Se trata de una propuesta multimedia que combina formatos como web series, podcasts y artículos para llegar a un público amplio y diverso
Sheryl Márquez Vega y Rosmery Pineda Mirabal - Red Semlac / Foto: Tomada de chicas_ciencia/IG.- A lo largo de la historia, las mujeres han contribuido de manera significativa al avance de la ciencia, aunque sus logros han sido sistemáticamente invisibilizados. Desde las médicas y geómetras del antiguo Egipto y Grecia, hasta figuras como Rosalind Franklin en el siglo XX, ellas han enfrentado barreras culturales, sociales e institucionales que les han impedido recibir el reconocimiento que merecen.
Este contexto histórico de exclusión y marginación hace que iniciativas como “Chicas en la ciencia”, una propuesta de la revista cubana Juventud Técnica, sean no solo relevantes, sino también urgentes. La historia de la ciencia está plagada de ejemplos en los que las mujeres fueron relegadas a un segundo plano. Hipatia de Alejandría, científica y matemática, fue asesinada a pedradas en el siglo IV y su crimen no fue penalizado. Durante la Edad Media, cualquier mujer con conocimientos podía ser acusada de brujería, lo que a menudo resultaba en su ejecución. Estas prácticas no solo silenciaron a las mujeres, sino que también las relegaron a roles domésticos, limitando su acceso al conocimiento y a posiciones de autoridad.
Pese a estas barreras, muchas lograron importantes avances científicos. María la Judía, alquimista de Alejandría, desarrolló técnicas e inventó aparatos para la destilación y sublimación de sustancias, incluyendo el famoso «baño María». Hildegarda de Eibingen, en el siglo XII, publicó una enciclopedia de historia natural; y Trótula de Salerno, en la Edad Media, escribió tratados médicos que sirvieron como modelos durante siglos. Sin embargo, sus contribuciones fueron frecuentemente ignoradas o atribuidas a hombres.
En épocas más recientes, figuras como Vera Rubin, quien demostró la existencia de la materia oscura, y Chien-Shiung Wu, cuyos experimentos refutaron la ley de paridad, fueron excluidas de reconocimientos. Rosalind Franklin, cuya técnica fotográfica de rayos X fue fundamental para el descubrimiento de la estructura del ADN, fue eclipsada por Watson y Crick, quienes se llevaron el crédito y el Premio Nobel. Hedy Lamarr, por su parte, actriz y matemática, fue la precursora de la tecnología Wi-Fi, pero su contribución fue ignorada durante décadas.
Estos ejemplos no son aislados, reflejan un patrón sistemático de omisión. Las mujeres han sido excluidas de las instituciones académicas, sus contribuciones han sido menospreciadas o atribuidas a hombres y su acceso a la educación científica ha sido limitado. Esta invisibilidad no solo ha afectado a las mujeres del pasado; también ha tenido un impacto profundo en las generaciones actuales, perpetuando estereotipos de género que disuaden a las niñas y jóvenes de perseguir carreras en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (Stem, por sus siglas en inglés).
Cifras globales respaldan que esta realidad se mantiene hasta nuestros días. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, en campos de vanguardia ahora mismo como la inteligencia artificial “solo uno de cada cinco profesionales es una mujer”. En tanto, en América Latina y el Caribe la proporción de mujeres graduadas de las carreras Stem no alcanza el 40 por ciento en la mayoría de los países, según datos publicados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
De acuerdo con el informe de Cepal “La igualdad de género y la autonomía de las mujeres y las niñas en la era digital: aportes de la educación y la transformación digital en América Latina y el Caribe”, en las áreas estrictamente de las nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones (Tics) la participación femenina es aún menor. Según Cepal, “el sesgo de autoselección” es la razón principal por la cual las niñas no optan por una educación de esta naturaleza.
“En esta decisión inciden procesos de socialización e ideas estereotipadas acerca de los roles de género y, en particular, la representación de que las carreras en esos ámbitos son de dominio masculino”, advierte el citado informe.
“Chicas en la ciencia”: una respuesta transformadora
En Cuba, aunque las mujeres representan más del 60 por ciento de las graduadas universitarias, persisten brechas significativas en su participación y reconocimiento en campos científicos y tecnológicos. Según datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de 2021, en la nación caribeña 53 por ciento de los autores de patentes internacionales son mujeres y es uno de los países que mayor igualdad presenta en esa esfera a nivel global, donde apenas lo hace 17 por ciento de mujeres.
