Gabriela Orihuela - Revista Mujeres.- El establecimiento del cine como un medio al alcance de la mayoría de los  cubanos fue el resultado de un largo proceso de desarrollo infraestructural que  tuvo sus orígenes en los primeros años de la República.


Sin embargo, la producción cinematográfica nacional en ese período fue escasa y más tendiente a lo documental, ya que las entregas de factura  norteamericana dominaban las salas de cine del país.

En muchos casos las cintas rodadas en Cuba solamente podían ser  reconocidas como producciones nacionales atendiendo a que habían sido realizadas con capitales y por personal cubano, pero no se interesaban por reflejar o recrear la realidad que se vivía en el país.

Los cubanos y las cubanas casi que no nos veíamos en la pantalla.  Sin embargo, el artículo “El cine en Cuba: gritos desde el silencio” (1) hace referencia a la existencia de títulos como Manuel García, rey de los campos de Cuba (1913), La Hija del Policía o En Poder de los Ñáñigos (1917) —en la que incluso se dan a conocer bailes y ceremonias del ritual africano—, que apuntaban hacia la introducción de temas y elementos propios del contexto e idiosincrasia insular.

Pero aun cuando las fórmulas y los recursos expresivos de los que se valían estas cintas fueran calcados de las películas estadounidenses, su mérito radicaba en que lograron recrear parte la realidad y la identidad cubana.

García, Douglas y Gonzáles (2) (1992, p.159) exponen que el empeño de hacer cine a toda costa fue quizás uno de los rasgos que mejor pueda caracterizar este período republicano.

Se podría afirmar, entonces que, a modo de resurrección de aquellos años republicanos, la industria fílmica cubana ha tratado bajo cualquier concepto de retratar la realidad de esta Isla.

No obstante, la industria cinematográfica cubana alcanzó una fuerza real después del triunfo de la Revolución. Con solo mencionar títulos como El brigadista, Memorias del subdesarrollo, La muerte de un burócrata, Lucía o Un Hombre de éxito, podemos darnos cuenta de su evolución no únicamente por el número de entregas, sino también por las temáticas abordadas.

Preponderando los filmes de carácter histórico y revolucionarios, propias de la nueva propaganda política, y las tramas donde se reflejaban las peripecias del cubano de a pie, en donde apreciamos el humor característico de los criollos.

Asimismo, este último tipo de historias ha precedido el cine cubano actual, tratando de plasmar en la gran pantalla las verdades y miserias, no solo materiales, sino también humanas de un pueblo como el nuestro, con tantos matices como historias por contar.

En cambio, hay otras películas que han abierto un camino o servido de soporte comunicativo a diferentes luchas. Tal es el caso de Fresa y chocolate (1993), que aborda, desde diferentes puntos de vistas y momentos históricos concretos, la temática de la diversidad sexual.

Fresa y chocolate: el sabor de la igualdad

Al calor de las transformaciones que vivía el país en los años 60 y 70, había una sensibilidad movilizada en favor de combatir las desigualdades existentes entre mujeres y hombres.

Por aquello tiempos se comenzaba a dialogar en términos de la “igualdad de la mujer”, de compartir con el hombre las tareas del hogar y la responsabilidad de la crianza de los hijos; del código de familia (el anterior, recordemos que desde septiembre del 2022 Cuba cuenta con un nuevo Código de las Familias). También se estimulaba y se creaban condiciones para la plena incorporación de la mujer al trabajo. Se promovía la construcción de una sociedad nueva, con una visión conciliadora de los géneros reconocidos: femenino y masculino y, a la par, vieron la luz largometrajes al estilo Lucía (1968) y Retrato de Teresa (1979), donde la mujer recibía un papel no solo protagónico, sino también reivindicador de su lugar en la sociedad.

Y… ¿qué pasa con la homosexualidad? La homosexualidad era vista como una conducta desviada, patológica, e incompatible con la idea del “hombre nuevo”. Dada estas coyunturas sociopolíticas, el sujeto gay estaba casi ausente del escenario artístico de aquellos años.

