Marilys Suárez Moreno - Revista Mujeres.- “Ni las palabras ni los homenajes pueden reflejar en su justa dimensión la grandeza de las mujer cubana y la firmeza de su ejemplo incomparable”, dijo Fidel de  las mujeres, para añadir a renglón seguido: La Revolución cuenta con uno de sus destacamentos más firmes y combativos y seguros, que con la energía, la sensibilidad, la inteligencia y la dirección de las mujeres, la revolución es invencible.”


La dinámica social de los primeros años de la Revolución y la dirección certera de Vilma, Presidenta y encarnación por siempre de la Federación de Mujeres Cubanas, fueron vitales y representativos desde la creación de la Organización como tal. Juntarlas, articularlas, realzarlas y hacer que se integraran a todo el proceso revolucionario no fue tarea de un día, sino de meses y años.

La preocupación constante de nuestro Comandante en Jefe por la defensa de los derechos de la mujer y su participación plena en la lucha, partiendo primero de la eliminación de la discriminación contra ellas, signaron a la dinámica Organización desde su creación.

“Sin su presencia y su obra no pudiéramos exhibir los logros que hoy sintetizan el rol de la mujer, expresó Teresa Amarelle Boué, secretaria general de la FMC a las y los participantes del coloquio Fidel y la Revolución, tiempo atrás, y donde se narraron experiencias y anécdotas que evidenciaron el humanismo y sensibilidad de Fidel y cuanto hizo en favor de la igualdad femenina y su participación en la sociedad. 

Porque para Fidel la liberación plena de las mujeres y su dignificación, sin trabas sociales ni de género, fueron asuntos prioritarios en su vasta agenda de realizaciones. Así, agrupadas en una organización femenina que las involucraba personalmente, ellas se convirtieron en “una revolución dentro de la Revolución”, como diría  el mismo Fidel

Intensa, ardua, constante y no exenta de dificultades fue la labor de Vilma, encargada de hacer realidad los sueños de Fidel de que las mujeres se organizaran y participaran en la construcción de la nueva sociedad que se estaba construyendo. Y cuando Vilma le consultó sobre  el establecimiento de la organización femenina, le respondió enfático:   “Eso es lo más importante que puede ocurrir”.

Y ocurrió el 23 de agosto de 1960, fecha constitutiva de la Federación de Mujeres Cubanas. Fidel, y Vilma  fueron sus gestores y  concibieron juntos  cómo sería el trabajo de aquella organización que reuniría a todas las organizaciones femeninas existentes en el país por aquel entonces, unidas en esta palabra: cubanas.

En realidad Fidel marcó un estilo y orientó los mecanismos de trabajo que exigiría esa organización que rectorara personalmente. Por eso participó en todas sus Plenarias y Congresos y en cuanto evento organizaba la Federación..

Y es que desde siempre, el líder revolucionario tuvo una perspectiva del fenómeno que la presencia femenina representaba en la forja del proceso revolucionario y en la que ellas devinieron protagonistas de primera línea, como se ha demostrado a lo largo de estos años hasta hoy,

Las certeras valoraciones que  el líder histórico de la Revolución hacia sobre el rol de la mujer en la sociedad, su participación personal en cada actividad llevada a cabo por las mujeres, a pesar de sus múltiples ocupaciones y responsabilidades al frente del Partido y del Gobierno, y su sensibilidad para comprender cada faceta del carácter femenino, fueron rasgos inherentes del amado Comandante en Jefe, el hombre que nunca escatimó elogios en sus apreciaciones públicas sobe las condiciones, virtudes y entornos de las mujeres y como éstas fueron, en cada etapa de la lucha,  inspiración y acicate para que se integraran en la vanguardia y su dirección.

Fue a partir del II Congreso de la Federación en noviembre de 1974 que se comenzó a hablar de la batalla por el ejercicio pleno de la igualdad. Según dijo Vilma a posteriori.

“En aquel Congreso se realizó un análisis exhaustivo de los logros alcanzados y de lo que nos faltaba por avanzar” para lograr una mayor y más efectiva participación y promoción femenina, una cuestión que Fidel consideraba como una necesidad imperiosa de la revolución.” De hecho, trabajó de conjunto con la Federación para que las regulaciones y la política del Partido y de las organizaciones de masa velaran por preservar y asegurar la integración plena de la mujer a la sociedad.

Como bien expreso la querida Vilma, en Fidel tuvo la FMC un privilegio histórico y un “enaltecedor ejemplo de esclarecido político, gobernante y hombre revolucionario” Sí, porque Fidel, nuestro inspirador mayor, comprendió y situó  en el justo lugar, las históricas y legítimas reivindicaciones femeninas de las cuales fue siempre su impulsor y promotor principal

 Y es que en todo el historial revolucionario, desde los lejanos días del Moncada y la Sierra, están plasmados sus justas concepciones sobre el rol de la mujer a través de la historia, su liderazgo por más de medio siglo, su sensibilidad y humanismo y sus apreciaciones públicas sobre las virtudes y condiciones de las cubanas en cada  etapa de la lucha. Él las inspiraba a participar, a actuar, movilizarse y tuvieran su propio protagonismo en la vanguardia social, política y económica del país. Privilegio que valoramos en su justa medida por venir de quien siempre fue no solo un esclarecido estadista, sino el hombre perceptivo  empeñado en hacer de las cubanas  parte y voz de la Revolución.

De cara al aniversario sexto de su deceso y en tránsito por el aniversario 63 de la organización que engrandeció desde su nacimiento, sentimos orgullo por haber tenido el privilegio de contar con su certera concepción en el ejercicio sin fronteras de una verdadera cultura de la igualdad, con plenitud de oportunidades para todas.

Lo que somos y lo que seguiremos siendo para preservar y desarrollar nuestra patria es desafío y responsabilidad para la FMC en el empeño de continuar siendo una fuerza decisiva para la Revolución desde sus filas, y su empeño de estar siempre a la altura de nuestro principal abanderado, cuya memoria vive eternamente en Cuba y en los bienaventurados que lo siguen amando y  teniéndolo presente.

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