar.
Convertidas en portadoras de ideas renovadoras, sin apartarse de la historia y los contextos de una organización que hizo una revolución dentro de la revolución, las muchachas que hasta el momento han recibido en el país su acreditación de federadas, asumen con responsabilidad y sentido del momento que les toca vivir la nueva responsabilidad, ahora como integrantes de la Federación de mujeres Cubanas.
De hecho, pienso hay que preparar una estrategia que recupere el terreno con gancho y opciones suficientes para que se enamoren de la organización y aporten desde su espacio en cada barrio, comunidad y municipio al crecimiento, formación y desarrollo de todas las familias desde sus propias vivencias,
Abogo también porque la actividad de los crecimientos y entrega en las fechas señaladas y como tributo al legado revolucionario que nos dejó nuestra eterna Presidenta y fundadora Vilma Espín Guillois, no se vea como un simple acto con las federadas de la delegación. Y, sin quitarle solemnidad al momento, propiciar que los mismos devengan motivo de orgullo y felicidad para las jovencitas arríbantes, padres, familiares y hasta de los novios, si lo tuvieran. Ello, con las características propias de cada territorio.
De lo que se trata es de unir al quehacer y los proyectos socio-políticos de la Federación, las creatividades desenfadadas de estas muchachas, estudiantes de nivel medio en su mayoría, y verlo como un rasgo multigeneracional para el trabajo de la organización y, sobre todo, de su fortalecimiento en las comunidades.
Que se vea, que iniciarse en la entidad fundada por Vilma hace 61 años, aporta también a las jóvenes y les da la oportunidad de empoderarse como mujeres y reconocerse en la organización que nos dignificó, transformó conciencias y nos llevó a alcanzar resultados técnicos, científicos y de promoción superiores a los de muchas mujeres en el mundo.
Partiendo de esa premisa, hay que darles un voto de confianza a nuestras adolescentes y jóvenes de hoy. Ellas deben formar parte igualmente de esa cantera encargada del fortalecimiento de las estructuras de base y, por ende, del funcionamiento orgánico de la Federación. Poseen suficiente protagonismo para potenciar las filas de la organización femenina desde la visión combinada de sus deberes e interrogantes y seguir apostando por un futuro de igualdad y equidad, partiendo de fórmulas motivadoras que las comprometan con el objetivo de revitalizar la labor de la FMC.
Como ha reiterado la secretaria general de la organización, Teresa Amarelle Boué, una mujer convencida de la necesidad de incorporar plenamente a las nuevas generaciones, este proceso va más allá del tránsito generacional, puesto que hoy muchos secretariados de delegaciones y bloques son dirigidos por compañeras de experiencia y muchachas de diferentes edades. Esto, según Amarelle Boué, se hace un factor cardinal para el crecimiento de la FMC y el protagonismo de sus mujeres en la sociedad.