Lisandra Chaveco - Revista Mujeres.- La búsqueda de nuestra libertad, de la emancipación de nuestros territorios simbólicos, que pueden abarcar desde el cuerpo, nuestras ideas, el respeto a nuestros derechos e individualidad como mujeres. Esa es una tarea constante, del día a día.

El feminismo se enmarca en ese objetivo, el de la liberación de todas las mujeres. Para conseguirlo resulta un requisito indispensable desarticular el sistema que nos oprime, donde entran todos los mecanismos tradicionales patriarcales, sistema de dominación severo y arraigado. “El más universal y longevo de los que existen”, en palabras de Kate Millett.

Decía Simone de Beauvoir, “no se nace mujer: se llega a serlo”. Esta frase es la idea esencial  que revolucionó el pensamiento de muchas mujeres de la sociedad francesa en 1949, y sirvió de guía para conceptualizar la construcción del género que nos reserva a las mujeres un destino en base a nuestro sexo y que en nombre de la diversidad se intenta preservar como un derecho de identidad.

Lo que comenzó siendo un malestar sin nombre, llegó a convertirse en un movimiento social y político donde las mujeres durante siglos han hecho activismo en las calles y han teorizado sobre lo que nos pasa por ser mujeres.

Gracias al feminismo podemos ponerle nombre a ese malestar y también contamos con las herramientas para desmantelar estructuras que intenten legitimarlas.

El feminismo tiene su agenda, la cual no se desarrolla de la misma manera en cada parte del mundo, sus páginas están abiertas por diferentes lugares según dónde nos encontremos, pero a todas las une el deseo de libertad y derecho a la autodeterminación. 

No existe un destino biológico reservado para nosotras, por ser mujeres. Tenemos el derecho de elegir y construir nuestros propios caminos, nuestro destino. Comienza ahora. Construye tu propio territorio de libertad.