Sin embargo, las cubanas siguen enfrentando barreras como la sobrecarga de roles domésticos, la falta de acceso a puestos de liderazgo y la invisibilización de sus aportes en la academia y la industria. Pese a su alta formación, solo 36 por ciento de los puestos de investigación senior en STEM están ocupados por mujeres. Aunque el país cuenta con políticas públicas que promueven la igualdad, los estereotipos culturales y la sobrecarga de tareas domésticas sobre hombros femeninos siguen limitando el desarrollo profesional de las mujeres en ciencia.
Frente a esta realidad, el proyecto “Chicas en la ciencia” surge como una iniciativa transformadora que busca romper con los ciclos de exclusión y fomentar la participación de las mujeres en el ámbito científico. Impulsado por la revista Juventud Técnica, no solo proporciona herramientas y recursos para que las niñas y jóvenes se interesen por la ciencia, sino que también trabaja activamente para visibilizar el papel de las mujeres en este campo.
Se trata de una propuesta multimedia que combina formatos como web series, podcasts y artículos para llegar a un público amplio y diverso. La primera temporada, lanzada en 2023, se centra en profesionales de la Universidad de La Habana y destaca las contribuciones de mujeres en áreas como cibernética, física, matemática y demografía.
Este primero intento, que tuvo muy buena aceptación, fue un ejercicio periodístico desarrollado en la asignatura Periodismo hipermedia, de la carrera de Periodismo, de la Facultad de Comunicación, en colaboración con Juventud Técnica. El proyecto no solo buscaba informar, sino también empoderar a las nuevas generaciones, creando un espacio donde se comparten experiencias y se reflexiona sobre los desafíos que enfrentan las mujeres en el ámbito científico.
La segunda temporada, actualmente en curso en el canal de YouTube de la revista juvenil, está dedicada a la labor de las mujeres ingenieras.
Esta temporada es especialmente significativa, ya que celebra el 60 aniversario de la CUJAE (Universidad Tecnológica de La Habana) en diciembre de 2024 y el aniversario de la revista Juventud Técnica en julio de 2025. Mediante entrevistas y relatos de mujeres destacadas en ingeniería industrial, química, arquitectura, automática, biomédica e informática, el proyecto busca visibilizar sus contribuciones y experiencias, inspirando a las jóvenes a considerar carreras en estas áreas.
Impactos de una propuesta comunicativa
Uno de los pilares fundamentales de “Chicas en la ciencia” es la creación de modelos a seguir. Al destacar las historias de científicas contemporáneas y del pasado, el proyecto ayuda a las jóvenes a imaginarse a sí mismas como futuras investigadoras, ingenieras o matemáticas. Este enfoque es crucial, ya que como señalan muchas de las mujeres que pasan por las pantallas y micrófonos del propio proyecto, a falta de referentes femeninos en STEM, es uno de los principales factores que disuaden a las niñas de elegir estas carreras.
Además, la iniciativa fomenta la participación activa de las jóvenes en actividades científicas prácticas, como talleres, laboratorios y competencias. Estas experiencias no solo les permiten desarrollar
habilidades técnicas, sino también ganar confianza en sus capacidades. En un mundo donde las mujeres siguen siendo minoría en muchos campos científicos, esta confianza es esencial para desafiar los estereotipos de género y abrirse paso en entornos tradicionalmente dominados por hombres.
El impacto de “Chicas en la ciencia” ha sido reconocido a nivel nacional. En 2023, el proyecto recibió una mención en el Concurso Nacional de Periodismo 26 de Julio y fue destacado como uno de los mejores proyectos en el IV Festival de la Prensa Cubana. Estos reconocimientos subrayan la importancia de iniciativas que promueven la equidad de género en la ciencia y la tecnología. Su valor va más allá de sus resultados inmediatos. Al empoderar a las jóvenes para que vean la ciencia como un campo accesible y atractivo, el proyecto puede contribuir a cerrar la brecha de género en STEM, a la par de ofrecer a las jóvenes las herramientas, los modelos y la confianza para reclamar su lugar en el mundo científico.
A largo plazo, esto no solo beneficiará a las mujeres individualmente, también enriquecerá a la sociedad en su conjunto. La diversidad en la ciencia es fundamental para impulsar la innovación y abordar los desafíos globales desde múltiples perspectivas. Además, iniciativas como esta tienen el potencial de transformar las narrativas culturales en torno a las mujeres y la ciencia.
Al normalizar la presencia de las mujeres en este ámbito, la propuesta apuesta a un futuro en el que las contribuciones de las científicas sean reconocidas y valoradas en igual medida que las de sus colegas hombres. En un mundo que enfrenta desafíos complejos, desde el cambio climático hasta la inteligencia artificial, no podemos permitirnos el lujo de prescindir del talento y la creatividad de la mitad de la población. “Chicas en la ciencia” es, en ese sentido, una inversión en el futuro.