Yamylé Fernández Rodríguez - Revista Mujeres / Fotos de Archivo y de la autora.- La incursión de las primeras mujeres cubanas en el mundo de las Relaciones Internacionales deviene tema de interés para el investigador Dr. C. Paul Sarmiento Blanco, director del Centro de Estudios sobre Cultura e Identidad de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Holguín.
Según confiesa, la motivación le llegó cuando en medio de la investigación para su tesis en opción al grado de Doctor en Ciencias, relacionada con la diplomacia cubana en los años de la República Neocolonial, accedió a documentos que referían el desempeño de mujeres que también habían hecho aportes o se habían destacado al lado de determinados políticos.
“Encontré que fueron cubanas con una destacada participación social y un activismo, sobre todo, en la lucha antimachadista. Además, tenían una concepción muy progresista de las relaciones internacionales y un pensamiento de alto vuelo que realmente valía la pena investigar para así no solo dejarle la diplomacia a los hombres, sino también a aquellas mujeres que habían participado en determinados hitos y en decisiones que, tal vez, no llegaron a cambiar el curso de la política, pero demostraron que tenían un pensamiento propio”.
Al adentrarse en dicho contenido, el Dr. C. Sarmiento Blanco evoca que en 1934 en un decreto del entonces presidente Ramón Grau San Martín, se nombran mujeres por primera vez dentro de la diplomacia de la mayor de las Antillas, en este caso las camagüeyanas Olivia Zaldívar Freyre y Flora Díaz Parrado.
“Las tareas asignadas eran las de secretarias de la legación, organizar documentos, escribir notas, coordinar contactos con figuras importantes y, por supuesto, empezaron a jugar un papel muy importante en la diplomacia de aquella República, inicialmente desde los cargos más bajos hasta superarse”.
Específicamente acerca de Flora, Paul significa su desempeño en España, Chile, y Francia.
Asimismo destaca la participación de esta en 1939, en Ginebra, prácticamente en la última sesión de la Sociedad de las Naciones antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Como otra de las acciones destacadas señala que, a partir de su cargo de secretaria de la embajada de Cuba en Francia, en los meses finales de la Guerra Civil Española, a Flora se le asignó la complicada misión de negociar en la frontera entre España y el país galo el rescate de un grupo de cubanos que habían participado al lado del bando republicano en dicho conflicto y en el que había compatriotas de diferentes tendencias ideológicas.
Al ubicarse en aquellas circunstancias el estudioso reflexiona que “cuando se analiza y se cruza la información sobre el rol que desempeñó esta diplomática al encargarse de tramitar el traslado de aquellos coterráneos, las opiniones están divididas por una serie de condicionamientos internos.
“No era fácil mover para otro país a una persona que venía huyendo de una guerra civil siendo perseguida, y eso necesitaba, por supuesto, el trámite burocrático. Tampoco era fácil llegar a aquella especie de campamento de refugiados, en el norte de España, y coordinar el traspaso hacia Francia. Había que volver a Francia y coordinar con el gobierno, en aquel momento presidido por León Blum, y existían determinados condicionamientos que, de acuerdo con la tendencia (socialista) de aquella administración, permitieron a Flora hacer conexiones y lograr la salida de un grupo de luchadores antifranquistas cubanos”.
Otro pasaje importante fue cuando en representación del mandato de Fulgencio Batista, en los años 50 del siglo XX, Flora Díaz Parrado debía apoyar el voto a favor de la entrada de la España franquista a la UNESCO, a lo que se opuso por una cuestión de respeto a sus principios.
“Cabría preguntarse aquí cuántos sentimientos encontrados experimentaría alguien como ella, que había sido luchadora contra la tiranía de Gerardo Machado, antifranquista y antifascista, ante aquella orden de un gobierno que era fruto de un golpe de Estado y por tanto inconstitucional”, reflexiona Sarmiento Blanco.
El triunfo de la Revolución cubana sorprendió a esta mujer en París, ella terminó siendo en las décadas de 1960 y 1970 una de las figuras de la representación diplomática cubana en Francia al lado de Alejo Carpentier, puntualiza el conferencista holguinero.
Lo publicado aquí son solo algunos datos referidos a la trayectoria como diplomática de la abogada, periodista y escritora Flora Díaz Parrado, iniciadora del quehacer femenino cubano en el mundo de las relaciones internacionales en un contexto caracterizado por el machismo.
Como elemento a significar está el arrojo de esta camagüeyana que el 30 de septiembre de 1930, tras el asesinato del líder estudiantil Rafael Trejo por los sicarios de la tiranía de Gerardo Machado, propuso en la puerta del cementerio que fueran mujeres las que cargaran el ataúd del joven como digno homenaje y así se hizo, con ella dando el ejemplo.
Además de indagar sobre Flora Díaz Parrado, el Dr. C. Paul Sarmiento Blanco ha examinado documentos relacionados con el aporte de otras mujeres que, igualmente, están entre las primeras en desempeñarse en la diplomacia cubana como, Ofelia Domínguez Navarro y Olga Chamero Trías.