Beatriz Ramírez López - Revista Muchacha.- El término de relaciones tóxicas se ha popularizado en los últimos años y no precisamente con su significado original. En el argot popular y las redes sociales se utiliza como un sinónimo del amor romántico, en el que lo tóxico es algo cool, interesante y divertido.


Pero, ¿sabes realmente qué implica vivir una experiencia así?

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Alicia comenzó la relación cuando apenas cumplía 17 años. En esos primeros meses idílicos los compromisos aumentaban como una especie de epidemia que la consumía

Aquel primer «Te amo», a tan solo unos días de conocerse, resonó en sus oídos como una punzada. ¿Cómo era posible semejante declaración en tan poco tiempo? Quizás, la emoción del momento, de saberse en una relación que apuntaba al futuro, la hizo despejar cualquier idea. Tal vez aquello de los amores a primera vista era cierto.

«Me preocupo demasiado por ti. No salgas con tu amiga a esa hora», «Demuéstrame tu amor. No hagas eso», «Si tanto me quieres, ¿por qué no me complaces?». En un abrir y cerrar de ojos la “sobreprotección”, que tan tierna le parecía, se hizo más fuerte; los chantajes emocionales enmascarados de intranquilidad, una rutina y las peleas “de enamorados”, parte inseparable de la relación.

Alicia tiene 17 años y la sensación constante, aunque le digan lo contrario, de que algo en su vida no anda bien.

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Muchacha conversó con Liliana García Pérez, psicóloga clínica y de la salud del Hospital Clínico-Quirúrgico Hermanos Ameijeiras, quien ilustró cómo reconocer una relación tóxica. «Es un término de reciente incorporación y que se ha popularizado hasta el punto de ser usado con humor. Describe relaciones interpersonales, generalmente de pareja, que son dañinas psicológicamente para ambos o uno de los integrantes».

Para García Pérez hay infinitas formas de manifestación, desde las más evidentes hasta las que no lo son tanto. En primer lugar, esa impresión, aunque sea muy ligera, de que algo no está bien, lo cual se manifiesta a través de sentimientos de inconformidad, confusión, malestar, inestabilidad, entre otros.

«Es frecuente sentirse ambivalente, es decir, que se quiere mucho a esa persona y a la vez vivenciar sentimientos negativos hacia ella, como rencor, miedo y ansiedad. Además, que por mucho que se intenta o se quiera, es extremadamente difícil romper esa relación».

Otro modo de expresarse es si la persona se siente abrumada, abusada, chantajeada, controlada, menospreciada, realiza cosas que en realidad no quisiera hacer y se distancia de seres queridos, abandona sus rutinas y gustos.

Según la psicóloga, vivir en ese estado puede provocar problemas de autoestima, ansiedad, depresión, estrés, trastornos del sueño, inseguridad, aprendizaje de patrones disfuncionales de relación social, dependencia emocional y pérdida o debilitamiento de redes de apoyo social.

¿Qué hacer entonces si estás viviendo en una relación así?

Es importante primero tener conciencia de que se está en una relación disfuncional y dañina, esto suele ser el paso más difícil. Luego, si es posible, conversarlo y decidir qué es lo mejor entre los dos, explicó García Pérez.

«En el escenario en que no se sepa cómo terminar la relación, se ha de invertir

un tiempo en trabajar en uno mismo, en esos efectos emocionales que ha provocado la relación, considerar especialmente elementos de autoestima. Todos tenemos derecho a ser felices en nuestras relaciones interpersonales, a una nueva oportunidad».

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