Hoy tenemos el placer de publicar otra colaboración para nuestra serie de textos #QueCorraLaSangre, donde una vez más señalamos la necesidad de no normalizar ni subestimar el dolor.
Una pequeña precisión sobre la Educación Física: nosotras también creemos que la forma en que se entiende, "enseña" y evalúa el deporte en el sistema educativo actual es contraproducente. No obstante, el incentivo de una cultura de la practica del deporte sistemática, donde no se compita contra el rendimiento de los otros, sino contra el propio, y se socialice como una forma sana de recreación y superación personal, es imprescindible para lograr una buena calidad de vida y convertir la practica deportiva en una actividad gratificante.
Gracias por compartirnos sus experiencias !!
Ana Crónica - Cimarronas Cuba.- Siempre he odiado la Educación Física. Me parece de muy mal gusto que obliguen a los niños y niñas a hacer deporte, incluso cuando no es una actividad de su preferencia, y que además influya en su rendimiento académico. Yo soy de natural perezosa, de eso no es de lo que trata esta historia, pero coincidentemente todo empezó un 26 de abril, último turno de la tarde, efectivamente un turno de Educación Física cuando estaba en 6to grado.
El profesor nos obligó a dar varias vueltas a la manzana corriendo porque la escuela no contaba con un patio lo suficientemente grande como para fatigarnos y hacernos sudar todo lo que ese señor necesitaba.
Llegué de última, como siempre (soy intelectual, no deportista), nos cambiamos de ropa y nos fuimos a nuestras respectivas casas. Cuando llegué a la mía me sentí especialmente mal, como si me doliera mucho la barriga. Pues bien, entré a bañarme y el blúmer tenía una mancha entre carmelita y rojo vino. Ya sabía yo lo que era la regla pero para que mi abuela me alcanzara una íntima creé una historia. La llamé y le dije lo más incrédula que pude sonar: “creo que me hice caca”. Mi abuela, que es muy inalterable, me miró y me dijo que no, que era la regla, me alcanzó la íntima que le pedí por fin y ahí quedo todo.
Mi primer año de menstruante pasó como lo que se considera un año menstruante “normal” y desde que tengo 11 años hasta hoy esta palabra horrenda empezó a inundar, minimizar, y subvalorar todos mis dolores: lo “normal”.
A los 12 me desmayé por primera vez. Mi mamá llegó del trabajo y me encontró tirada en el piso de mi cuarto, que podía llamarse cuarto porque tenía cuatro paredes, pero en realidad era un closet donde cabía mi cama personal y yo encima de ella, nada más. Mami alarmada me despertó y me preguntó que qué me había pasado; “no recuerdo”, le dije. En efecto. Me estaba bañando y de pronto abrí los ojos y estaba Mami ahí intentando reanimarme. Tenía la regla y mucho dolor y le pedí de favor que buscara a alguien que pudiera inyectarme algo porque ya no podía más.
Vino una vecina, rompió un bulbo de duralgina inyectable, se cortó un dedo, sí porque nada de lo que me pase a mí puede ser lineal, porque lineal al parecer es muy aburrido. Me inyectó y me alivié.
Mami entonces decidió llevarme al médico y ahí volví a chocar con lo normal: “así es la regla, hay personas a las que les duele y otras a las que no, a ti te toco que sí”. Con esas palabras tan esperanzadoras salimos de la consulta y aprendí a aguantar dolor, dolor cada vez peor, pero imagínate, son normales, y yo era una floja que apenas podía correr en Educación Física, qué se puede esperar de un simple dolor de ovarios.
A los 15 tuve que volver al médico porque tenía problemas en el sistema digestivo completo. Me hicieron tragarme todas las mangueras habidas y por haber, faltar a millones de turnos de clase en el pre, cambiarlos por turnos médicos donde me dijeron que tenía hernia hiatal, gastritis crónica y colon irritable, cosas por las que sí tenía autorización para sentirme mal, ah pero de los dolores de ovarios no me podía quejar, porque eran cada vez más fuertes, pero como eran normales... Así estuve hasta los 17, de médico en médico.
A los 21 volví al ginecólogo porque la regla me caía cada 15 días o cada 45. Me pasaba dos meses seguidos con dolor de ovarios, me desmayaba por la calle porque al parecer mi cerebro aprendió a aguantar dolor pero mi pobre cuerpo no y hacía como cuando vemos en una peli que le cortan la pierna a un soldado y el dolor lo hace desmayarse, pues así. No hay que ser soldado amputado, hay que ser una persona que menstrúa con mucho dolor; ah, pero eso es normal y como es normal y no puedes ser una floja y tienes que aguantar, tu cerebro, que es muy fuerte, aguanta, pero tu cuerpo no, y te partes la cabeza caminando por 23 y B y toda la parada se alarma y te dice: “debe ser el calor”, “seguro está embarazada”, y todo tipo de comentarios asociados a que una mujer se desmaye.