No es hasta pasado los años 80 que la temática de la diversidad sexual comienza a ser plasmada en los medios. En 1983 se realiza el documental Conducta impropia, obra cinematográfica que exponía la persecución sufrida por intelectuales y homosexuales cubanos a inicios de la Revolución; debido a la fuerte censura que predominaba en aquellos años pasó como si nunca lo hubiesen hecho.

Fueron necesarios diez años desde Conducta impropia, para que el cine volviera a tratar la temática homosexual. Pero esta vez, lo haría para marcar no solo un antes y después en el séptimo arte cubano, sino también un momento de redención del gay como ente social.

Precisamente el director cubano Tomás Gutiérrez Alea, con su paradigmática Fresa y Chocolate sería el encargado de revolucionar el pensamiento del cubano ochentero.

Alea nos regala una película conmovedora que crítica la intolerancia y grita a la conciencia de los espectadores que el amor y la amistad son valores que están por encima de cualquier consigna, ideología o preferencia sexual.

En Fresa y chocolate, el aclamado realizador comparte crédito con otro portento del cine cubano: Juan Carlos Tabío, partiendo ambos del perspicaz guion de Senel Paz, basado en su propio cuento: El lobo, el bosque y el hombre nuevo, ganador del Premio Internacional de Literatura “Juan Rulfo”.

El filme se presentó el 1 de diciembre de 1993, en el XV Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Nunca antes una película cubana había tenido tanto éxito como esta. Por primera vez se depositaba en una figura largamente desautorizada en el plano social e incomprendida, una serie de valores ético-morales, como la defensa de la cultura, del patrimonio artístico y literario y del sentimiento de nación.

Le fue otorgado el Gran Premio Coral, el de dirección, popularidad y actuación masculina en el festival de ese año. Así como innumerables galardones en certámenes internacionales, incluida una nominación a los premios Oscar como mejor película de habla no inglesa.

«Esta es una película contra la intolerancia, para aprender que no siempre el que no está conmigo está contra mí», afirmó, en una ocasión, Tomás Gutiérrez Alea.

Fresa y Chocolate, fue la primera y más excepcional película que trata el tema de la homosexualidad en Cuba, después de ella, solo han venido intentos, en ocasiones fallidos, pero que merecen mérito.

La excepcionalísima interpretación de Jorge Perugorría (Diego) en Fresa y Chocolate, a decir de la crítica de cine Berta Carricarte (3) (2019), vino a instaurar un modelo de gay oficial para la pantalla cubana. «Que podemos apreciar de una forma u otra en títulos como Chamaco (2010), Verde verde (2011), Casa Vieja (2012), La partida (2013), Fátima (2014), Vestido de novia (2014), Viva (2015), Insumisa (2018), y un sinfín más de filmes donde al gay se le otorga una actitud ridiculizada de su persona».

Esencias de la mejor combinación de sabores

El 16 de agosto del 2016, el Portal CubaSí publicó el texto “Crítica de Cine: Fresa y Chocolate” (4), en él se expuso que «resulta interesante cómo la cinta, tiene intertextualidades. Utiliza en su título una conjunción conjuntiva y no una adversativa, o sea, una conjunción que suma y no una que hace escoger entre dos realidades. La cinta se llama Fresa y Chocolate, no Fresa o Chocolate. Porque no hay que escoger entre esta o aquella identidad sexual».

El título de la cinta remite a un estereotipo bastante simple, que identifica el color del chocolate con la virilidad, y el de la fresa con lo afeminado, idea preconcebida por la sociedad desde hace algún tiempo atrás.

Tomás Gutiérrez Alea, junto a los principales actores y al co-director de la película, Juan Carlos Tabío, declaró que la cinta no es solamente una crítica contra los prejuicios, tabúes e incomprensiones frente a los homosexuales, sino frente a todo aquel que es diferente.

Fuentes consultadas:

  1. Amaya, J. “El cine en Cuba: gritos desde el silencio”. Selección de

                       Lecturas de Comunicación y Sociedad.

     (2)   García, H., Douglas, M. E. y González, R. (1992). El cine mudo en Cuba

           1897- 1933. Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano: Cine Latinoamericano 1896- 1930, Caracas.

    (3) Carricarte, B. (20 mayo, 2019) Des-homogenizando al sujeto homo en el

           cine cubano.

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