Gabriela Orihuela - Revista Mujeres.- La madre le dice a Ana que busque un vaso con agua. Ana camina dos pasos y le pregunta «¿qué querías, mami?». Ella, de ocho años, últimamente olvida todo; se ha vuelto una niña sumisa, ha perdido su alegría, sus deseos de jugar y de ir a la escuela. Ana, para su mamá, es otra Ana.
Lo que la progenitora no sabe es que, desde hace tres años, está casada con un pedófilo y su hijita es, desde entonces, abusada sexualmente. Hace pocos días fue diagnosticada con depresión severa y tiene, todavía, problemas de memoria.
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«Amaya es muy agresiva», repite la profesora de tercer grado de una escuela primaria en La Habana Vieja, sin saber que Amaya ve, día tras día, cómo su padre golpea a su mamá y, de vez en cuando, a ella también. Amaya es víctima directa e indirecta de la violencia intrafamiliar, de la violencia de género.
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Rachel ha dejado de hablar. Lleva más de un mes sin pronunciar palabra y ni siquiera ha tratado de comunicarse con sus familiares y amistades. «Perdió su magia», indica el abuelo. Rachel, como muchas otras niñas, conoce lo que es el abandono y la desatención, el desamor y el desamparo. Hay violencias que no se mencionan, que pasan desapercibidas y dejan huellas diferentes a las marcas en la piel.
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Ana, Amaya y Rachel son niñas violentadas de distintas maneras; no obstante, es válido reconocer que el maltrato infantil deja secuelas, sin importar la naturaleza del abuso; la violencia ejercida sobre ellas, como sobre otros niños, adolescentes y mujeres, tiene repercusiones psicológicas que merecen atención inmediata.
Martha Almanza Mejías, médica especializada en Medicina General Integral y Psiquiatría, ceramista y miembro de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas, sabe lo complejo que resulta hablar de salud mental; no obstante, asevera que «parece más poesía que ciencia por la carga de subjetividad que el término tiene».
«Se trata de una categoría atravesada por múltiples ejes que interactúan estableciendo dinámicas muy particulares, que incluyen desde la base biológica (no obviar la existencia de la enfermedad mental) y la estructura neurológica (base en la que suceden los procesos psicológicos) hasta las circunstancias culturales de desarrollo», añade.
La Organización Mundial de la Salud define la salud mental como «un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad»
Carolina Álvarez Díaz, psicóloga de formación y profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, alega que «la salud mental es garantía del desarrollo personal e integral del ser humano».
«Una persona que no mantenga una buena salud psicológica, no puede experimentar una vida de bienestar pleno», señala la psicóloga, Patricia Prado Ortiz, también profesora de la mencionada facultad e integrante del Centro de Estudios de Bienestar Psicológico.
Asimismo, la joven psicóloga explica que el componente cultural, en estos casos, nos juega una mala pasada. «Es completamente normal que cuando una persona sienta dolor físico acuda al médico; sin embargo, puede llegar a ignorar cuándo vive largos períodos de tiempo con estados anímicos decaídos. El malestar psicológico se pasa por alto y comienzan a creer que deben vivir de esa forma.
La salud mental puede influir de manera negativa en la salud física. Foto tomada del sitio Ayuda Psicológica en línea.
«Cuidar la salud mental implica aprender a conocernos, abrazar nuestras luces y sombras, saber cuáles son nuestras zonas de conflicto, aprender a gestionar nuestras emociones desde las primeras edades, desarrollar recursos para enfrentarnos a los diversos eventos de la vida. A veces, el ser humano no es capaz de aprender esto por sí solo o los entornos de socialización donde se inserta no proveen estas herramientas y, entonces, necesita de ayuda especializada», afirma Carlina Álvarez Díaz.
Salud mental en niños, niñas y adolescentes
La psicóloga Patricia Prado Ortiz expone que «la salud mental en niños, niñas y adolescentes es primordial. Asegurarnos que ellos y ellas crezcan más felices y sanos —desde el punto de vista psicológico— garantizará que sean, en un futuro, adultos y adultas más felices y sanos».
«En la infancia, la salud mental es el cimiento de la vida psicológica de la persona, la primera mirada al mundo; recordemos que la infancia es la etapa donde se construye el mapa mental que ubica al otro y donde se comienza a crear la imagen propia y su interacción con el entorno, todo en una relación dinámica», sintetiza Martha Almanza Mejías.