Ah, cierto, el ginecólogo de los 21, es que me voy por las ramas. Bueno, ese buen ginecólogo me dijo que tomara pastillas anticonceptivas para regular la menstruación y ahí quedó la consulta. Estuve nueve años feliz porque solo moría cinco días al mes, en lugar de 15 o 45. Calculaba el por ciento para poder faltar a clases cuando tenía la regla, no salía, no comía y renacía luego de ese tiempo, tan buena era que nadie supo durante la carrera que sufría de tanto dolor.
En 2019 decidí que no podía llegar a los 30 con esa poca calidad de vida y me fui al González Coro a una consulta de fertilidad, sí, no existe ninguna consulta asociada a los dolores menstruales a menos que quieras “parir”; si no puedes o no quieres pues muérete de dolor.
Bien, llegué a explicarle a la doctora y lo primero que me preguntó fue: “¿dónde está tu marido?”. Le comenté que yo no tenía marido, sino mujer, y que se encontraba trabajando en ese momento. Mi mamá se molestó por mi respuesta, pero consideré que esa era la que merecía por falta de respeto.
Continúo, que te traigo mal con este desorden de acontecimientos. Bueno, estuve un par de años haciéndome chequeos de todo tipo, dando resultados negativos a cualquier enfermedad ginecológica. Aparentemente estaba yo sanísima. Por lo tanto, los médicos y la sociedad tenían razón: “mi dolor menstrual es completamente normal y yo soy una floja y claramente al ser mujer estoy loca”. Como buena loca, ¿qué hice? Ir al psiquiatra. Mira tú por donde no estoy loca, o sea, sí lo estoy, pero no por el dolor.
Fui a ver a un médico especialista en una enfermedad fantasma que padecemos 1 de cada 9 personas que menstruamos: ENDOMETRIOSIS.
El médico me preguntó los síntomas y me pidió los papeles. Se los entregué, los miró, me miró y me dijo “los papeles dicen que estás bien, pero no lo estás, tienes endometriosis”.
Y justamente el año pasado el 19 de mayo, mientras cumplía 30 años, me estaban operando para quitarme adherencias y diagnosticarme una endometriosis grado 3 con adenomisosis.
Por favor, si eres una persona que menstrúa y te duele, ve al médico. Si te dice que es normal, ve a otro y así.
Si tienes un pariente, amigo, vecino (lo que sea) que menstrúe y le duele, créele y dile que vaya al médico: EL DOLOR MENSTRUAL NO ES NORMAL, quizá no tenga o no tengas endometriosis, pero puede que tenga o tengas otra cosa como SOP o cualquier trastorno derivado de la propia regla.
Es cierto que la endometriosis no tiene cura, pero si a los 12 años me hubieran diagnosticado un grado uno, quizá mi calidad de vida hubiera sido otra, no hubiera tenido que medicarme tanto, ni hormonarme tanto, quizá ni siquiera hubiera tenido adenomiosis, ni cáncer en la piel, porque que sepas que la mayoría de los medicamentos que controlan esta enfermedad son fotosensibles.
Ah y otra cosa, ¿recuerdas cuando te conté lo del pre? Pues bien, tengo endometriosis en el colon, por eso me va tan mal con el sistema digestivo, por eso me cago donde quiera y tengo que tomar otra retahíla de medicamentos.
Es muy triste que minimicen el dolor menstrual y que tengamos que llegar a este punto. Hay personas que lo pasan y lo están pasando peor que yo ahora mismo.
Solo pido que por la Ana que llegó cansadísima y adolorida a su casa con 11 años siendo una niña te solidarices con todas las Anas de 10, 11 y 45 años, porque sí, hay pacientes que llegan a la menopausia habiendo tenido una vida menstrual horrible solo porque el dolor es normal.
Hay personas que viven haciendo un esfuerzo sobrehumano por levantarse de la cama todos los días e ir a trabajar, por cuidar a su familia, por pilotar un avión, por ser amas de casa, deportistas de alto rendimiento, profesoras, barrenderas, astronautas, prostitutas, académicas, choferesas, médicas, enfermeras, escritoras, banqueras, incluso sin tener trabajo solo el hecho de existir con dolor, perro dolor.
No tengo la cura para eso y lo siento.
Nota: Mi nombre es Ana, soy escritora de vocación y payasa casi a tiempo completo y también sé tejer y hago reels. Padezco de endometriosis grado 3 con adenomiosis, depresión profunda por agotamiento nervioso y cáncer de piel. Si no te puedo ayudar puedo llorar contigo, incluso hacer todas las monerías necesarias para que te sientas mejor y doblar y actuar canciones de Raphael o Charles Aznavour. Si lo prefieres simplemente puedo escucharte.