Marilys Suárez Moreno - Revista Mujeres.- Se llamó Candelaria Figueredo Vázquez, pero la llamaban Canducha y es conocida en la historia nacional como La abanderada de la división mambisa por el ejemplo de valentía y patriotismo que ofreció, cuando a lomo de su brioso corcel, entró al frente de las tropas mambisas en el Bayamo recién liberado, llevando en la mano la bandera que confeccionó su hermana Eulalia.


Para entonces solo era una jovencita de 16 años, quien desde muy temprano vivió inmersa en el ambiente de conspiración que envolvía a su ciudad natal y en especial a su familia, por eso, no pudo ni quiso negarse a la petición de su padre, Pedro Figueredo Cisneros, autor de nuestro Himno patrio, de ser La abanderada de la división mambisa durante su recorrido por la ciudad.

Nacida en la hoy Ciudad Monumento, Bayamo, el dos de febrero de 1852, ella al igual que el resto de los suyos, anhelaba la independencia del yugo colonial español, por eso aceptó de inmediato la petición que le hizo su padre, miembro de la Junta Revolucionaria de 1868, de dar su aporte a la lucha como abanderada, tras la toma de su ciudad natal por el Ejército Libertador, hecho ocurrido el 18 de octubre de ese año.

“Canducha, ¿te atreves a ser la abanderada que recorrerá las calles de Bayamo?. Presta, la muchacha respondió categórica: “Nada me haría más feliz que dar mi vida y mi sangre por la redención de la Patria”.

Vistiendo un hermoso traje y enarbolando la bandera tricolor recorrió la ciudad, entre los acordes de la marcha guerrera compuesta por su padre y llevó con júbilo y orgullo la bandera de Céspedes por las calles y plazas de Bayamo, primera villa en ser tomada por las huestes mambisas cubanas.

La cuarta de los 11 hijos del abogado bayamés Perucho Figueredo con Isabel Vázquez, hermana de Luz Vázquez, la célebre joven a la que le dedicaron la famosa pieza musical La Bayamesa, brilló con luz propia en el concierto de aquellas heroicas mujeres que se enfrentaron a los mayores sufrimientos y desafíos durante las gestas independentistas cubanas.

Aquel fue el primero de muchos actos patrióticos protagonizados por Candelaria Figueredo, quien vio cómo su familia y todas las de su pueblo incendiaron la ciudad, ante el avance de las tropas coloniales que volvían a la reconquista. Por eso prefirieron incendiarla y dejarla convertida en cenizas antes de verla en manos enemigas.

Canducha, quien por sus ideas sufrió cautiverio y se vio obligada a emigrar, fue siempre una mambisa de acción y sentimientos, sufrió todos los infortunios y las calamidades de la guerra libertaria.

Anduvo por los campos insurrectos durante mucho tiempo, ayudando a los mambises en sus dificultades hasta que fue detenida y encarcelada en el Fuerte Zaragoza, en Manzanillo.

Posteriormente supo del fusilamiento de su amado padre y, puesta a salvo por influencias amigas que le consiguieron la libertad, marchó al extranjero, donde también enfrentó hambre y vicisitudes.

En 1877 Canducha se casó con Federico del Portillo con quien tuvo nueve hijos. Finalizada la guerra de 1895 regresó a Cuba con su familia y se estableció en La Habana hasta su muerte, el 20 de enero de 1914. Antes de morir, dispuso que su ataúd fuera envuelto en la bandera cubana que había sido el sudario de su madre.

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