Dixie Edith - Red Semlac.- Difícil y en ocasiones arriesgada, la realidad laboral de las trabajadoras de las salas de cines suele quedar invisibilizada por el propio espectáculo del séptimo arte, coincidieron en La Habana académicas, periodistas y mujeres que laboran en el Proyecto 23, del Instituto Cubano de Artes e Industrias Cinematográficas (ICAIC).


Reunidas en el capitalino cine Yara, el 24 de enero, estas mujeres respondieron a una invitación del proyecto Todos los días son 8 de marzo, que impulsa el proyecto Palomas, como recordatorio del aniversario 126 de la primera proyección cinematográfica en Cuba.

“Es un buen pretexto para identificar los desafíos de estas personas que trabajan en los cines, la mayoría mujeres, y que viven una realidad a menudo desconocida. Identificarla, verla, ayudará a llegar a decisiones estratégicas que les garanticen vidas y trabajos dignos”, reflexionó con SEMlac la documentalista feminista Lizette Vila, fundadora y directora del proyecto Palomas, Casa Productora de Audiovisuales para el Activismo Social.

La peligrosidad del trabajo que realizan y las dificultades para la conciliación con sus cargas domésticas cotidianas fueron citados entre los principales desafíos, según las más de veinte administradoras, directoras, auxiliares de sala o de limpieza y proyeccionistas, entre otras de las trabajadoras participantes en el encuentro.

La realidad laboral de las trabajadoras de las salas de cines suele quedar invisibilizada por el propio espectáculo del séptimo arte. Foto SEMlac Cuba

Irinka Cordoví Amorós, directora del Proyecto 23, destacó el sentido de pertenencia de las trabajadoras de los cines y el tiempo que dedican a la actividad. “A veces pasan el día entero aquí”, apuntó.

La directiva relató que la mayoría de ellas entran a las salas de cine durante el día, pero al terminar su trabajo en “la oscuridad”, ya es de noche y pasan mucho trabajo para retornar a sus hogares.

“Cuando las personas se van de los cines, entonces seguimos nosotras trabajando, limpiando, acomodando las salas, cerrando. Al final, nos vamos para la casa muy avanzada la noche para seguir trabajando, porque allí somos las que cocinamos, lavamos, limpiamos”, apuntó María de Jesús Morales, auxiliar de sala del Multicine Infanta.

La situación empeora para aquellas trabajadoras que, además, se desempeñan como cuidadoras de personas mayores o dependientes por enfermedad, alertó Danay Díaz Pérez, profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y moderadora del encuentro.

Los bajos salarios no ayudan a compensar esta situación. “Cuando un trabajador o trabajadora del turismo sale de trabajar a altas horas de la noche, a lo mejor puede pagar un taxi, pero los ingresos de ustedes no les permiten eso”, apuntó Sergio Cabrera, coordinador general de Palomas.

A esto se suman otras invisibilidades. Muchas veces estas personas no son tenidas en cuenta por organizadores de actividades a la hora de prever una merienda, una atención o simplemente un agradecimiento, coincidieron quienes participaron del debate.

Pese a los muchos desafíos, ante la pregunta de cuál era el principal reto hacia el futuro, las mujeres presentes coincidieron en la urgencia de volver a retomar el cine como una opción cultural, “como lo que era años atrás”.

El encuentro estuvo acompañado por organizaciones e instituciones académicas y de la cooperación internacional como el Centro Félix Varela, Care, la Embajada de Canadá en La Habana, la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude), el Icaic y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).

Las otras amenazas

Identificar la realidad de estas trabajadoras ayudará a llegar a decisiones estratégicas que les garanticen vidas y trabajos dignos”, reflexionó con SEMlac Lizette Vila. Foto SEMlac Cuba

La historia de Luisa Berroa, auxiliar de limpieza del cine Yara, permite apreciar las amenazas diversas que atraviesan este trabajo. 

Hace unos años, Berroa se vio en medio de una violenta discusión que dos hombres llevaron desde la calle hasta el interior del cine, al pedir permiso para entrar a los baños.

La pelea terminó con un arma de fuego, una bala perdida rebotó contra una pared e impactó a la trabajadora. Sus compañeras y compañeros de trabajo se movilizaron inmediatamente y evitaron que la situación fuera peor. Berroa tuvo que recibir atención médica de urgencia y permaneció ingresada durante varios días.

Genera mucho miedo, también, ver a una multitud de personas tratando de romper una puerta de cristal o de entrar a empujones en el cine; eso ha pasado muchas veces, sobre todo durante los festivales de cine, coincidieron varias de las mujeres presentes.

En tanto, Georgina Gavilán, auxiliar de sala del cine Yara, aseguró que su labor “es de las más sacrificadas dentro de un cine”, donde es común tropezarse con situaciones incómodas al interior de la sala oscura, como masturbadores o personas muy violentas que no respetan las normas de convivencia que deben imperar en ese y otros espacios públicos.

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