Beatriz Yero Wilson - Revista Muchacha.- En el artículo anterior, Muchacha publicó la historia de Yamile Castro, quien experimentó, en su segundo embarazo, varios síntomas de depresión posparto y no recibió ayuda especializada para afrontar la situación. Hoy, profundizaremos en el tema.


La maternidad es un proceso que muchas personas anhelan, sin embargo, puede estar asociada a desafíos y emociones complejas. Si bien la llegada de un bebé, por lo general, trae alegría y felicidad, un número considerable de mujeres experimentan una realidad muy diferente: la depresión posparto.

No se trata de una simple tristeza o un bajón hormonal, sino de un trastorno del estado de ánimo que puede tener un impacto devastador en la vida de la mujer y su familia.

En el artículo «Actualizaciones en depresión posparto», publicado en el año 2012 por la Revista Cubana de Obstetricia y Ginecología, se señaló que la depresión posparto es el trastorno anímico más prevalente asociado al nacimiento. El 19, 2% de las puérperas, durante los 3 primeros meses posparto son afectadas; en la mayoría de los casos suele desaparecer luego de 3 a 6 meses, no obstante, otra parte puede seguir un curso crónico.

La Licenciada en Psicología Ailen Vera Delgado, nos comentó, en entrevista exclusiva, que «la depresión posparto puede ser influenciada por una combinación de factores tanto psicológicos, biológicos como sociales. Incluye cambios hormonales, factores genéticos, estrés psicosocial, depresión que puede tener una historia antecedente o, también, puede darse de una historia de vida personal vinculada a cómo desarrolló el embarazo, si fue deseado, planificado, si la madre contó con una red de apoyo social adecuada, de igual forma, se valora si existió algún trauma generado del trabajo de parto».

Refirió, además, que este trastorno afecta directamente la autoestima de la madre, sus deseos de realizar actividades que la ayuden a desempeñarse, así como su vínculo con el o la bebé. Igualmente, hace que experimente miedos y/o sobreproteja a su hijo/a o evite el contacto con él/ella. Asimismo, puede sentir exceso de cansancio, descuido personal y dificultades en la relación con su pareja.

Es muy difícil detectar o saber a ciencia cierta cuándo una madre va a experimentar un proceso como este. En la investigación antes mencionada de la Revista Cubana de Obstetricia y Ginecología, se aseguró que una actividad preventiva puede ser, sin dudas, la educación prenatal sobre los cuidados de la madre y el recién nacido.

Se argumentó que estas actividades pueden fortalecer, en la madre, la percepción de autoeficacia respecto de su capacidad para hacerse cargo de sus hijos/as, como también resuelven temores y dudas sobre diferentes temas relacionados con esta etapa. También se aclaró que el primer control del recién nacido es un momento ideal para valorar en la madre la presencia de signos y síntomas de la esfera del ánimo.

En cuanto al tratamiento Vera Delgado nos informó que este puede variar según la complejidad de los síntomas: existen terapias cognitivo conductuales, intercambio de roles, consultas de orientación con especialistas, autoayuda y cambios en el estilo de vida, adecuada alimentación y hábitos de sueño y tratamiento con antidepresivos.

«La familia y la pareja juegan un papel importante en el apoyo a la mujer ante esta situación. La compañía para disminuir la influencia de estos elementos que afectan su salud mental es vital para su desarrollo. Debe ser apoyada tanto física como psicológicamente, quitarle labores domésticas de peso para que no se sienta presionada, ayudarla en las actividades con el bebé para que no se sienta sola», explicó.

La presión por la «maternidad perfecta» afecta a casi todas las madres, por lo que no buscan ayuda, se sienten culpables de sentir tristeza cuando la mayoría entiende la maternidad como un proceso maravilloso, perfecto, y por el cual hay que estar muy alegres.

La psicóloga concluyó su intervención al decir que «hay que aprender a reconocer cuando estamos mal y cuando necesitamos ayuda, entender que necesitarla no es nada malo, todos/as, en algún momento de la vida, necesitamos apoyo emocional, orientación y/o recibir atención de especialistas. El embarazo, el parto, son procesos naturales que cambian la vida de una mujer, tanto física como psicológicamente, y es importante estar preparados/as para afrontar todo lo que conlleva».

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