Carolina Álvarez Díaz considera que, en infantes y adolescentes, la salud mental es transcendental porque «en las primeras etapas del desarrollo es donde se producen determinados procesos psicológicos que luego se consolidan en la edad adulta. Es, en definitiva, un período de formaciones motivacionales complejas como la autovaloración, la concepción del mundo, los ideales, los proyectos futuros.
Si en estos momentos, de plena formación, se ven afectados niños, niñas y adolescentes por eventos traumáticos —como son los actos de violencia— y, además, no se gestionan estos problemas de manera correcta, existirán consecuencias en el desarrollo personal e integral de ese ser humano. Cuando hay violencia, todos estos procesos mencionados son alterados y, al mismo tiempo, incide negativamente en los espacios de socialización que tienen infantes y adolescentes», indica la psicóloga.
De igual forma, Álvarez Díaz aclara que «la violencia presenta tres respuestas distintas. Una donde la víctima aprende esos patrones de conducta y los reproduce cuando se convierte en una persona adulta; en la una segunda, siendo la menos frecuente, la persona elabora de manera adecuada mecanismos de defensas ante la violencia vivida y logra revertir la situación; la tercera que podemos mencionar es cuando las personas en las que se ejerció violencia se convierten en personas anuladas, con la autoestima dañada, tienden a la subvaloración y muestran problemas en las relaciones interpersonales, así como para insertarse en entornos familiares y laborales».
Desde la pandemia de Covid-19, cada vez se suman más familias cubanas a una crianza respetuosa con niños, niñas y adolescentes. Foto tomada de Zunzún.
Apostar por una crianza respetuosa
¿Nunca te has topado con el proyecto «Crianza respetuosa»? ¿No has visto sus publicaciones en Facebook o las interacciones que se generan en su canal en Telegram?
«Crianza Respetuosa» es un proyecto nacido en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana en 2019, a raíz de la pandemia de la Covid-19 y patrocinado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia y la Sociedad Cubana de Psicología. «Surge por la demanda de padres y madres de niños, niñas y adolescentes en busca de herramientas y orientación para poder enfrentarse a una dinámica totalmente nueva para las familias cubanas», asevera la psicóloga, Patricia Prado Ortiz, miembro de este proyecto.
La doctora Roxanne Castellanos Cabrera, directora del Centro de Estudios de Bienestar Psicológico y Profesora Titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, es la coordinadora de «Crianza Respetuosa» . El equipo está compuesto por otras profesoras especializadas en Psicología Clínica Infantil y estudiantes de último año de la carrera de Psicología.
«El proyecto funciona de manera virtual y los viernes de 9:00 a.m. a 10:00 a.m. tenemos una sesión grupal a través de Telegram. Los primeros 30 minutos se emplean para abordar un tema específico, siempre relacionado con la crianza, como por ejemplo, la crisis del desarrollo de los tres años o la inserción de infantes a instituciones escolares. La segunda media hora es de preguntas libres; en ese momento quienes participen en el grupo pueden exponer sus inquietudes. Si existe algún tema que necesita tratamiento individualizado, se analiza el caso por privado», añade la joven psicóloga.
Prado Ortiz comenta, además, que el principal objetivo del proyecto es promover la crianza positiva. «Tratamos de proporcionarles herramientas, darles orientaciones desde la ciencia a padres, madres y cuidadores (as), que les permitan poseer un manejo adecuado en cuanto a la crianza. La crianza positiva no es más que una educación libre de violencias, de maltrato y donde se respeta la autonomía progresiva. Con su empleo estamos forjando niños, niñas y adolescentes con mayor autoestima, empoderados (as), más sociables, más felices y, en general, con un buen bienestar psicológico».
«En esos espacios intentan deconstruir mitos asociados a la crianza, como que los hijos son posesiones o que la infancia es débil por naturaleza. Proponen entender a niños y niñas como sujetos de derecho que merecen un trato digno y justo», comenta la periodista Ania Terrero sobre el proyecto en el texto “Aprender a criar, más allá del instinto”.
Arte y bienestar
La doctora Martha Almanza Mejías dice estar involucrada en el proyecto comunitario «Mentes Creativas». Sin embargo, quienes la escuchamos hablar sabemos que no es del todo cierto. Martha sí está involucrada, pero es más que eso, ella se encuentra enamorada: de los niños, las niñas y adolescentes que le dan vida a ese proyecto; de su doble labor como psiquiatra y ceramista; de los frutos que, en este poco tiempo, ha recogido.
