Desde el nacimiento de la industria cinematográfica, la masculinidad tóxica ha sido una constante retratada en el cine. Por fortuna, el siglo XXI nos viene regalando cintas que intentan romper con las maneras estereotipadas que definen lo que es ser hombre…

Mario César Fiallo - Alma Mater.- El cine, como cualquier industria del entretenimiento, ha tenido que evolucionar su forma de producir arte. Vivimos en una época en la que, por fin, distintos grupos de audiencia pueden quejarse por la forma en la que son representados en las películas.


La masculinidad, y la manera en la que se caracteriza en las historias actuales, se han convertido en temas a debate. Mientras muchos prefieren filmes donde el hombre es una máquina de matar, un don Juan, un insensible, un perfecto asesino; hay quienes se decantan por una ojeada real y más psicológica de lo que es ser un hombre.

El siglo XXI ha ido dejando atrás, en no pocos productos cinematográficos, los cánones de representación del hombre homosexual en la gran pantalla, y distintos artistas optaron por adaptar guiones en los que estos fueran sus protagonistas — insuficientes aún, pero loables empeños en pos de subvertir la construcción machista que prima sobre lo masculino y lo femenino—.

En 2005 se estrenaba la mítica Brokeback Mountain, de Ang Lee, y protagonizada por Heath Ledger y Jake Gyllenhaal. Una película donde se mostraba cómo dos hombres se enamoraban, pero temían estar juntos. El concepto de hombría que uno de ellos tenía le impedía aceptarse tal y como era; lo consumía la inseguridad y el miedo al rechazo.

Años después, Barry Jenkins haría Moonlight, adaptación que narra una situación parecida, pero distancia por años a sus protagonistas: dos muchachos afroamericanos. El destino los convierte en hombres negros estadounidenses que actúan como actuaría el cliché de hombre negro estadounidense, hasta que se reencuentran y dejan caer el telón de la obra de teatro que es la base de sus vidas.

También, están las recientes obras biográficas de los iconos musicales Freddie Mercury y Elton John. Con estas cintas, algunos de los problemas más íntimos de ambas personalidades son retratados: sus adicciones, sus inseguridades, sus noches con fiestas extravagantes, cuerpos desnudos y mesas con cocaína.

En 2021, Jane Campion finalmente hizo justicia al arquetipo gay de las viejas películas del oeste, caracterizado con frecuencia como un bufón o un villano. Ella dirigió The Power of The Dog, y le encomendó a Benedict Cumberbatch la tarea de convertirse en Phil Burbank.

Este hombre es un cowboy de los Estados Unidos de 1925, un personaje con muchos matices; que no siente una gota de orgullo, que trata de mostrar una hombría exagerada cuando está frente a sus compañeros.

Según Campion, Cumberbatch debía convertirse en alguien que sintiera asco al sentirse atraído por personas de su mismo sexo; que le molesta la alegría de otros, que nunca ha sabido lo que es amar y ser correspondido; alguien que no sabe por qué es como es, y además, se siente culpable por tener dichos sentimientos.

Demostrar que un hombre gay puede ser tan masculino como un hombre heterosexual ha sido la misión de estas películas. Hay muchas otras que también lo han logrado: Philadelphia, con Tom Hanks y Antonio Banderas; la obra maestra que es Call Me By Your Name; y Milk, largometraje de Gus Van Sant que narra la vida de un activista político gay estadounidense, y cuenta con la mega interpretación de Sean Penn.

Alejandro Gonzales Iñárritu es un realizador mexicano, autor de varios de los guiones dramáticos mejor escritos del mundillo cinematográfico contemporáneo. Personajes como el que encarna Benicio del Toro en 21 Gramos son una muestra de la sensibilidad de este director. Para este film creó a un exconvicto convertido al cristianismo quien, a causa de un accidente, mata a dos niñas gemelas. El rol de Del Toro comenta que la camioneta que propició el atropello la había enviado Dios.

Asimismo, de la mano de Iñárritu surgió el hombre enfermo de cáncer que casi le da un Óscar a Javier Bardem. El actor español protagonizó Biutiful, y lo hizo tan bien que resulta imposible no sentir empatía con esa criatura que se encuentra en el punto final de su vida. El personaje intenta redimir sus acciones durante todo el filme, con la esperanza de que se le conceda un ticket al paraíso, y poder encontrar a alguien con quien dejar a sus hijos.

La depresión es una enfermedad que muchos hombres sufren a diario, y la mayoría de las veces el no ser lo suficientemente «duro» o ser demasiado «emocional» puede provocar su padecimiento. Es por ello que se debe alentar una cultura de comunicación que ponga en contexto a la masculinidad tóxica: saber por qué se origina, las distintas formas que puede tomar, y cómo erradicarla.

Casey Affleck, en Manchester By The Sea, asume un rol que personifica lo anterior. Aquí el recorrido es pausado, y sirve para dar a entender a la audiencia que así transcurre el tiempo para alguien depresivo: lento. Por esta actuación, Affleck sí se hizo con el Óscar a mejor actor protagonista al dar vida a Lee, un padre que pierde a sus hijas en un accidente provocado por él mismo.

En Her, a Joaquín Phoenix lo asedia la soledad, tanto así que se enamora de un teléfono celular. Mientras, en Donnie Darko, Jake Gyllenhaal también está solo, y por eso crea un amigo imaginario con quien conversa acerca de los caminos de la vida.

Hasta Pedro Almodóvar ha sido inspirado por la soledad y ha hecho sufrir a sus personajes con ella, como es el caso de Salvador Mallo en Dolor y Gloria; en ella, Antonio Banderas se enfrenta a una crisis existencial y a una depresión que esconde gracias a la heroína y a la marihuana.

Vivir con un vacío emocional, falta de aire infinita y ansiedad incurable son los temas de estos largometrajes. Luchan por hacernos ver el gran problema en que podría resultar sentirse así: el suicidio.

Acabar con sus propias vidas suele ser el hilo conductor invisible que se teje en las mentes de estos machos rotos. Todos ellos lloran en algún fotograma de las películas que protagonizan. También, gritan a los cuatro vientos lo jodidos que se sienten, y hasta sonríen cuando la vida les regala un momento para mostrarse felices, para ser emocionales; para afirmar que sí, que los machos también lloran.

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