Cerca del 18 por ciento de los nacimientos en Cuba, al cierre de 2022, fueron aportados por madres adolescentes

Sara Más - Red Semlac / Foto: SEMlac Cuba.- “Envejecer es el aprendizaje más difícil y largo de la vida”, asegura la profesora Teresa Orosa, presidenta de la Cátedra del Adulto Mayor de la Universidad de La Habana y reconocida académica cubana. En ese camino, las mujeres viven más que los hombres, pero también llegan a la vejez con más enfermedades, malestares y morbilidades, dijo la experta al intervenir en el panel “Autonomía e integridad en los cuerpos de las mujeres en el curso de la vida”.


Convocado por el Centro Oscar Arnulfo Romero y la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el estudio de la Sexualidad (Socumes), el intercambio se realizó en La Habana el 18 de junio, a propósito de los 50 años de presencia del Fondo de Población de las Naciones Unidas en Cuba.

Durante los debates, la profesora Orosa señaló que respecto al cuerpo de las mujeres mayores hay todo un campo por estudiar en relación con la salud sexual no reproductiva, en función de una sexualidad sana y gratificante, de común acuerdo y que tenga en cuenta sus deseos.

Sin embargo, agregó, falta vincularlo también a la autonomía corporal de las mujeres en su proyección social, porque ellas siguen trabajando y ocupando espacios importantes en la sociedad.

En su opinión, hay que trabajar más en el desarrollo de la autonomía hasta el final de la vida, como un proceso “que no debe acabar jamás y contribuye a la percepción de bienestar construido”.

Integraron el panel, de izquierda a derecha, la profesora Teresa Orosa, las psiquiatras Ivón Ernand y Ada Alfonso, la demógrafa Matilde Molina y la jurista Joanna Pereira. Foto: SEMlac Cuba

Brechas y desafíos

En la adolescencia, la débil autonomía se vincula a la persistencia del patriarcado, las brechas de género, el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, los riesgos relacionados con la práctica del aborto, las uniones tempranas y el embarazo, apuntó la demógrafa Matilde Molina.

La demógrafa Matilde Molina colocó las uniones tempranas, el aborto y el embarazo adolescente como desafíos, en aras de potenciar la autonomía corporal de las adolescentes. Foto: SEMlac Cuba

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Fecundidad de 2022, la edad media de la primera relación sexual de mujeres y hombres de 15 a 19 años fue 15,3 años. De ese grupo, tres por ciento había iniciado relaciones antes de los 15 y la totalidad antes de los 18, precisó la experta.

“Está descendiendo la edad de la primera relación sexual en Cuba y un 30 por ciento, además, no la identifica como experiencia satisfactoria”, apuntó Molina.

La misma fuente indica que 14,6 por ciento de las muchachas de 15 a 19 años estaban casadas o unidas con hombres 10 años mayores y algunas de ellas ni siquiera conocían la edad de su pareja.

En tanto, al cierre de 2022, se reportaban 133 embarazos por cada 1.000 adolescentes y eran más altas las tasas de interrupciones en las adolescentes respecto a las de mujeres adultas.

Realidades todas que Molina colocó como desafíos en aras de potenciar la autonomía corporal de las adolescentes.

La débil autonomía en las adolescentes se vincula a la persistencia del patriarcado, las brechas de género, el acceso a servicios de salud y reproductiva, los riesgos del aborto, las uniones tempranas y el embarazo, apuntó la demógrafa Matilde Molina. Foto: SEMlac Cuba

Las invisibles

Mientras, en la edad mediana de la vida aparecen para ellas otras situaciones. La psiquiatra Ivón Ernand, especialista de OAR, insistió en que el climaterio debe verse como un proceso natural, que transcurre de formas diferentes en cada mujer, por la influencia de factores psicológicos, de personalidad y otros de tipo cultural, relativos a cada contexto.