Martha es, en efecto, una mujer enamorada de la salud, del bienestar, de la justicia social, de la igualdad, de la equidad, de los derechos, de las infancias y las adolescencias cubanas.
En el proyecto comunitario Mentes Creativas infantes y adolescentes encuentran un espacio seguro para debatir diversos temas de interés. Foto: cortesía de Martha Almanza Mejías.
— ¿Qué es «Mentes Creativas»?
«"Ecojardin Canteras de Fontanar" es un proyecto aprobado por el Consejo de la Administración Municipal de Boyeros, que tiene como aporte la alianza estratégica entre la Universidad Agraria de La Habana y la empresa privada BLS Industria y Tecnología, y tiene su foco de atención en el ser humano, sin perder la perspectiva que lo hace viable económicamente.
«Bajo este contexto surge “Mentes creativas”, una propuesta para promover salud mental a través de la educación, en nuestro caso, mediante la enseñanza de las técnicas de la cerámica y el ejercicio de la creatividad», detalla la artista y psiquiatra.
Aunque la idea inicial era solamente reproducir la experiencia de ceramista y mostrar las técnicas básicas, a Martha le impactó el ambiente que, espontáneamente, se generó en el grupo de adolescentes, así como la demanda por debatir otros temas y la evidente desorientación que les era común.
Posteriormente, aparece la posibilidad del apoyo logístico que «necesitábamos para empezar con la creación del espacio físico». Hace seis meses que el sueño comenzó a gestarse.
«Todo está siendo cocreado, desde el entorno físico hasta las técnicas principales que permiten el aprendizaje mediante la experiencia. Todos los participantes pertenecen a la misma escuela y la dirección del centro se ha implicado y nos ha apoyado».
Pie de Foto:. El pintor, Paul Klee, expuso que «el arte no reproduce lo visible. Hace visible aquello que no lo es»; la tarea de quienes emplean el arte, en cualquiera de sus manifestaciones, para educar es ardua, pero, innegablemente tiene sus satisfacciones y recompensas. Foto: cortesía de Martha Almanza Mejías.
— Psiquiatría y cerámica, ¿cómo se relacionan?
Según la ceramista doctora, su vida profesional estuvo dedicada a aliviar el sufrimiento humano: «trabajé en el momento en que florecía la psiquiatría social en Cuba y elaboramos un proyecto de intervención dirigida a promover salud mental. Hablamos de promover estilos de vida saludables y, en ese punto, se necesita la competencia de profesiones no médicas».
«Mi vocación por el arte me coloca en la posición ideal para, digamos poéticamente, viajar en el tiempo y llegar al niño o niña que será el paciente sufriente del futuro y contribuir con su educación en la construcción de una personalidad equilibrada».
En todos los encuentros se realizan propuestas que incitan al debate sobre temas diversos que, especialmente, sean interesantes para los y las adolescentes. «Dichos temas facilitan el intercambio y dan lugar a la reflexión; pasamos, luego, a un ejercicio de creación de una pieza de cerámica que vincule el tema referido con una técnica en particular».
Martha reconoce que no todas las propuestas han tenido la misma aceptación, no obstante, «se rectifica en la medida en que se produzca la respuesta esperada. En este momento tenemos un grupo de ejercicios con excelentes resultados, por ejemplo, los referidos al autoconocimiento, etiquetas y estereotipos, responsabilidad y trabajo en equipo».
«Crianza Respetuosa» y «Mentes Creativas» buscan proteger las infancias y adolescencias cubanas, así como educar, concientizar y capacitar. Lo cierto es que necesitamos crear y fortalecer los entornos protectores con los que contamos; la protección nunca podrá ir de la mano con la violencia. Pero cuando logramos identificarla, se ha de pedir asistencia.
Pese a ser un tabú en la actualidad, buscar ayuda persiste como solución ideal ante estos casos. Despojémonos de esos estereotipos que nos limitan: visitar a profesionales de la Psicología no es, simplemente, para personas enfermas, lo necesitan quienes presenten sentimientos y pensamientos negativos, buscan orientación por motivos diversos o que, como Ana, Amaya y Rachel hayan vivido eventos traumáticos. Las razones son disímiles y asistir a tiempo puede marcar la diferencia.