Pauli, el pequeño de dos años de Dachelys y Hope, dos madres para quienes la felicidad de su hijo es lo más importante. Imagen de “Donde habita la quimera (II)”, una serie fotográfica que se acerca a ese mundo de afectos que puede habitar en cualquier familia, sin distinciones. Foto: Yailén Ruz.

Red Semlac.- Aportar información avalada por la ciencia es clave para desterrar los mitos y prejuicios existentes sobre la crianza de niñas, niños y adolescentes en familias homoafectivas, manifestaron participantes en el foro de Telegram Familia y sexualidad, que el pasado 11 de mayo estuvo dedicado al tema.


En el contexto de la XV Jornada cubana de lucha contra la homofobia y la transfobia, los foristas coincidieron en que la orientación sexual de los padres no es garantía de bienestar emocional en los niños y que la competencia en la maternidad y la paternidad se guía por otras aristas que nada tienen que ver con la orientación sexual.

“Las familias se constituyen a partir de intereses y proyectos en común, por un vínculo emocional y afectivo deseado y voluntario”, apuntaba Carla Padrón Suárez, especialista de Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), y añadía que llevar a cabo esos proyectos y mantener una convivencia armónica, potenciadora del bienestar y el desarrollo, no implica seguir un esquema predeterminado o modelo de familia.

“Sencillamente, se necesita voluntad y trabajo sistemático en el cuidado y mantenimiento de los vínculos entre todas las personas, y esto no es diferente para las familias homofectivas”, acotaba.

Sin embargo, como se ha podido constatar en la consulta del proyecto de Código de las Familias, una parte de la población muestra preocupación y desacuerdo con el matrimonio no heterosexual y también con la posibilidad de que estas parejas puedan adoptar hijos.

Todo esto responde a un conjunto de mitos y prejuicios que a lo largo de la historia se han perpetuado en el imaginario social, consideró Padrón Suárez y recordó que ello ha provocado que a muchas parejas se les niegue el derecho a conformar una familia y que esta sea reconocida por la ley. Además de generar cuestionamientos sobre las capacidades que tienen para brindar cuidados, protección y responder a las necesidades educativas y de afecto de niñas, niños y adolescentes.

La especialista del Cenesex compartió los resultados de un estudio realizado en 2019 acerca del bienestar psicológico de hijos criados en familias homoparentales, a partir de varios estudios de casos y testimonios de infantes y adolescentes. La indagación concluyó que ninguno tenía trastornos emocionales.

La evidencia científica demuestra que crecer en familias homoafectivas no se relaciona con el padecimiento de trastornos psicológicos ni con el desarrollo de una orientación sexual específica, subrayó Padrón Suárez.

A pesar de ello, a veces se escuchan criterios de desacuerdo con la crianza de los niños en estas familias, porque piensan que “eso se pega”, como si la orientación sexual fuera un virus, acotó la forista Carmen María Arenas,.

Existe mucho desconocimiento sobre este tema, manifestó Carla Padrón Suárez. La orientación sexual nada tiene que ver con la herencia genética y tampoco se aprende, precisó. Ni siquiera se escoge o elige, añadió, de ahí que los académicos decidieron desde hace un tiempo cambiar el término de preferencia sexual al de orientación sexual, para eliminar la idea de que las personas decidimos si somos heterosexuales u homosexuales.

“No es una elección arbitraria”, remarcó, lo que sí resulta una elección es la aceptación propia y el reconocimiento, así como la lucha por ejercer sus derechos sexuales.

El arraigo de estas creencias demanda más acciones de educación, reflexionó Carmen María Arenas, quien agregó que hace falta mayor divulgación sobre las experiencias de las familias homoparentales y cómo son las relaciones de afecto en sus hogares.

Es una manera de ayudar a la comprensión de personas de todas las edades que no lo entienden, en parte porque es la herencia que recibieron de sus padres, si bien se observa una tendencia mayor a la aceptación dentro de la juventud.

“Los niños/as son más abiertos a la realidad que las familias viven y construyen”, fue la apreciación de Ana María Cano, especialista del Cenesex, y añadió que al parecer a los adultos les cuesta más por la cantidad de prejuicios y resistencias que tienen, significó.

A ello Padrón Suárez agregó que existen muchas resistencias al cambio y a la apertura mental para aceptar y entender que estas nuevas configuraciones familiares no atentan en lo absoluto contra el crecimiento normal y el buen desarrollo de infantes y adolescentes, de ahí la importancia de trabajar directamente sobre los mitos y prejuicios que responden al desconocimiento y a la distorsión de la información sobre sexualidad.

Cano llamó la atención sobre los daños psicológicos que sí causa la discriminación y puso como ejemplo el caso de una niña que asistió a consulta por el rechazo hacia la pareja de su madre, debido a la influencia de su abuela.

La familia muchas veces pone las mayores barreras y obstáculos para la aceptación, expresó Padrón Suárez, por lo que no pocas veces la pareja mantiene su relación oculta de los hijos, o presentan a sus compañeros como amigos.

Hay que enseñar a hijas e hijos a conocer a las personas que establecen un vínculo afectivo con su figura protectora, recomendó Cano, hablarles con claridad y seguridad, no mentirles, pues si lo descubren de otra manera no solo generará malestar, sino también desconfianza.

En tanto, también se dan situaciones de violencia y acoso hacia niños, niñas y adolescentes por causa de la discriminación hacia sus padres, ante lo cual la protección en el escenario escolar debe ser priorizada.

Estos hechos dan cuenta de la necesidad de incluir materias sobre educación integral de la sexualidad en las escuelas, enfatizó Carla Padrón Suárez.

Tenemos que enseñar que existen distintos tipos de familias y ninguna es mejor o peor, dijo Cano. “Las familias son diversas y se crean por lazos de amor”, agregó.

Por su parte, Padrón Suárez insistió en la necesidad de trabajar en el desmontaje de mitos que perpetúan violencia y discriminación, y sustituirlos por información avalada por la ciencia.

“Esperemos que algún día se naturalice y se vea como algo igualmente válido y natural que existan familias donde hay dos madres y dos padres. En definitiva, para dar amor, simplemente, hay que sentirlo y saberlo transmitir”, valoró.

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