Mujeres de Cuba y otros países del Caribe se unen en taller de forja, creando redes y alianzas profesionales. El aprendizaje compartido fortalece su empoderamiento en el oficio

Red Semlac / Foto: Cortesía de las entrevistadas.- La forja de metales es un trabajo rudo, tradicionalmente hecho por hombres, pero no tiene que ser necesariamente privativo de ellos si hay mujeres que también quieren y pueden hacerlo.


Dayli, Chrisnaika, Angeli, Tashianna y Dyhemmia son algunas de ellas. Interesadas en el milenario arte de la herrería, estas mujeres se unieron a otras que asistieron al taller “El arte de la forja o la conquista del hierro”, impartido en la capital cubana, a mediados de octubre, por profesores de la Escuela Taller de La Habana Gaspar Melchor de Jovellanos.

El aprendizaje del oficio, la creación de redes profesionales y el intercambio de experiencias fueron parte del saldo positivo que dejó ese encuentro en cinco mujeres de Cuba y el Caribe.

Paralelamente, el espacio también contribuyó a derrumbar estereotipos en torno a oficios que pueden realizar hombres y mujeres, pues al decir de Carlos Bauta, profesor del taller de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, ellas pueden hacer exactamente todo lo que ellos hacen.

Las limitaciones dependen de cada persona, no del sexo, pues una mujer puede ser más fuerte que otra, como mismo ocurre entre los hombres, apuntó.

Añadió que existe el criterio de que en Cuba no hay herreras y que este trabajo no es para ellas. “Eso es falso, subrayó. Yo he visto herreras magníficas participando en concursos. Este grupo de muchachas demuestra que la herrería es perfectamente practicable por las mujeres, como todos los oficios”, enfatizó.

Dayli Zuferry, artista y diseñadora cubana, encuentra en el curso de forja un espacio enriquecedor para expandir su arte y establecer redes con otros profesionales, derribando estereotipos de género en la industria. Foto: Cortesía de la entrevistada

Con este criterio coincide la artista visual y diseñadora cubana Dayli Zuferry, para quien el curso demostró que llevar adelante determinado trabajo no tiene nada que ver con la complexión física o la biología, sino con la disposición para aprender.

“Históricamente, a las mujeres se nos ha excluido de muchos trabajos que los hombres han desarrollado a lo largo de los años”, comentó a SEMlac la joven de 22 años, quien considera que, independientemente de que ellas tienen menos fuerza física que los hombres, nada debería limitarles la posibilidad de abrirse a la creación en cualquier ámbito.

“Escogí el curso porque quiero hacer la diferencia y mostrar que las mujeres podemos hacer lo que los hombres pueden; destruir ese mito”, señaló por su parte la artista visual haitiana Chrisnaika Desrosiers.

Chrisnaika Desrosiers, artista visual haitiana, afirmó que las mujeres pueden sobresalir en este oficio, rompiendo barreras culturales y de género. Fotos: Cortesía de la entrevistada

“Ha sido una experiencia muy gratificante y enriquecedora”, dijo Angeli Matos, joven arquitecta y artista visual de República Dominicana, al referirse a la oportunidad que le brindó ese aprendizaje.

Para ella, los conocimientos adquiridos no sólo valen para ejercer el oficio como tal, sino que le permiten expandir su creatividad en lo artístico y, también, le reafirman que tiene la capacidad de hacer muchas cosas.

“En el mundo del arte, como en la arquitectura, al momento de diseñar a veces una se limita por considerar que hay cosas difíciles de realizar. Tener el conocimiento de cómo se hace me permite aplicarlo al momento de diseñar, igualmente cuando voy a exigir un servicio”, explicó.

Para Tashianna Willoughby, de 27 años, artista visual de Jamaica, y quien trabaja como oficial de conservación en Jamaica National Heritage Trust, este curso le ofrece más herramientas para ayudar a conservar y preservar el patrimonio cultural de su país. Foto: Cortesía de la entrevistada

Como arquitecta, resaltó la utilidad de estos conocimientos para buscar soluciones en las obras, específicamente en las terminaciones. “Me abre la posibilidad de generar algún proyecto más manual, más artesanal, más artístico”, acotó.

El curso, realizado del 2 al 13 de octubre, estuvo auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la Unión Europea, el Polo Caribeño de formación cultural y el Programa Transcultura, que fomenta la igualdad de oportunidades para la promoción de la diversidad cultural y el diálogo intercultural.

Entre otros temas, el programa abordó las técnicas básicas para el corte y conformación de los metales y otros aspectos vinculados al oficio de la forja.

De acuerdo con el profesor Carlos Bauta, el propósito no era aprender el oficio en 10 días, pero sí proporcionarles los primeros conocimientos, el impulso, probar sus posibilidades y que sepan qué pueden esperar a la hora de proyectar un trabajo de este tipo.

“Estas muchachas que estuvieron acá, practicando la herrería, posiblemente no van a ponerse a herrar caballos en su pueblo, pero lo saben hacer. Si en algún momento tienen que enfrentar un trabajo en el cual necesiten herrería, saben a lo que pueden aspirar y los resultados que pueden obtener”, argumentó.

Para Matos, la experiencia fue retadora desde el punto de vista de la aplicación de la fuerza, pero el aprendizaje de las técnicas les abrió un nuevo horizonte.

El taller de forja abre nuevas posibilidades para las participantes, según Dyhemmia Williams, soldadora y diseñadora de joyas, de Jamaica. Foto: Cortesía de las entrevistadas

Dyhemmia Williams, soldadora, orfebre y diseñadora de joyas en Kingston, Jamaica, valoró el taller como una gran oportunidad para aprender la forja de otros tipos de metales, que incorporará a su trabajo.

En el caso de Zuferry, manifestó sentirse motivada a matricular en el taller porque su padre es herrero y quería descubrir con más profundidad lo que significa el oficio, además de expandir su arte hacia el metal.

“Creo que me deja una herramienta más para el arte, que es lo que principalmente me mueve como persona. Me abre la posibilidad de poder hacer algo diferente, de no solamente limitarme al lienzo o la cartulina, sino que puedo trabajar también con el metal”, refirió.

Agregó que, desde pequeña, su papá le enseñó a no tener miedo de hacer. “Me inculcó que ser mujer no me iba a limitar en nada y esto es una demostración de ello”, afirmó.

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