Es un período donde, igualmente, para algunas mujeres emergen temores ante los cambios, el envejecimiento corporal y el paso de la fase reproductiva a la no reproductiva, sobre todo en sociedades donde se valoriza el cuerpo culturalmente estructurado en un perenne estado juvenil, de belleza y fertilidad como exigencia social.

Para la edad mediana, la psiquiatra Ivón Ernand recomendó mantener activos proyectos de realización personal y acompañamientos diversos, incluidos entrenamientos sobre estilos de vida saludables y redes de apoyo. Foto: SEMlac Cuba

También se ha identificado que, para estas edades hacia las cuales apenas existen políticas específicas, es muy importante mantener activos proyectos de realización personal y acompañamientos diversos, incluidos entrenamientos teóricos y prácticos sobre estilos de vida saludables, de motivación, redes de apoyo y técnicas de autocontrol, entre otros.

Autonomías pendientes

Una mirada particular merecen los cuerpos transexuales, que generalmente no se ubican en ninguno de los grupos de mujeres cuando se habla de estos temas, consideró la también psiquiatra Ada Alfonso, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

“Las mujeres transexuales no se preocupan por estas cuestiones que son reproductivas o a veces no llegan a la etapa del climaterio ni envejecen porque, sencillamente, mueren antes”, señaló en referencia a una población altamente afectada por infecciones como el VIH y sus complicaciones asociadas.

Ante identidades no conformes con el binarismo hombre-mujer, se necesita mover también las construcciones de lo que somos como sujetos sociales, sexuales y culturales, para dar mayor amplitud a las cuestiones que tienen que ver con la autonomía y la integridad de los cuerpos, reflexionó.

“No hay forma humana de vivir con autonomía corporal, económica ni política cuando la persona se construye al margen de la sociedad”, sostuvo la psiquiatra Ada Alfonso, al referirse a las mujeres transexuales. Foto: SEMlac Cuba

Los cuerpos no binarios también llevan consigo marcas culturales y vulneración de derechos; son cuerpos de deseo y deseantes, altamente maltratados y violentados, expuestos a múltiples cirugías para acercarse a la identidad anhelada, en una trayectoria de vida extremadamente compleja, en la que muchas de ellas son expulsadas de sus hogares desde muy temprana edad, describió Alfonso.

“No hay forma humana de vivir con autonomía corporal, económica ni política cuando la persona se construye al margen de la sociedad”, sostuvo.

Mirada legal

Desde el punto de vista jurídico, ¿qué implica la autonomía para la mujer bajo el enfoque de derechos humanos y de género?

Al dar respuesta a la pregunta, la jurista Joanna Pereira Pérez señaló que si se garantizan formas de autonomía en la adolescencia y la niñez, puede llegarse a ser una mujer mucho más autónoma en la adultez y en la vejez.

La autonomía no tiene por qué ser progresiva solo en la infancia, aseguró y expuso como ejemplo la posibilidad de contar con mecanismos legales para hacer cumplir los deseos de una persona sobre cómo quiere ser tratada en caso que puede padecer una demencia, alguna enfermedad neurodegenerativa u otra situación.

El Estado, entonces, debe tomar las medidas para garantizar que se deje de ver a la mujer solo como víctima de discriminación y violencia y se le empiece a considerar un agente de cambio que lucha por sus derechos, afirmó.

Entre los ámbitos que no deben faltar al considerarse la autonomía en las decisiones, mencionó la salud sexual y reproductiva, la educación sexual de calidad, el conocimiento de riesgos, el acceso a información, el consentimiento libre e informado, la prevención y respuesta efectiva ante la discriminación y los estereotipos de género.

Igualmente, consideró importante empezar a visualizar la autonomía, pero también llevarla a la letra jurídica, que es lo que luego permite exigirla, defenderla, desarrollarla y poder promover un enfoque de ciclo de vida.

A juicio de Grisell Rodríguez Gómez, Oficial de Programa del UNFPA, las personas en situaciones de discapacidad, que muchas veces son violentadas en sus decisiones y autonomía, deben tomarse en cuenta en estudios y encuestas que permitan conocer y valorar sus realidades.

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