En opinión de Ana Ara, trabajar en grupos es volver a sentir que desde lo pequeño somos muchos más los que podemos juntarnos. Fotos SEMlac Cuba y Red Berta Cáceres.
Red Semlac.- Que cada mujer parta de su historia, emociones, sentimientos, los abrace para compartirla con otras mujeres y genere así un diálogo de saberes y miradas diversas, es un modo de construir espacios de liderazgos feministas y redes de solidaridad frente a modelos y prácticas patriarcales.
Esa filosofía de fomentar lazos de apoyo y cuidado entre unas y otras centró el Taller sobre liderazgo feminista organizado por el grupo América Latina, Filosofía Social y Axiología (Galfisa), del Instituto de Filosofía, la red Feminista Berta Cáceres y la asociación Entrepueblos.
El intercambio, celebrado del 15 al 17 de junio, contó con la facilitación de Ana Ara y Bea Huber, colaboradoras de Entrepueblos, y se propuso una metodología de trabajo desde la participación, la acción del cuerpo y los sentimientos en función de trenzar conocimiento conjunto.
Desde lo personal se puede luchar todos los días contra los grandes poderes del patriarcado, el colonialismo y el capitalismo, asegura Bea Huber. Foto SEMlac Cuba
Esa práctica tiene sus bases inspiradoras en la pedagogía de Paulo Freire y el teatro de Augusto Boal en su versión feminista, “a la cual se ha incorporado el psicrodrama feminista, el teatro espontáneo y el feminismo comunitario”, apuntó Ara a SEMlac.
“Nosotras incluimos lo vivencial, partiendo de lo propio, para después poder hacer el análisis de lo social”, dijo.
A su juicio, si no nos miramos primero las personas, es muy difícil cambiar la colectividad o el contexto. “Por eso apostamos cuando nos juntamos a potenciar al máximo todo lo que remueve emociones, sentimientos, vivencias y, después, a elaborar, construir conocimiento”, remarcó.
En criterio de Huber, desde lo personal puede lucharse todos los días contra los grandes poderes que nos oprimen, expropian de los afectos, marcan el cuerpo y la vida de las mujeres: el patriarcado, el colonialismo y el capitalismo.
“Son tres poderes que funcionan entre sí y se alimentan y fortalecen entre ellos”, comentó y llamó a reflexionar sobre cuáles son las respuestas cotidianas de cada individuo frente a estos poderes.
Pueden ser aparentemente sencillas, pero poderosas, coincidieron los participantes en el taller, que reunió a unas 40 mujeres, entre ellas estudiantes de filosofía, comunicación, psicólogas y profesionales de diversos sectores.
“No acepto chistes machistas ni racistas”, “Brindo mi solidaridad a las demás mujeres”, “Acepto mi cuerpo tal y como es”, “Lucho contra el consumismo que degrada el medio ambiente y explota la tierra”, “Defiendo la memoria histórica”, fueron algunas de las acciones expuestas en el taller.
“El empoderamiento real de las mujeres pasa por descolonizarnos, despatriarcalizarnos y descapitalizarnos”, sostuvo Huber.
En opinión de Ara, trabajar en grupos es volver a sentir que desde lo pequeño somos muchos más los que podemos juntarnos. “Se trata de volver la mirada hacia lo pequeño y a cómo desde ahí podemos mejorar nuestro pequeño mundo y, a la vez, juntarnos con otras personas que están intentando cambiar también su pequeño mundo. Así es como se gestan las transformaciones sociales”, comentó.
La reivindicación de los pueblos originarios es un claro ejemplo, expuso. “En el Abya Yala (continente americano), nosotras confiamos mucho en los pueblos originarios. Por muchos años parecía que la colonización hubiera desaparecido, pero los pueblos originarios no tenían voz, no tenían visibilidad más que para ser utilizados para el turismo, como algo exótico. Ahora han ido tomando conciencia con el feminismo comunitario, los procesos de defensa de la tierra, de ir contra las grandes multinacionales explotadoras de los territorios…”, dijo.
Liderazgos por deconstruir
Fotos SEMlac Cuba y Red Berta Cáceres. Fotos SEMlac Cuba y Red Berta Cáceres
Para la activista, es justamente la diversidad de cada individuo lo que contribuye al potencial colectivo.
“Tenemos una huella muy patriarcal, que es el liderazgo único, vertical, al que se le atribuye mayor valor y reconocimiento. Pues intentamos cuestionar si será esta la palabra con la que nos sentimos a gusto”, expresó Ara.
“Realmente lo que tenemos que construir o deconstruir son los ‘liderazgos’. Porque como liderazgo feminista, tendríamos que decir circulación de saberes, o red de reconocimiento en lo grupal. Quizás hay otra forma de nombrarnos que nos haga sentir más consecuentes y mejor en lo que realmente estamos haciendo, que es no volver a repetir estos liderazgos más verticales”, explicó.
Para la colaboradora de Entrepueblos, “todas las mujeres de un grupo dan un color y ninguno de ellos vale más que el otro… Justamente ese diálogo entre los diferentes saberes es fundamental, para realmente deconstruir y no volver a repetir en el feminismo, otra vez, liderazgos en los que sin querer nos convertimos en clasistas, capitalistas, colonizadoras blancos con la verdad absoluta”, reflexionó.
Agregó que, ante la suma de poderes que se alimentan unos a otros, los feminismos tienen que tener una visión más amplia.
“Si no tenemos la visión del cuido de la tierra, de nuestro territorio, el cuido de nuestra comunidad, de este planeta que nos está sosteniendo, del autocuidado para poder cuidar a otras, entonces el feminismo para nosotras no es completo.
“Por eso hablamos de feminismos, porque nos tenemos que alimentar del feminismo intelectual; del más europeo o blanco, que ha aportado muchísimo; pero también escuchar al feminismo negro, al comunitario de los pueblos originarios, al feminismo desde la diversidad afectiva sexual”, comentó.