Red Semlac.- Incluir a las familias en los espacios de capacitación de la Red TransCuba es uno de sus más notables alcances en el propósito de transformar la mentalidad de las personas de distintas generaciones, consideraron activistas y expertos.
Mediante intercambio virtual mediante el grupo de Telegram Acompasex, foristas intercambiaron el pasado 19 de mayo y compartieron experiencias sobre activismo y lucha por la diversidad, así como sobre el disfrute pleno de una sexualidad libre y consciente.
El activista Verde Gil Jiménez destacó la influencia positiva que ha tenido en su vida integrarse a esta red social comunitaria, que cuenta con el acompañamiento técnico del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y es reconocida como un espacio de inclusión y transformación social.
Resaltó su labor en el fomento de espacios de acompañamiento, atención, consejería y apoyo a las personas trans, sus parejas y familiares; así como para la capacitación y formación de recursos humanos, además de la promoción de salud y la prevención de problemas de salud sexual, con énfasis en las ITS y el VIH.
De forma general, acotó, TransCuba trabaja para lograr el desarrollo de las personas y familias que integran la red, donde el trabajo investigativo y sociocomunitario (redes de apoyo) tiene una relevancia crucial en cuanto a la lucha por los derechos.
Carla Padrón Suárez, especialista del Cenesex, realzó como una de las mayores fortalezas de todas las redes sociales la promoción de la cohesión y la unión de las fuerzas y la hermandad. “Junt@s somos más fuertes, tener una red de apoyo es vital para la lucha y el progreso”, escribió.
Gil Jiménez agregó que las relaciones que se gestan a lo interno de TransCuba son muy empáticas. “Nos ofrecemos apoyo emocional, información y consejos que nos ayudan mucho a superar situaciones difíciles, complejos, inseguridades y problemas con nuestros hogares que, de uno u otro modo, hemos experimentado. Esa es una fortaleza muy necesaria, porque a partir de ella también contrastamos criterios, nos ayudamos a deconstruirnos y coordinar iniciativas”, dijo.
Sin embargo, consideró que es preciso formarse mejor en calidad de activistas, porque si estos no logran sostener un discurso cohesionado y progresista, será más difícil luchar contra la perpetuación de las lógicas, formas de pensar y mandatos sociales que oprimen a las personas trans.
Al tratarse de una comunidad o una franja de la sociedad muy propensa a situaciones de vulnerabilidad y, al mismo tiempo, muy permeada por ciclos de violencia, es urgente priorizar espacios de capacitación sobre asuntos jurídicos, para saber cómo defenderse mediante las herramientas legales, incluso de la transfobia institucional, precisó.
El activista agregó que, igualmente, deben deconstruirse los estereotipos que de manera latente reproducen la discriminación. “Si no priorizamos estas dos esferas, nuestro discurso como red creo que se fragmentaría demasiado y no podríamos empoderarnos completamente ni ir más allá del acompañamiento y el asesoramiento en los aspectos que ya se han estado trabajando”, valoró.
Con ello concordó Padrón Suárez, quien acotó que primeramente hay que romper con todos los prejuicios e ideas preconcebidas en las que nos han socializado y que muchísimas veces están tan interiorizadas que no las hacemos conscientes.
“El primer paso del activismo debe empezar por uno mismo, desde un proceso de auto deconstrucción, formación de nuevos valores y esquemas de pensamiento”, dijo.
Señaló que, en La Habana, el Cenesex organiza talleres de capacitación para la Red con especialistas de diferentes perfiles profesionales, mas observó que en el resto del país existen menos fortalezas y oportunidades para esto.
La experiencia de Denis Alex Pérez Rodríguez como activista de la Red TransCuba ha estado enfocada, principalmente, en la lucha por eliminar la transfobia, pero también en la prevención de las ITS, específicamente el VIH.
Explicó que para ingresar a la Red solo hay que ponerse en contacto con la coordinadora provincial del lugar de residencia y luego de su incorporación se le imparten cursos o talleres de capacitación sobre disímiles temas.
Pero no es lo mismo pertenecer a la red que ejercer el activismo, aclaró Gil Jiménez. Para lo segundo es necesario contar, además de la voluntad, con cierto nivel de preparación y dominio de las herramientas para cumplir los objetivos: visibilidad, prevención y educación, entre otros, razón por la cual insistió en la capacitación.
En su opinión, otro desafío es dedicarles un espacio de activismo a las infancias trans, un tema alrededor del cual existe “como un cerco de espinas que nadie se atreve a saltar, porque implica el trabajo con menores y negociar con instituciones que no son fáciles o no siempre están muy dispuestas a colaborar”.
Teresa de Jesús Fernández, coordinadora nacional de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales, coincidió en la importancia de esta labor, por la indefensión de las niñas y niños trans.
En tanto, Yamira Puentes, especialista del Cenesex, reconoció que la atención a personas trans en la infancia es un vacío, al carecer de consulta específica. “Si los padres ven alguna dificultad, se envía a profesionales de la psiquiatría o la psicología”, con la posible desventaja de que sea atendido por alguien que no entiende o no está capacitado para ello, precisó.
La situación de los niños y las niñas intersexuales fue otro aspecto abordado en el foro, donde señalaron que todavía hay muchas lagunas desde lo jurídico, lo psicológico y lo social, opinó el usuario Ricardo Ocaña.
Carla Padrón Suárez expuso el ejemplo de una niña con intersexualidad a la cual se le está negando la posibilidad de cambiarle el nombre por no haber sido intervenida quirúrgicamente.
La intersexualidad pone aún más desafíos, porque la familia no entiende y los médicos tampoco, opinó Fernández. “Lo mejor sería si, ante casos así, se dejara que la persona decidiera por sí misma. Es un limbo porque pensamos binario. Si eliminamos el binarismo obligatorio e impuesto, no habría vacíos”, sostuvo.
En el afán de categorizar y encasillar a las personas en grupos fáciles de diferenciar, se nos ha impuesto un límite cuadrado e inflexible que nos deja desorientados cuando no cabemos en este, aportó Padrón Suárez.
“Lo ideal sería dejar que el niño o la niña (o niñe) exprese libremente su identidad de género, más allá de cómo son sus genitales o sistema endocrino al nacer. Pero, por ejemplo, a la hora de vestir un informe escolar o ir a un baño (lo público está asentado en divisiones sexistas), existiría un conflicto. Por eso nos hacen falta políticas públicas para las personas trans e intersexuales”, concluyó Gil Jiménez.