“Forjé mi carrera a partir del humor autocrítico y, simplemente, no lo haré más. Porque la autocrítica, cuando viene de alguien que ya está marginado, no es humildad. Es humillación.”
Hannah Gadsby, Nanette (2018)
Lari Perez Rodriguez - Revista Muchacha.- ¿Qué puede hacer una mujer enojada? Miles de ideas nos vienen a la cabeza. Hace algunos años, la comediante australiana, Hannah Gadsby, canalizó su enojo en un fascinante monólogo con nombre de mujer: Nanette.
Hannah, quien comenzó en la comedia a finales de sus veinte años, tiene una Licenciatura en Historia del arte y Curaduría. Antes de hacer comedia incursionó en disímiles trabajos: fue vendedora en una librería, proyeccionista en un cine al aire libre y asistente temporal en algunas granjas, en las cuales plantaba árboles. Su primera vez al micrófono la experimentó en una competencia patrocinada por el Festival de Comedia de Melbourne. Llegó hasta las finales estatales y descubrió cuán cómoda se sentía en el escenario.
Gadsby comenzó a escribir Nanette a mediados del 2016. En aquel momento, en Australia existía un debate público debido a una legislación para el matrimonio igualitario, que terminaría aprobándose en el 2017. Tras haber nacido en Tasmania en 1978, un estado en el que la homosexualidad fue ilegal hasta 1997, Hannah se hizo consciente de cuánta homofobia había asimilado e interiorizado a lo largo de su vida, debido a su condición de mujer lesbiana.
Luego de doce años creando espectáculos en los que utilizaba sus propios defectos y errores para hacer reír a los demás, ella dijo basta.
La propuesta de hoy
Grabado en el 2018, en la Ópera de Sydney, Nanette es un monólogo conmovedor de aproximadamente setenta minutos.
Como cualquier otro monólogo, Nanette comienza haciéndonos reír. Nos llegan chistes impregnados de ironía, acerca de lo que es ser lesbiana, o de cómo nos ven las personas conservadoras. Sutilmente, Hannah introduce algunas anécdotas que formaron parte de sus primeros trabajos: su salida del closet, la reacción de su familia (en especial, su madre), los malos entendidos debido a su constitución física y su forma de vestir…
En un segundo momento, Gadsby decide explicarnos cómo funciona la comedia: se provoca una tensión y luego se da el alivio cómico que lleva a la carcajada. Tiene una introducción y una parte intermedia, pero, y eso es lo importante, nunca llega al verdadero desenlace de las situaciones. “En un espectáculo de comedia no hay espacio para la mejor parte de una historia: el final”, dice. Las historias, en cambio, sí tienen las tres partes. “Y yo necesito contar mi historia bien”, repite en varias ocasiones a lo largo de toda la presentación.
Entonces, Hannah retoma las anécdotas que minutos antes nos sacaban carcajadas, y revela el final de cada una de esas historias. Ya no hay espacio para la risa. Hay una tensión en nuestro estómago, que solo crece.
“Contar bien la historia” significa dejar pasar de largo los aspectos “divertidos” de ser lesbiana en un mundo heteropatriarcal, y llegar a los abusos, las violaciones, y la violencia. Es analizar la misoginia que lo impregna todo, tanto el arte como la vida.
Lo que comienza como un espectáculo cómico termina transformándose en una radiografía del chiste, una crítica al falocentrismo y una defensa a ultranza de las consignas del #MeToo.
Nanette nació de la rabia, de la frustración y del dolor que acarrea ser mujer y lesbiana en una sociedad que nos cosifica y denigra. Nanette no debería existir, o mejor dicho, nadie debería experimentar un daño tan profundo, tan medular. Pero la cultura imperante continúa siendo patriarcal y violenta, por lo tanto, agradecemos a Hannah Gabsby por su comedia desgarradora y catártica. Nosotras también sentimos la tensión. Ahora nos toca contar bien nuestra historia.