Lari Perez Rodriguez - Revista Muchacha.- En el cine, las historias de las mujeres lesbianas han sido tan silenciadas y tergiversadas como en la vida misma. Sin duda, en cualquier época constituye un «verdadero peligro» mostrar al público la existencia de mujeres capaces de amar — y de labrarse un futuro — al margen de los hombres. Es por ello que las historias gays tienen una mayor, aunque aún escasa, representación en los medios.
A pesar de las resistencias, los personajes sáficos se las ingeniaron para llegar a las pantallas y, aunque en un gran número de cintas se «mal-representó» el amor homosexual entre mujeres — y, en otras tantas, no fue más que una excusa para satisfacer el morbo masculino — , lo más relevante es que comenzaron a romperse los silencios en torno a dicho tema.
En los primeros años del cine mudo, Alemania se valía de discursos lésbicos en los que se apreciaba la atracción entre mujeres mediante la representación de las llamadas hosenrollen («mujeres en pantalones»). En estos relatos, una mujer hacía uso de la vestimenta masculina para comportarse como un hombre.
Al desconocer su verdadera identidad, otras mujeres se sentían atraídas por él(la). Escudándose en la confusión, los guionistas introducían escenas de caricias y besos. Está de más decir que la «relación» terminaba al conocerse la verdad. Estas insinuaciones lésbicas fueron permitidas porque eran fruto del engaño, ocasionando divertidas situaciones para la audiencia.
Foto tomada de Internet.
Frecuentes fueron las alusiones a las hosenrollen, encontrándoselas en películas como Zapata’s Gang (1914), A Florida Enchantment (1914), Morocco (1930) y Queen Christina (1933), entre otras.
En el melodrama, los clichés lésbicos se construyeron basándose, fundamentalmente, en prejuicios; razón por la cual estas mujeres fueron relegadas a roles negativos. En Die Büchse der Pandora (1929) y Walk on the Wild Side (1962), las encontramos ejerciendo la prostitución; y en Dracula’s Daugther (1936), Rebecca (1940), La culpa de los hombres (1955) y Caged (1950), se les transforma en acosadoras o asesinas.
Uno de los recursos más repetidos y que, penosamente, ha trascendido hasta la actualidad, es el del destino trágico. La existencia lesbiana se transformó en sinónimo de muerte, mediante el suicidio o el asesinato. Ocurre con Manuela en Mädchen in Uniform (1931), la condesa Mayra de Dracula’s Daugther (1936), Lulú de Die Büchse der Pandora (1929) o Emma de Johnny Guitar (1954). En The Children’s Hour (1962) Martha se ahorca; el ama de llaves de Rebecca (1940) muere en el incendio que ella misma provoca; la carcelera lesbiana de Caged (1950) es acuchillada; y a Hallie le pegan un tiro en Walk on the Wild Side (1962).
Aquellas mujeres que no lograban matar o «curar» — emparejándolas a última hora con un hombre — , eran condenadas a la infelicidad perpetua.
Así pues, en las primeras décadas del siglo XX, fueron los clichés negativos, tanto para hacer reír como para asustar, los que motivaron la presencia de personajes lésbicos en el cine.
Con la desaparición de la censura, ya no fue necesario narrar de forma sugerida. Para finales de 1960 y principios de los setenta, la homosexualidad femenina en el cine resultó ser el pretexto para mostrar contenido sexual atractivo a la audiencia masculina. A las lesbianas no se les permitía desnudarse emocionalmente, pero sí físicamente.
Un factor fundamental para comprender el tratamiento que ha tenido el lesbianismo dentro del cine es que, hasta el día de hoy, la mayoría de estas películas han sido escritas y dirigidas por hombres heterosexuales. No es de extrañar que encontrar una ficción donde la mujer sea sujeto, y no objeto, constituya una tarea titánica.
En las últimas décadas, las producciones cinematográficas dirigidas por mujeres han emprendido una búsqueda de otras formas de representación, desafiando los estereotipos heteropatriarcales, y contribuyendo a la construcción y visibilidad de las identidades sáficas.
La propuesta de hoy
Recientemente se ha estrenado Polarized (2023), última película de la guionista, directora de cine y escritora, Shamim Sarif.
Polarized (2023). Foto tomada de Internet.
Shamim es ya un nombre conocido dentro de la cultura lésbica. En el año 2021, cofundó una compañía de entretenimiento junto a su esposa, la productora Hanan Kattan. Es a través de esta empresa, Enlightenment Productions, que las adaptaciones de sus libros vieron la luz.
Shamim Sarif. Foto tomada de Internet.
En el año 2007, la directora rodó The World Unseen, una adaptación de su primera novela. Inspirada en sus raíces familiares, la película está ambientada en Sudáfrica durante el comienzo del apartheid. Mientras el racismo y la violencia se exacerban, las vidas de dos mujeres comienzan a fusionarse. Miriam, una madre y esposa tradicional india, empieza a sentirse emocional y físicamente atraída por Amina, la joven de espíritu libre que rompe con todas las convenciones sociales.
The World Unseen (2007). Foto tomada de Internet.
La cinta estuvo protagonizada por Lisa Ray y Sheetal Sheth, quienes han actuado juntas en el filme I Can’t Think Straigt (2008). En esta ocasión, Ray interpreta a Tala, una joven de origen palestino que reside en Londres. Mientras su familia organiza los preparativos para su boda, conoce a Leyla (Sheetal Sheth), una británica de origen indio que está saliendo con su mejor amigo. Narrada con un tono desenfadado, la película muestra cómo ambas mujeres se van enamorando.
Inspirada, en parte, en la relación de veintisiete años de Shamim con su esposa, Polarized cuenta la historia de Lisa, una chica de familia conservadora que trabaja en una granja vertical, en un pequeño pueblo que se apaga. Como casi todos los pobladores, Lisa tiene una opinión negativa de los inmigrantes que han venido a cambiar las tradiciones locales. Tal es el caso de Dalia, su jefa; una musulmana que batalla para adaptarse a una comunidad que los desprecia. Ambas están buscando su sitio, tanto en sus respectivas familias, como en la vida.
Sobre Polarized (2023), Sarif expresó:
«Me gusta atreverme a empujar las líneas en las que las mujeres queer son representadas. Polarized es una de las primeras veces en el cine en la que podemos ver a inmigrantes Palestinos que son exitosos, que lideran la innovación científica. Y en el caso de Dalia, que también es queer.
«Yo fui criada en una familia musulmana del sur de Asia, así que estas experiencias de inmigrantes son muy familiares para nosotras. Sabemos de primera mano los retos y tabúes que existen alrededor de ser queer en la cultura musulmana».
Como muchas de las obras de esta índole, la cinta contó con un escaso presupuesto; su producción tomó cerca de cuatro años y el estreno ha tenido limitado alcance. Pero allí donde el espectador promedio ve un producto poco atractivo, las mujeres que aman a otras mujeres encuentran dicha y placer.
Polarized, como todo el trabajo de Shamim Sarif, es una apuesta por la verdad y el amor propio; la deliciosa rebelión de una comunidad que hoy se niega a permanecer invisible.